Hugo Alconada Mon, La Nación/GDA
La casa no es una casa. Es la mansión de Tony Montana. O un trasatlántico acorde a los gustos del protagonista de “Scarface”, encallado en el corazón del conurbano bonaerense. Una mole blanca con mármoles rosados de casi 750 metros cuadrados cubiertos, 8 ambientes, 5 baños, una habitación antipánico, parque, quincho, pileta, barras, hidromasaje y mil chirimbolos más que no ocultan una verdad a gritos y una leyenda que corre en susurros. ¿La verdad? La casa figura a nombre de familiares de Jesica Cirio, a los que la Justicia investiga como presuntos testaferros de Martín Insaurralde en una megacausa por lavado de activos por cerca de US$100 millones. ¿La leyenda? Que la compró, por US$1.800.000, uno de los políticos más encumbrados de la provincia de Buenos Aires.
La casa queda en la calle José María Penna al 1700 de Banfield Oeste, a 15 cuadras de la estación y a 17 kilómetros al sur del Obelisco porteño. Sobresale como una ballena blanca en el barrio de clase media que ve con malos ojos a sus moradores. Por sus hábitos de nuevos ricos, por sus horarios exóticos, por sus movimientos sigilosos en camionetas negras con vidrios polarizados y porque exudan poder, aunque se esfumaron, cuentan los vecinos, desde que estalló el escándalo del yate “Bandido”.
¿Quiénes figuran como dueños de la casa que no es una casa? En el Registro de la Propiedad Inmueble provincial aparecen los Ferrante, según cotejó La Nación. Él es Andrés Ferrante, 65 años y otrora dueño de “París”, un boliche icónico de Lomas de Zamora, que en 2016 fue condenado a 5 años de prisión por “lesiones graves calificadas por el vínculo y el ensañamiento” contra su pareja. Y ella es su hija, Priscila Daiana Ferrante. Con 33 años y abocada a los servicios de entretenimiento, Jesica Cirio la presentó en varios reportajes como su sobrina y en otros apareció como su prima, mientras que en su cuenta de Instagram la anunció como la madrina de su hija con Insaurralde. En entrevistas a revistas del corazón de hace una década, la joven Ferrante contó que conocía a Insaurralde desde chica y que fue quien se lo presentó a Cirio.
Pero más importante que el parentesco y las relaciones sociales es un expediente penal: la Justicia federal la investiga a Priscila como presunta testaferro del ahora exjefe de Gabinete del gobernador Axel Kicillof, confirmaron fuentes judiciales.
El expediente judicial resulta demasiado incómodo para demasiadas personas. La tiene el juez federal de Quilmes, Luis Armella, y se centra en una presunta asociación ilícita abocada al lavado de activos de la corrupción y otros delitos como la intermediación financiera no autorizada por el Banco Central (BCRA). Sus ramificaciones son explosivas. Hay testigos e imputados que señalan al supuesto jefe de la banda, Heber Ariel Russo, que es o fue pareja de Priscilla, como testaferro de Insaurralde; aunque las derivaciones llegan hasta el entonces gobernador Daniel Scioli, al intendente de José C. Paz, Mario Ishii, y de manera más larvada, al candidato a presidente Sergio Massa.
La investigación, sin embargo, se dividió en tramos. El juez Armella ya remitió el primer tramo a los tribunales federales de La Plata para que 28 acusados afronten un juicio oral. Los procesó tras encontrar evidencias de que habrían evadido más de $4000 millones a la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) a mediados de la década pasada, por lo que el monto bajo sospecha superaría los US$100 millones, bajo el mando de Heber Russo y Claudio Gómez, dueños en los papeles de dos constructoras: CFS Construcciones y Construcciones Viales.
Durante años, Russo y Gómez se dieron la gran vida. El hombre vinculado a Priscila compró al menos 77 propiedades, entre las que figuran campos, chalets en Pinamar, pisos en Puerto Madero y dos departamentos en Miami, además de más de 200 rodados que incluyen autos, camiones y motos, sin contar ocho embarcaciones, joyas y montañas de dinero en efectivo.
