Un portaaviones nuclear de Estados Unidos llega a Argentina para fortalecer la alianza con Milei

El USS George Washington es una de las principales unidades de la US Navy y el jueves y viernes participará de un ejercicio militar con barcos, helicópteros y aviones de la Armada argentina.

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El USS George Washington.
El USS George Washington.
Foto: Dominio público

Mariano De Vedia, La Nación/GDA
La primera pregunta que se hace siempre el presidente de Estados Unidos frente a cualquier crisis que pueda involucrar a su país es: “¿Dónde está el portaaviones más cercano?”. Entre las principales armas de la US Navy, una de las flotas de guerra más poderosas del mundo, sobresalen los 11 portaaviones nucleares en servicio –a los que se suman otros dos en construcción– y uno de ellos es el USS George Washington, que llegará este lunes 27 de mayo a las aguas territoriales argentinas.

Por sus capacidades y dimensiones, el USS George Washington no podrá amarrar en ningún puerto de Argentina porque el país carece de instalaciones apropiadas. Perteneciente a la clase Nimitz, tiene 332,8 metros de eslora –más de tres cuadras de largo– y 317 metros de línea de flotación, y llegará con una dotación de 5.400 marinos, escoltado por el destructor USS Porter y el buque logístico USNS John Lenthall.

Por eso permanecerá en aguas jurisdiccionales argentinas y el jueves y viernes participará del ejercicio de adiestramiento de oportunidad Passex “Gringo-Gaucho II”, a la altura de Mar del Plata, en un intercambio entre las Armadas de Argentina y de Estados Unidos.

La imposibilidad de amarrar en un puerto no impedirá que el gobierno argentino intente acordar la visita del presidente Javier Milei al buque, como una señal de su alianza militar con Estados Unidos, continuidad de otros gestos recientes, como la visita al país de la jefa del Comando Sur, la general Laura Richardson, y la compra a Dinamarca de 24 aviones caza F-16, con equipamiento militar provisto por los norteamericanos, que llegarán en un período de cuatro años.

Usuahia: Javier Milei y Laura Richardson durante acto por donación de Hércules C-120 a Argentina
Usuahia: Javier Milei y Laura Richardson durante acto por donación de Hércules C-120 a Argentina.
Foto: AFP

Tampoco se perderá la foto el ministro de Defensa, Luis Petri, y probablemente su par de Seguridad, Patricia Bullrich, según información extraoficial.

De qué trata el ejercicio con Estados Unidos

Fuentes navales explicaron al medio La Nación que este adiestramiento permitirá a la Armada Argentina “mejorar la interoperabilidad con otra marina que tiene estándares de la OTAN, para practicar procedimientos y articular defensas antisuperficie, antiaéreas y antisubmarina, entre otras, dentro de una posible conformación de una Fuerza de Tareas Marítima.

Por el país vecino, formarán parte de las operaciones los destructores ARA La Argentina y ARA Sarandí, las corbetas ARA Espora y ARA Rosales, los patrulleros oceánicos Contraalmirante Cordero, Piedrabuena y Storni, dos helicópteros Sea King H3, un helicóptero Fennec, un avión de exploración o vigilancia marítima B-200 y dos aeronaves Turbo Mentor. Intervendrán, aproximadamente, 750 marinos.

A bordo del portaaviones USS George Washington, que viene de realizar ejercicios similares en Brasil, ya navegan dos oficiales navales argentinos: el capitán de fragata Patricio Alisi y el capitán de corbeta Lucas David Murgia, quienes participan del planeamiento y la coordinación de las actividades que se desarrollarán en aguas argentinas.

Se prevé llevar adelante ejercicios de comunicaciones tácticas, transferencias aéreas de personal entre las unidades, maniobras y evoluciones tácticas en navegación, lanzamiento de aeronaves de ala fija, anavisajes de helicópteros en cubierta, defensa antiaérea y antisubmarina y otras prácticas marinas.

Aproximaciones de las armadas en los años noventa

El primer ejercicio entre naves de ambos países se realizó en 1990, con la llegada del portaaviones USS Abraham Lincoln y se repitió al año siguiente, con el portaaviones USS Kitty Hawk. Prosiguieron en 1993 con el USS Constellation, en 2004 con el USS Ronald Reagan, en 2008 con el portaaviones USS George Washington y en 2010 con el USS Carl Vinson, ocasión en que el adiestramiento se bautizó con el nombre de “Gringo-Gaucho”.

En diálogo con La Nación, el presidente del Foro Argentino de Defensa (FAD), Santiago Lucero Torres, recordó que en este tipo de operaciones es habitual que el portaaviones fondee a una distancia de la costa y que los tripulantes y visitantes embarquen y desembarquen en “lanchas del buque y otras alquiladas en la ciudad”, como ocurrió con el portaaviones USS Kitty Hawk. “El abastecimiento de materiales se realizó por vía aérea con helicópteros del propio buque y material que llegaba directamente desde los EE.UU. en aviones logísticos, como el C-5 Galaxy”, contó.

Para el citado analista, la participación argentina en estos ejercicios conlleva “un fuerte mensaje estratégico de alineación con la política norteamericana y una actualización de procedimientos y doctrina de aplicación internacional”.

El USS George Washington.
El USS George Washington.
Foto: Commons / Gnangarra

Lucero Torres contó que las bases permanentes que sirven de asiento de estos buques, que llevan tripulaciones de más de 5.000 personas y tienen unas 100.000 toneladas de desplazamiento, se localizan en las costas norteamericanas del Atlántico y del Pacífico.

“Cuando uno de ellos entra en reparaciones programadas, lo hace en la costa opuesta a su asiento habitual. Navegan hasta el astillero localizado en la otra costa. Como el Canal de Panamá no tiene dimensiones suficientes, cruzan en el Cabo de Hornos por el pasaje de Drake o por el estrecho de Magallanes, en el extremo sur”, explicó.

“Ante estos traslados –prosiguió–, la diplomacia de los Estados Unidos aprovecha para realizar ejercicios con las Armadas amigas del continente. Por eso, la participación argentina en estos ejercicios encierra un mensaje estratégico de alineación con la política norteamericana y una actualización de procedimientos y doctrina de aplicación internacional”.

Para tener una dimensión del poderío de la flota, según explican fuentes castrenses, un portaaviones con su grupo aéreo completo, con sus escoltas de superficie y submarinos, podría estacionarse a 100 kilómetros de una costa hostil y atacar objetivos estratégicos, sin permitir el despegue de un avión enemigo y protegerse de un ataque aéreo, naval y submarino.

Esa operación se podría repetir de día y de noche, con buen o mal tiempo, durante varios días, semanas y meses, en forma continua.

Podría también apoyar una operación anfibia de gran magnitud y proteger a sus tropas de ataques aéreos, dar apoyo de fuego con sus aeronaves y obtener la supremacía aérea y naval en la zona del objetivo, señalan los entendidos.

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