Candidato reformista gana elecciones presidenciales en Irán pero debe seguir lineamientos del ayatalá

Masud Pezeshkian es afín a un mayor acercamiento con los países de Occidente, critica la imposición del velo musulmán y podría dar un “respiro” a la cuestión nuclear.

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Masud Pezeshkian
Mandatario. Masud Pezeshkian celebra la victoria que lo lleva a la presidencia de Irán, junto a sus seguidores en las calles de Teherán.
Foto: AFP.

AFP, EFE/ Tehéran
El reformista Masud Pezeshkian, que aboga por mejorar las relaciones con Occidente y conocido por sus críticas a la imposición del velo mulsulman, sorprendió al mundo al ganar ayer sábado en la segunda vuelta las elecciones presidenciales en Irán frente al ultraconservador Said Jalili; unas elecciones que muchos calificaban de “maniatadas” por el régimen.

La comunidad internacional siguió las elecciones de cerca, a raíz de las tensiones en Oriente Medio por la guerra en Gaza, y de la pugna con las potencias occidentales derivadas del programa nuclear iraní.

Pezeshkian obtuvo más de 16 millones de votos, cerca del 54% de los sufragios, y su rival Jalili sumó más de 13 millones, cerca de 44% de las más de 30 millones de papeletas escrutadas, dijo el portavoz del ente electoral, Mohsen Eslami.

La participación electoral se situó en 49,8%, añadió el portavoz. En la primera vuelta el 28 de junio, había sido del 39,92%, el nivel más bajo en los 45 años de histórica de la República Islámica de Irán.

“El camino por delante es difícil. Sólo será fácil con su cooperación, empatía y confianza. Les tiendo la mano”, declaró Pezeshkian, de 69 años, en la red X tras su victoria.

Los comicios, anticipados tras la muerte del presidente ultraconservador Ebrahim Raisi en un accidente de helicóptero el 19 de mayo, se vivieron en un ambiente de descontento de la población por la situación de la economía, lastrada en parte por sanciones occidentales.

Imágenes difundidas por los medios locales mostraron seguidores del reformista expresar su alegría en las calles de Teherán y Tabriz (noroeste). El ayatolá felicitó a Pezeshkian y le instó a “continuar el camino del mártir Raisi y utilizar las muchas capacidades del país, especialmente la juventud revolucionaria y fiel.”

En Irán, el presidente tiene poderes limitados y es responsable de aplicar las líneas políticas marcadas por el líder supremo, el ayatolá Ali Jamenei.

Su posición

Pezeshkian afirma su lealtad a la República Islámica, pero al mismo tiempo, defiende un acercamiento entre Irán y los países occidentales, con EEUU -archienemigo de Teherán- a la cabeza, para levantar las sanciones que están lastrando a la economía. También cuestionó el uso de la fuerza por parte de la policía para aplicar las leyes sobre el uso obligatorio del velo para las mujeres, que rigen desde la Revolución Islámica de 1979.

Jalili, su rival de 58 años, abogó en cambio por aplicar una política inflexible frente a las potencias occidentales, una postura que demostró cuando fue negociador del programa nuclear iraní.

Tras su derrota, llamó sin embargo a sus seguidores a apoyar a Pezeshkian. “La persona que es elegida por el pueblo es respetada (...) y ahora debemos hacer todos nuestros esfuerzos para ayudarle a avanzar con fuerza”, publicó en X.

Cuestión nuclear

La victoria de Pezeshkian podría dar un respiro a las potencias occidentales en la delicada cuestión nuclear, pero el reformista no será el único implicado en un asunto que también divide en Teherán. Pezeshkian tendrá cierto peso, pero es Jamenei quien marca la pauta.

Las negociaciones sobre el programa nuclear están en un punto muerto desde 2018, cuando Estados Unidos se retiró del pacto internacional firmado en 2015.

Según el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), Irán es el único país sin armas atómicas que enriquece uranio al nivel del 60%, cercano al necesario para desarrollar una bomba, y acumula existencias cada vez mayores.

¿Qué puede hacer ahora el nuevo presidente reformista? “Restaurar el acuerdo nuclear de 2015 ya no es una opción realista, puesto que las condiciones sobre el terreno han cambiado fundamentalmente”, afirma Ali Vaez, del International Crisis Group. “El programa nuclear iraní está demasiado avanzado, las sanciones son demasiado estrictas, la confianza está bajo mínimos y las potencias mundiales ya no están en la misma onda”. Sin embargo, Irán podría mostrarse dispuesto a reanudar una diplomacia constructiva y concluir “una serie de acuerdos transaccionales que ayudarían a evitar una crisis”, opinó.

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