¿Cuál era la fachada de Russo? Ser empresario. Pero en la práctica, según reconstruyó la AFIP en tiempos de Alberto Abad, era prestamista y “panadero”, además de presunto testaferro. Pero no amasaba pan, ni horneaba medialunas. Operaba una usina de facturas truchas –“panaderías”, en la jerga de los sabuesos tributarios–, que ayudó a evadir a más de 3500 contribuyentes. Desde clubes de fútbol y grandes empresas, hasta al sindicato de camioneros de Hugo Moyano y al contador de Daniel “Tano Angelici”, entre otros.
Tras la denuncia de la AFIP, la investigación judicial abarcó a decenas de sospechosos y abordó también las actividades del presunto lavado de activos, que también provendrían de supuestas actividades ilícitas que podrían llegar hasta las orillas de Scioli, Ishii, Massa y, por sobre todos, de Insaurralde en sus tiempos de intendente de Lomas de Zamora.
Esas presunciones quedaron plasmadas en el expediente, según reconstruyó La Nación. Escuchas telefónicas, testigos e incluso imputados esbozaron para quiénes trabajaría Russo, lo que él negó durante sus indagatorias. Negó conocer a Insaurralde o a Scioli, y negó haber puesto bienes a nombre de Priscila, quien también aparece vinculada a una sociedad comercial en el extranjero: Muriel LLP, del Reino Unido, según corroboró La Nación. Russo, en tanto, sí admitió que le compró un auto a Jesica Cirio que no declaró ante el fisco, pero negó que uno de los campos que regenteaba fuera, en realidad, del luego jefe de Gabinete de Kicillof.
Las sospechas sobre el ida y vuelta entre la banda y la dirigencia política son más amplias. Los investigadores sospechan que algunos involucrados, como Gómez, quien se presentaba como asesor de Unidad Ciudadana y era invitado a los actos de Cristina Fernández de Kirchner, podrían haberse reunido con una frecuencia de una o hasta dos veces al mes con miembros de los entornos de Massa e Ishii. Pero eso integra el segundo tramo de la investigación judicial, que también abarca a Priscila, y que Armella todavía mantiene en su Juzgado.
Cuadrillas municipales
Mientras tanto, la casa que no es una casa muestra hoy una quietud llamativa. Cuentan los vecinos que las cuadrillas municipales entraban y salían del lote como si fuera un edificio público más que una propiedad privada. Pero que desaparecieron cuando estalló el escándalo de Insaurralde a bordo del yate “Bandido” con la escort Sofía Clerici. Esos mismos vecinos chismorrean que hace unas semanas los Ferrante vendieron la casa en US$1,8 millón al alfil de Insaurralde y actual presidente de la Cámara de Diputados bonaerense, Federico Otermín, que lo desmiente enfurecido.
“Eso es falso”, dijo ante la consulta de La Nación. “Estamos en la recta final de la campaña y desde la oposición fogonean cualquier cosa para tratar de captar algún voto. Todo el mundo acá, en el distrito, sabe que vivo en la misma casa de siempre, que antes fue la casa de mis viejos”, remarcó. En el Registro Propiedad Inmueble provincial, en tanto, el dato es inamovible: la casa que no es una casa sigue a nombre de los Ferrante.
En los tribunales federales de La Plata, mientas tanto, se registraron ya dos intentos por evitar el juicio oral. Primero con unas probations; luego con un juicio abreviado. Pero no prosperaron. Ahora hay un ida y vuelta sobre cuál es el tribunal oral que deberá quedarse con el expediente y llevar adelante el juicio oral. Mientras tanto, Heber Russo, quien pasó una temporada en el penal de Ezeiza tras un año prófugo, calla y espera. La sobrina de Cirio, también.
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