Redacción El País
“Tenemos muchas ganas de ayudar”, aseguró ayer lunes en la Casa Blanca el presidente salvadoreño Nayib Bukele a Donald Trump. La sintonía entre el presidente salvadoreño y el estadounidense quedó patente durante el comienzo del encuentro en el Despacho Oval.
La visita empezó con un apretón de manos y terminó con Bukele haciendo un gesto con el pulgar hacia arriba, a su salida, cuando los periodistas le preguntaron qué tal fue la reunión.
“Nos están ayudando. Se lo agradecemos”, le dijo Trump rodeado de la plana mayor de su gabinete, incluidos el secretario de Estado Marco Rubio, la secretaria de Seguridad Interior Kristi Noem y la fiscal general Pam Bondi.
“Estamos muy contentos y tenemos muchas ganas de ayudar”, afirmó Bukele.

“De hecho, señor presidente, tiene que liberar a 350 millones” de estadounidenses de los delincuentes pero para ello “tiene que encarcelar a algunos. Así es como funciona, ¿no?”, opinó Bukele, que al igual que Trump libra una guerra contra las pandillas.
También estuvieron de acuerdo sobre el destino del migrante salvadoreño Kilmar Ábrego García, deportado por “error”, según reconoce la administración Trump.
La justicia estadounidense pide que el gobierno facilite traerlo de vuelta, pero la Casa Blanca discrepa.
Trump dio la palabra a varios miembros de su gabinete para que explicaran por qué no quieren. “Ningún tribunal de Estados Unidos tiene derecho a dirigir la política exterior de Estados Unidos. Es así de simple, fin de la historia”, zanjó Rubio.
El líder demócrata del Senado, Chuck Schumer, fustigó este comentario. “Es un completo disparate. La ley es clara, se violó gravemente el debido proceso, y la Corte Suprema ha declarado claramente que la administración Trump debe facilitar y hacer efectivo el regreso de Kilmar Ábrego García”, afirmó en un comunicado. AFP
