Bashar Al Asad, otros siete años para el dictador sirio

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Al Asad gobierna Siria desde 2000, cuando sucedió a su padre. Foto: AFP
TOPSHOT - Syrians celebrate in the streets of Aleppo as President Bashar al-Assad was re-elected for a fourth term as president of war-ravaged Syria, late on May 27, 2021. - The controversial vote extending Assad's stranglehold on power was the second since the start of a decade-long civil conflict that has killed more than 388,000 people, displaced millions and battered the country's infrastructure. (Photo by - / AFP)
-/AFP

REELECCIÓN

Sus poco conocidos contrincantes fueron Mahmud Marai, un líder de la oposición interna tolerada por el régimen, y Abdulá Salloum Abdulá, un exviceministro de Asuntos Parlamentarios.

Nadie ponía en duda que el presidente sirio, Bashar al Asad (55), iba a ser reelegido por un cuarto período de siete años. La única duda era qué porcentaje de votos se adjudicaría su régimen. Y no fueron nada molestos: 95,1%.

Sus poco conocidos contrincantes en estas elecciones fueron Mahmud Marai, un líder de la oposición interna tolerada por el régimen, y Abdulá Salloum Abdulá, un exviceministro de Asuntos Parlamentarios que se presentó como candidato independiente.

Oftalmólogo formado en el Reino Unido, Bashar al Asad vio su destino cambiar con la muerte en un accidente de tránsito en Damasco, en 1994, del “delfín” Basel, su hermano mayor.

Entonces se vio obligado a abandonar Londres, donde conoció a su esposa Asma, una sirio-británica que trabajaba en la ‘City’ para JP Morgan.

Tras la muerte de su padre Hafez al Asad, en 2000, lo sucedió tras un referéndum y fue reelegido en 2007.

Entonces, con apenas 34 años, encarnó una figura reformadora, ágil para iniciar la liberalización económica y una relativa apertura política del país.

Comenzó inyectando una tímida dosis de libertad, pero la “Primavera de Damasco” fue de corta duración. Los opositores fueron rápidamente silenciados y encarcelados. En cuanto a una apertura económica, solo profundizó las desigualdades.

Bashar Al Asad: el dictador sirio junto a sus jefes militares. Foto: Reuters
Bashar Al Asad: el dictador sirio junto a sus jefes militares. Foto: Reuters

Cuando, en el marco de la Primavera Árabe, la revuelta explotó en Siria en marzo de 2011, la reprimió sin piedad, provocando una militarización del levantamiento que se transformó en conflicto armado.

En más de diez años de guerra con un saldo de más de 388.000 muertos, no ha hecho concesiones para compartir el poder, lo que confirma su áspero carácter. Sin embargo, Al Asad -padre de dos varones y una niña- no se corresponde con la imagen tradicional del dictador. Muy raras veces con uniforme militar, prefiere los trajes bien cortados, las corbatas sobrias y parece más un alto ejecutivo.

Millones de sirios se quedaron fueran del proceso electoral en el noroeste del país, en manos de grupos opositores y facciones yihadistas, y en el noreste, administrado por una autoridad autónoma kurda.

De acuerdo a la Constitución siria, este cuarto mandato debería ser el último.

Al Asad se mantendrá al frente de una nación sumida en una grave crisis económica y lastrada por la escasez de productos básicos como combustible y pan, una situación de la que su régimen culpa a las sanciones de Estados Unidos.

Según datos de la ONU, más del 80% de los sirios viven por debajo del umbral de la pobreza; más de 11 millones de una población de algo más de 17 millones necesitan ayuda humanitaria; el 60% no puede permitirse una comida al día y 6,2 millones están desplazados en el país, además de casi otros tantos que han huido de él.

Ninguna potencia occidental felicitó a Al Asad por su reelección. En cambio, sí lo hicieron gobiernos que hoy están enfrentados a Estados Unidos o a la Unión Europea. Entre ellos, Rusia, China, Irán, Venezuela y Cuba.

Ibrahim al Jibawi, que representa a la oposición en el Comité Constitucional en Ginebra, constituido a finales de 2019 para redactar una nueva Carta Magna con la participación del régimen y la oposición, reiteró que las elecciones del pasado miércoles fueron una “farsa”.

“Esto fue una obra de teatro. Todos hemos visto vídeos que prueban un flagrante fraude y que la gente de ‘shabiha’ estaba votando más de una vez”, dijo Jibawi en referencia a una milicia siria aliada de Damasco que estuvo en los colegios controlando el proceso. (AFP y EFE)

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