ESTADOS UNIDOS
La Cámara baja controlada por la oposición demócrata convirtió así a Trump en el tercer mandatario en la historia de Estados Unidos en ser sometido a un juicio político.
Donald Trump se convirtió anoche en el tercer presidente en la historia de Estados Unidos en ser sometido a juicio político, a raíz de un escándalo de presiones a Ucrania para obtener beneficios electorales.
En una jornada histórica, que muestra la profunda división política de Estados Unidos, la Cámara de Representantes, por amplia mayoría, resolvió acusarlo ante el Senado por abuso de poder y obstrucción al Congreso, abriendo un juicio que seguramente se realizará en enero, aunque la posibilidad de destituirlo parece imposible hasta ahora, debido a que el Partido Republicano se mantiene unido en respaldo al mandatario.
La resolución 755 para juzgar al presidente del país más poderoso del mundo vio la luz en horas de la noche de Uruguay, tras una jornada wagneriana en el Capitolio. Fueron casi nueve horas de choque de trenes para decidir sobre los cargos contra Trump, los llamados artículos del impeachment. El cargo de abuso de poder salió adelante con 230 votos a favor y 197 en contra (195 republicanos y dos demócratas) y el de obstrucción al Congreso, con 229 a favor y 198 en contra.
“No nos ha dejado otra opción”, afirmó la presidenta de la Cámara, la veterana demócrata Nancy Pelosi, al abrir el debate. “Estamos aquí para defender la democracia del pueblo”, añadió. Pelosi, tercera autoridad de la nación y líder de los demócratas en Washington, compareció vestida de oscuro y habló con tono sereno y grave, tratando de transmitir una idea de solemnidad institucional que contrarreste las críticas de Trump y los republicanos, que acusan a la oposición de actuar por revanchismo político. “Este será el impeachment más rápido y débil de la historia”, advirtió el líder de la minoría republicana, Kevin McCarthy, al final del debate.
El caso estalló en septiembre al trascender las presiones al Gobierno de Kiev para que iniciara unas investigaciones que le favorecían electoralmente. Pelosi citó a la Constitución y calificó al presidente de “amenaza continua a la seguridad nacional”. Mientras, Donald Trump escribía en su cuenta de Twitter, en letras mayúsculas y varios signos de exclamación: “¡Qué mentiras tan atroces de la izquierda radical! (...) ¡Este es un ataque a América y el Partido Republicano!”.
Fue un día de frases grandilocuentes y frases rudas, de manifestaciones en la calle y manifestaciones en las redes sociales. Los legisladores recordaron a los padres fundadores y el presidente pidió a los ciudadanos que rezasen. La política estadounidense estaba a punto de escribir un capítulo importante en su historia. Y, sin embargo, una extraña sensación de calma ha dominado este proceso desde que comenzó, pese a las astracanadas habituales del mandatario. No solo se debe a que su absolución se da por segura en el Senado, sino a que su presidencia lleva instalada en la tormenta desde el día que llegó a la Casa Blanca.
Solo un líder tan insólito como Trump puede conseguir que un impeachment parezca un día más en la oficina. Antes incluso de jurar el cargo, estalló el escándalo de la trama rusa y se empezó a hablar de iniciar un proceso de destitución, algo muy poco habitual en la historia de Estados Unidos. La investigación independiente no halló pruebas de su connivencia con el Kremlin, pero reveló sus intentos por torpedear las pesquisas, sentando las bases para acusarle de obstrucción. También es sospechoso de un delito de financiación ilegal de campaña por los pagos a una mujer para callar sus presuntas relaciones sexuales a pocas semanas de las elecciones de 2016.
Morder el anzuelo.
Todos estos conflictos han ido sacudiendo tres años de Administración que, de por sí, ha roto todos los protocolos imaginables y ha convertido los ataques e insultos del presidente en la tónica habitual.
La crisis ucrania combustionó de forma rápida. Un informante anónimo, empleado en el Gobierno norteamericano, denunció en verano que Trump estaba presionando al presidente ucranio, Volodímir Zelenski, bloqueando incluso 391 millones de dólares en ayudas militares, para lograr que anunciase dos investigaciones que le beneficiarían electoralmente en las presidenciales de 2020. También ofreció una invitación a la Casa Blanca como anzuelo.
