PREOCUPACIÓN
Los tentáculos de las más poderosas redes criminales de la droga han avanzado en la región.
Los cárteles mexicanos de la droga han extendido sus redes en Latinoamérica. Sin embargo, en vez de tener células en otros países, han optado por una estrategia más práctica: forjar alianzas con los grupos locales. De este modo, ganan en invisibilidad y en rapidez.
En algunos casos, como en Colombia y en Venezuela, estas alianzas están más arraigadas, el negocio más delimitado e incluso, de acuerdo con la investigación del Grupo de Diarios América (GDA), alcanza al aparato de seguridad y de gobierno. Los grupos con los que se vinculan tienen nombre y apellido: de las disidencias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, al Clan del Golfo, pasando por la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN). En suelo venezolano, la liga es con el llamado Cártel de los Soles.
El Cártel de Sinaloa es, sin duda, el más poderoso y con más nexos en la región, seguido de cerca por el Cártel Jalisco Nueva Generación. Las autoridades mexicanas advierten que se trata de las dos organizaciones criminales más importantes en México, con carácter transnacional y cuyas redes se extienden no sólo a Centro y Sudamérica, sino a Europa y al interior de Estados Unidos.
Para los mexicanos, las alianzas son clave y les han permitido mantener el liderazgo en el negocio del tráfico de drogas y seguir inundando el mercado estadounidense, a pesar de que las medidas de seguridad en las fronteras de Estados Unidos se elevaron desde los atentados del 11 de septiembre de 2001.
Para el experto en seguridad Ricardo Márquez Blas, el fortalecimiento de los grupos de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación ha sido paralelo a su fortalecimiento al interior del país. “Notable su presencia y avance en Colombia, Ecuador y la región centroamericana, donde controlan en tráfico de drogas por tierra, mar y aire, en alianzas con las organizaciones locales”, describió. Y añadió: “Es notable el avance de los más poderosos cárteles mexicanos en América Latina”.
Colombia
Es el mayor productor de cocaína a nivel mundial. En varias regiones se concentran las redes dedicadas a la producción de base de coca y clorhidrato de cocaína: el clan del Golfo, las disidencias de las FARC y el ELN, además de algunos pequeños grupos de narcotraficantes.
Autoridades y residentes en Colombia señalan que no hay una presencia constante de miembros de los cárteles mexicanos; más bien, de unos cinco años a la fecha, se ven, de cuando en cuando, emisarios del Cártel de Sinaloa, seguido por el CJNG, pero también de los Zetas e incluso del Cártel de Oaxaca. Según la Policía Nacional, 75% de la cocaína que se produce en Colombia es vendida a los cárteles mexicanos.
Venezuela
InSightCrime documentó en 2020 la presencia del Cártel de Sinaloa en el estado de Zulia, Venezuela. Según la organización, la presencia del narco mexicano ha crecido a tal punto que “existe un pueblo en el estado que ha sido rebautizado con el nombre de Sinaloa”.
Como en Colombia, se hacen notar con “lujosas camionetas último modelo, fiestas con narcocorridos de fondo, prostitución y otra serie de excentricidades que han cambiado la cotidianidad de esta zona”.
Mike Vigil, exdirector de Operaciones Internacionales de la Agencias Antidrogas (DEA) de Estados Unidos, destaca otro aspecto de la operación de los cárteles mexicanos en Venezuela: la alianza con la red Cártel de los Soles, que ha sido ligada al chavismo y que opera de forma cada vez más activa, controlando, según Vigil, “el movimiento de la cocaína a través de sus socios mexicanos”.
Durante el juicio a Joaquín Guzmán Loera, “El Chapo”, recuerda El Nacional, se confirmó la relación del narco mexicano con estructuras de poder en suelo venezolano.
El Salvador
La presencia de los cárteles mexicanos en El Salvador es más diversa: del Cártel de Sinaloa al Cártel del Golfo, la Familia Michoacana, Los Zetas y el CJNG, según información de la DEA.
Estos grupos están activos en el país desde 2012, aunque no fue hasta 2018 y 2019 que se conocieron más detalles de sus operaciones. La presencia más reciente es la del CJNG. En este país, los narcos mexicanos se aliaron con los jefes históricos de la Mara Salvatrucha (MS-13), que a pesar de estar en prisión, controlan a sus bases, diseminadas en células (clicas) en el territorio.
Perú
Las autoridades han detectado presencia del Cártel de Sinaloa en Perú, desde hace 10 o 12 años. En especial, mantienen vínculos con traficantes del valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem) y la región del Alto Huallaga, ambos en la selva peruana.
En este caso, el fin del negocio es comprar la cocaína que se produce en el Vraem, donde clanes familiares transforman la pasta base en clorhidrato de cocaína. Los traficantes mexicanos acopian la droga en ciudades ubicadas cerca de los puertos y la “siembran” en barcos con destino a Estados Unidos o Europa.
Argentina
En 2008, un crimen triple de empresarios farmacéuticos dejó al descubierto el tráfico a gran escala desde Argentina para los cárteles mexicanos de las drogas, en especial para el Cártel de Sinaloa.
En 2017 fueron confiscados casi 2 mil kilos de cocaína y condenados tres mexicanos ligados al Cártel de Michoacán. Actualmente se tienen detectadas células de los cárteles mexicanos operando en el norte (Salta-Jujuy), cerca de la frontera con Bolivia, que es uno de los mayores proveedores regionales de cocaína, junto con Perú y Colombia. Para operar, los mexicanos se alían con grupos locales. Trabajan en células, para garantizar el mercado de la cocaína y el incipiente mercado de la heroína. Aportan conocimiento y recursos, mas que actuar directamente en la logística de producción y distribución.
Además del narcotráfico, también se dedican al lavado de dinero, con inversiones en distintos sectores productivos en Argentina, principalmente en el mercado inmobiliario.
Brasil
Los cárteles mexicanos se infiltraron también en Brasil. Investigaciones de la Policía Federal y de la Policía Civil de Sao Paulo han detectado la presencia de narcotraficantes del CJNG, de Sinaloa y de Juárez.
Las pesquisas revelan que en los últimos 10 años, los narcos mexicanos han venido operando a través de acuerdos con el Primer Comando Capital (PCC), la mayor organización criminal no sólo de Brasil, sino de Sudamérica, que a su vez tiene alianzas con grupos en otros países, como La Banda de los Monos, en Argentina, y a la que se atribuyen múltiples asesinatos.
La investigación revela también el creciente papel de Brasil como plataforma para el envío de droga de los cárteles mexicanos a Europa.