AFP
Una muestra recolectada del asteroide Bennu, de 4.500 millones de años, contiene abundante agua y carbono, según reveló la NASA, lo que ofrece mayor sustento a la teoría de que la vida en la Tierra se sembró desde el espacio exterior.
El descubrimiento se produce tras un viaje de ida y vuelta de siete años a esta distante roca, como parte de la misión OSIRIS-REx, que dejó su preciosa carga en el desierto de Utah el mes pasado, la que está siendo sometida a un minucioso análisis científico.
“Esta es la muestra de asteroide rica en carbono más grande jamás regresada a la Tierra”, dijo el jefe de la NASA, Bill Nelson, en el Centro Espacial Johnson en Houston, donde se revelaron las primeras imágenes de polvo negro y guijarros.
El carbono representó casi el 5% del peso total de la muestra y estaba presente tanto en forma orgánica como mineral, mientras que el agua estaba encerrada dentro de la estructura cristalina de los minerales arcillosos.
Los científicos creen que la razón por la que la Tierra tiene océanos, lagos y ríos es porque fue golpeada por asteroides que transportaban agua hace entre 4.000 y 4.500 millones de años, lo que la convirtió en un planeta habitable.
La vida en la Tierra se basa en el carbono, que forma enlaces con otros elementos para producir proteínas y enzimas, así como los componentes básicos del ADN y ARN.
Los hallazgos se realizaron mediante un análisis preliminar que incluyó microscopía electrónica de barrido y tomografía computarizada de rayos X.
“Esto es el sueño de un astrobiólogo”, dijo el científico Daniel Glavin, agregando que aún queda mucho trabajo por hacer y que la muestra se compartirá con laboratorios de todo el mundo para estudios posteriores.
OSIRIS-REx no fue la primera sonda en encontrarse con un asteroide y traer muestras para su estudio: Japón logró la hazaña dos veces, en 2010 y 2020.
Pero la cantidad obtenida ahora, aproximadamente 250 gramos, supera con creces las que recogieron las misiones japonesas: Hayabusa2 logró solo 5,4 gramos.
Bennu, que lleva el nombre de una antigua deidad egipcia, es un “artefacto primordial conservado en el vacío del espacio”, según la NASA, lo que lo convierte en un objetivo atractivo para el estudio.
La órbita de Bennu, que cruza la de la Tierra, también hizo que el viaje de ida y vuelta fuera más fácil que ir al cinturón de asteroides, entre Marte y Júpiter.
Hasta ahora, los investigadores no han centrado sus esfuerzos en la muestra principal en sí, sino en las “partículas adicionales”, descritas como polvo negro y restos que recubren el recolector.
En octubre de 2020, cuando la sonda OSIRIS-REx disparó gas nitrógeno a Bennu para recolectar su muestra, una trampilla destinada a sellarla se abrió con un trozo de roca, lo que hizo que parte del material más fino saliera del colector, sin escapar por completo. Al final, llegó a la Tierra más material de lo esperado.
Se cree que Bennu se formó a partir de pedazos de un asteroide más grande, luego de una colisión masiva hace entre 1.000 y 2.000 millones de años.
Los análisis permitirán obtener un inventario de los minerales observados y quizás determinar su proporción. En particular, los científicos creen que Bennu contiene minerales hidratados.
El estudio de los asteroides debería permitir a los científicos comprender mejor la formación del sistema solar y cómo la Tierra se volvió habitable. Algunos científicos creen que asteroides como Bennu podrían haber traído a la Tierra los compuestos que permitieron el nacimiento de la vida.
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