En concreto, Trump reclamaba pesquisas sobre Joe Biden, precandidato demócrata, y el hijo de este, Hunter, que estuvo a sueldo de una empresa gasista en ese país cuando su padre era vicepresidente.
La otra indagación que pedía tenía por objeto una teoría desacreditada según la cual hubo una campaña de injerencia lanzada desde Ucrania en las elecciones presidenciales en Estados Unidos de 2016 para favorecer a los demócratas. Trump está ahora acusado de abuso de poder por estas maniobras y de obstrucción al Congreso por haber boicoteado este proceso, negando la entrega de 71 documentos o declaración de 12 miembros de la Administración.
Doug Collins fue uno de los primeros en tomar la palabra e insistió en que los demócratas buscan destituir a Trump desde el primer día y les dan igual los hechos y las pruebas. “Hoy es un día para el impeachment, pero no es un día para la verdad”, enfatizó.
Decisión política.
En el juicio, que se desarrollará en el Senado tras la luz verde de la Cámara baja, los legisladores están obligados a repasar los testimonios, llamar a nuevos testigos si lo ven necesario, examinar los documentos, las pruebas y decidir si, en efecto, el presidente de Estados Unidos ha cometido algún “crimen o falta grave”, como dice la Constitución, que haga necesaria su destitución.
Los senadores están obligados a tomar sus decisiones independientemente del color político del presidente al que se juzga, pero la deliberación se antoja una pantomima. El grueso de los legisladores demócratas ve a Trump culpable y la totalidad de los republicanos lo considera inocente. Este miércoles, con 233 de los 431 escaños ocupados por demócratas, el juicio al presidente se daba por descontado. En el Senado, con 53 senadores republicanos del total de 100, también está amarrada la absolución, ya que un veredicto culpable requiere la mayoría de dos tercios.
La hora de la verdad de Trump llegará en noviembre de 2020. Su base, de momento, no parece afectada por este escándalo. Su índice de aprobación, pese a lo baja, ha mejorado seis puntos desde septiembre, hasta un 45%, según Gallup. Por la noche se dio un baño de masas en un mitin en Michigan. En la calle la lluvia de los últimos días dio una tregua en Washington y bajo un sol intenso, pero un frío atroz, las protestas contra Trump de la mañana recordaban esa otra parte de Estados Unidos.
Johnson y Clinton se salvaron en el Senado
La Constitución (Artículo II, Sección 4) indica como motivos para la destitución del Presidente, “traición, soborno y otros delitos mayores o faltas menores”. A lo largo de la historia, antes del caso de Donald Trump, se intentó tres veces el juicio político. El primer intento fue a Andrew Johnson, en 1868, y el segundo a Bill Clinton en 1998. Los dos fracasaron en el Senado. El juicio a Richard Nixon, en 1974, no se hizo porque renunció al saber que solo cuatro senadores lo apoyaban.
Después que envió una carta de siete páginas a la líder del Partido Demócrata en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, en un estilo como nunca lo hizo un presidente de Estados Unidos, ayer Donald Trump permaneció fuera de la vista de los periodistas en la Casa Blanca mientras los legisladores discutían el juicio.
En la carta, Trump le dijo a Pelosi que “la historia la juzgará con dureza” porque la acusación que presentan contra él tiene como fundamento falsedades y distorsiones. Ayer en posteos que realizó en Twitter ratificó su opinión sobre el juicio político: “Tantas horribles mentiras desde la izquierda radical. Demócratas que no hacen nada. ¡Es un ataque contra Estados Unidos y un ataque el Partido Republicano!”.
En otro mensaje indicó: “¿Nancy Pelosi, la líder de los demócratas en el Congreso? Ella pasará a la historia como la peor presidenta de la Cámara que existe. ¡Ya la echaron una vez!”.
Trump insiste en señalar que no hizo nada malo y solo ha defendido el interés superior de Estados Unidos.
A última hora de la tarde, Trump viajó a Michigan para encabezar un mitin con simpatizantes, que hicieron fila horas antes del inicio del acto, soportando temperaturas polares. Allí afirmó que los cargos en su contra aprobados por la Cámara de Representantes suponen un “suicidio” político para los demócratas. “A través de sus acciones depravadas de hoy, los locos demócratas de Nancy Pelosi se han señalado con una marca eterna de vergüenza”, dijo. (Con información de AFP y EFE)