Por Fabiana Culshaw
Carlos Chamorro es un periodista nicaragüense, fundador y editor del Confidencial. Es hijo de la expresidenta Violeta Barrios de Chamorro y de Joaquín Chamorro, director de La Prensa, asesinado a tiros durante el régimen de Somoza en 1978. Carlos Chamorro es una de las voces más críticas al régimen de Ortega; ha sido galardonado por su trabajo. Hoy vive en el exilio en Costa Rica. Conversa con El País.
-Usted y su esposa acaban de ser despojados de la nacionalidad nicaragüense, ¿cómo viven esta situación?
-Sí, una semana después de que el régimen condenara al obispo Rolando Álvarez a 26 años y 4 meses de cárcel, el régimen decretó el despojo de la nacionalidad y de los derechos ciudadanos a 94 personas, entre ellos mi persona y mi esposa. La mayoría de ese grupo estamos en el exilio. El viernes se produjo la confiscación de 16 viviendas, incluyendo el allanamiento de los apartamentos de Sofía Montenegro (periodista) y Azalia Solís (activista), quienes están en este grupo. No hubo notificación, ni proceso, para despojarnos de la nacionalidad y, bajo la acusación y condena de “traición a la patria”, indican que a todas las personas incluidas bajo ese cargo les serán decomisados sus bienes.
-¿Qué piensa hacer ante estas decisiones del gobierno de Ortega sobre su persona?
-Seguiré haciendo periodismo. Estoy refugiado en Costa Rica, desde donde hago periodismo desde junio de 2021 y reporteo sobre Nicaragua desde acá. El periodismo es la última reserva de las libertades en un país donde no las hay. Ya fui confiscado antes. Mi redacción fue confiscada dos veces, pero la dictadura nunca ha podido confiscar el periodismo. Ahora nos despojan de la nacionalidad, pero no nos van a despojar nunca de nuestra condición de ser nicaragüenses. No pueden evitar que seamos nicaragüenses.
-Hace pocos días usted se reunió en EEUU con sus familiares que son ex presos políticos liberados por el régimen de Ortega, ¿qué impresiones tuvo en ese viaje?
-En realidad fui a EEUU a participar en un foro de Diálogo Interamericano y se dio esa feliz coincidencia de que estando allá fueron liberados los 222 presos en Nicaragua, entre ellos mis dos hermanos, dos primos hermanos y muchísimos amigos y compañeros. Mis hermanos excarcelados son Cristiana Chamorro, expresidenta de la Fundación Violeta Barrios de Chamorro, que estuvo más de 600 días bajo arresto domiciliario, y Pedro Chamorro, miembro del partido “Ciudadanos por la libertad” y precandidato a la presidencia de Nicaragua, antes de ser arrestado. Pedro estuvo 304 días en la cárcel de El Chipote y luego fue trasladado bajo régimen domiciliario el año pasado. Mis primos hermanos excarcelados son Juan Sebastián Chamorro, columnista y también precandidato presidencial, y Juan Lorenzo Holmann, exgerente del diario La Prensa.
-¿Cómo sintió el ánimo de ellos y de los otros expresos políticos ahora en EEUU?
-Lo que vi fue un renacimiento de la esperanza de un cambio en Nicaragua. Estas 222 personas y líderes políticos como Dora María Télles, Félix Maradiaga, Víctor Hugo Tinoco, Miguel Mendoza, Luis Rivas, son una muestra muy plural de Nicaragua. Su liberación ha sido una expresión de alivio; la recuperación de la libertad es júbilo. Además, muchos de ellos, me decía Télles, entraron a la cárcel con muchas diferencias y salieron muy unidos, con vínculos profundos por la resistencia que vivieron en las cárceles.
-¿Cómo interpreta esa decisión del mandatario Daniel Ortega?
- El régimen intentó oxigenarse, disminuir la presión internacional por tener presos políticos. Expulsó a 222 de ellos del país y al mismo tiempo mantiene el estado policial. Hay un reforzamiento del estado policial que prohíbe la libertad de reunión, de movilización, de prensa, de expresión. Pero el hecho es que el liderazgo nacional hoy está fuera de la cárcel. Eso genera esperanza.
-¿El despojar de la nacionalidad a más de 300 ciudadanos y confiscar sus bienes muestra la fortaleza del régimen?
-Yo creo que no. Pienso que refleja mucha debilidad política de la dictadura de Ortega. Es muy temprano para evaluar las consecuencias que esto va a tener dentro de las filas del propio régimen, pero hay un malestar creciente de sectores que solo ven que este régimen no ofrece ninguna salida, ni al país ni a ellos mismos. Ese malestar se ha traducido también en la gente que deja sus cargos en las instituciones del Estado y se van del país, y en las personas que eran parte del régimen e igual han sido encarceladas. Incluso, entre los 222 presos políticos excarcelados hay cinco que habían sido parte del régimen hasta hace po-co y estaban en la cárcel de El Chipote. Hay nuevos elementos que se están produciendo en este agravamiento de la crisis del régimen.
-¿Qué piensa de las reacciones internacionales, hasta qué punto sirven en los hechos?
-Los nicaragüenses sentimos un agradecimiento profundo por algunos gobiernos en particular, comenzando por el de Chile, con Gabriel Boric, que en forma consistente ha condenado la violación a los derechos humanos en Nicaragua. El gobierno de España ha tenido un enorme gesto de solidaridad al ofrecer la nacionalidad española a todos aquellos nicaragüenses que han sido despojados de su nacionalidad, o la pierdan en el futuro. Estados Unidos también participó en esta misión diplomática para facilitar la excarcelación. El gobierno de Uruguay también ha mantenido solidaridad por una parte, y condena a la dictadura de Ortega y Murillo por otra. Este régimen ha sido condenado reiteradamente, sin embargo se requiere una condena y una presión permanente para aislar y condenar a la dictadura. Falta que gobiernos de América Latina, que se mantienen en silencio, como el de México, Argentina y Brasil, se sumen al reclamo.
-¿Los líderes liberados se reorganizarán desde el exterior contra el régimen, o la mayoría se centrará más que todo en reconstruir sus vidas?
-Todavía es muy temprano para saberlo, recién están viviendo sus primeros días de libertad. Lo que sí se puede apreciar es que hay un compromiso de seguir en la lucha para restituir las libertades en Nicaragua, pienso que en algún momento se va a lograr.
-¿En qué se basa al decir eso, cuando la realidad muestra que el régimen continúa?
-No me atrevo a poner fechas de caducidad, pero advierto que el régimen ha ido perdiendo sustentación y más con las medidas que ha tomado estas semanas que despiertan reacciones. Nicaragua ya vivió la dictadura de la dinastía de los Somoza y fue derrocada por el pueblo. Las dictaduras no son eternas, lo que tiene permanencia es la determinación del pueblo.