Avanza pacificación de las favelas en río

Golpe al narcotráfico. En una operación militar rápida y decisiva, las fuerzas de seguridad brasileñas se hicieron con el control de dos grandes favelas, tras una semana de violencia. Ahora las residentes de las barriadas aprenden a convivir con los policías.

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RÍO DE JANEIRO | THE NEW YORK TIMES Y AP

Temprano por la tarde, la policía militar izó banderas de Brasil y Río de Janeiro en la azotea de un edificio en la colina más elevada de la ciudad de Alemao, proporcionando un momento extraño de catarsis y celebración en una lucha de décadas de duración para erradicar las pandillas de narcotraficantes de las barriadas violentas de esta ciudad.

Un aire de tranquilidad y alivio se sintió por todo el barrio, a medida que los habitantes abrían las ventanas y empezaban a caminar por las calles tras días de enfrentamientos y tensión. Docenas de niños salían corriendo de las casas en pantalones cortos y biquinis para zambullirse en la alberca que perteneció a un líder de pandilla, incluso mientras la policía buscaba drogas en el piso de abajo.

Los habitantes se congregaron alrededor de televisores en bares y restaurantes, vitoreando a la policía como lo harían con sus equipos de fútbol, aun cuando el sonido de balazos salpicaba el cielo soleado.

"Ahora la comunidad es nuestra", dijo Jovelino Ferreira, un pastor de 60 años, con los ojos llorosos. "Esta vez será diferente. Tenemos que tener fe. Muchas personas han sufrido aquí que no lo merecían".

Las pandillas de narcotraficantes han manchado la reputación de esta ciudad costera y contribuyeron enormemente a que tenga uno de los índices de asesinatos más altos del mundo. Durante los últimos dos años, el gobierno ha realizado una ambiciosa campaña para pacificar a las barriadas más violetas y recuperar el control de la ciudad antes de la Copa Mundial de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016. La policía le ha arrancado el control de más de tres docenas de comunidades a las bandas delictivas, e instalado fuerzas policiales especiales comunitarias.

A medida que se despejaba a esas comunidades, algunos integrantes de pandillas huyeron a Alemao, una barriada extensa y violenta, con unos 100.000 habitantes, que el jefe de la policía municipal, José Mariano Beltrame, llamó "el corazón del mal".

EL OPERATIVO. Hace 15 días las pandillas de narcotraficantes desataron una ola de ataques en las calles que las autoridades dijeron fueron en represalia por la campaña de pacificación. Confluyeron las batallas y desde entonces han muerto más de 42 personas en luchas urbanas entre pandillas de narcotraficantes y fuerzas de seguridad. La policía no ha dicho cuántos, si es que alguno, de sus oficiales han muerto.

Las autoridades dijeron que ordenaron a los cientos de traficantes ocultos en Alemao que "se rindieran con las armas al aire para el anochecer del viernes". Cuando se negaron, más de 15 vehículos blindados bloquearon unos 80 accesos a la barriada, y prohibieron el retorno de los residentes a sus hogares. Finalmente el domingo, unos 2.600 elementos policiales y militares entraron con tanques y tanquetas. La policía dijo que confiscó 40 toneladas de marihuana, 50 rifles de asalto y nueve armas antiaéreas.

Sin embargo, persisten interrogantes sobre cuán efectiva sería la redada y por cuánto tiempo podrían las autoridades conservar el control de Alemao. La policía dijo que detuvo a 20 personas el domingo, pero entraron en la barriada con más de 100 órdenes de aprehensión que ejecutar. Residentes dijeron que muchos de los delincuentes habían salido días antes del operativo, disfrazados de empleados con ropa formal y caminando junto a mujeres y niños.

Beltrame dijo que debió haber voluntad política para luchar contra las pandillas desde hace mucho tiempo. Durante décadas, la falta de presencia policial cotidiana en las barriadas permitió que las pandillas las controlaran, como ciudades Estado, y desplazaran armamento pesado para proteger sus operaciones de narcotráfico. Sus líderes brindaron servicios municipales mientras patrullaban con rifles colgando a la espalda.

Entre tanto, políticos y oficiales de policía corruptos aceptaron sobornos para hacerse de la vista gorda. Se condenó en agosto a dos de los predecesores de Beltrame en la jefatura de policía, así como al ex gobernador de Río, por cargos que incluyeron corrupción y lavado de dinero.

Los ciudadanos que apoyaron a las fuerzas de seguridad parecían estar de acuerdo en que ya había sido suficiente. A Sergio Cabral, el gobernador del estado de Río, lo reeligieron rotundamente en octubre y prometió profundizar el programa de pacificación y romper el control del "poder paralelo" de los narcotraficantes.

Sin embargo, mientras los residentes celebraban, Beltrame aconsejó no exagerar la victoria. "Esta es una batalla de una guerra más amplia", dijo. "Ganamos una batalla, pero todavía no ganamos la guerra. Continuará la misión".

EL PRESENTE. Muchos residentes de las favelas se sienten descolocados ante la ofensiva policial pues su barrio, donde los chicos van a la escuela y el grueso de los lugareños son gente decente, se transformó súbitamente en un campo de batalla.

Al albañil José Pereira le temblaba la mano cuando fumaba un cigarrillo, tras recibir una bala perdida en una pierna durante un tiroteo entre la policía y traficantes de drogas. "Ellos se pelean, y los que sufrimos somos nosotros, los residentes", dijo. Detrás suyo se veía la favela, una multitud de casuchas de ladrillo, con planchas de estaño por techo, azotadas por el sol, accesibles solo a través de callecitas zigzagueantes. Mientras hablaba se escuchaban disparos.

Vivir en una favela como Vila Cruzeiro nunca fue fácil. Cada tanto estallan tiroteos entre pandilleros y los residentes no salen de noche, temerosos de la violencia y de los jóvenes que controlan el barrio desde sus motocicletas. Por la mañana, no obstante, los chicos van a la escuela y una persona puede ganarse la vida haciendo trabajo decente.

La tregua que imperaba es hoy historia. El gobernador de Río de Janeiro prometió desarticular las pandillas y hacer respetar la ley en sitios como Vila Cruzeiro. Brasil considera imperioso frenar la violencia de Río pues se prepara para ser sede de la Copa Mundial de fútbol del 2014 y de los Juegos Olímpicos del 2016.

Las autoridades destacan que cuando se establecen puestos policiales permanentes, disminuye la delincuencia. En Ciudad de Dios, la favela que inspiró la película del mismo nombre, los homicidios cayeron de los 35 de noviembre del 2007 y 2008 a seis en el 2009, en que se instaló el puesto permanente.

Tres mujeres que charlaban en una plaza llena de basura se reían burlonamente ante la idea de que las cosas cambiarían en Vila Cruzeiro. Fumaban y vigilaban a sus hijos. "No, no vale la pena" la campaña policial, comentó una de las mujeres. "Nosotros vivíamos nuestra vida y ellos (los traficantes) la suya".

Estas mujeres, sin embargo, parecían ser la excepción. La mayor parte de los residentes se mostraba contenta de la presencia policial. Los vehículos blindados arrancaron incluso muchos aplausos de los residentes al pie de la colina.

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