Cecilia Denot: "Israel tiene como urgencia cerrar uno de los frentes, por lo menos el de Gaza"

La experta en el conflicto arabe-israelí, conocida en X como @gordameir, dialogó con El País acerca de la escalada en Medio Oriente, el antisemitismo y el debate en torno a los objetivos de la guerra.

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Cecilia Denot, politologa argentina mas conocida como Gorda Meir, en el Hotel Regency de Montevideo, ND 20241010, foto Francisco Flores - Archivo El Pais
Cecilia Denot, politóloga argentina.
Foto: Francisco Flores/Archivo El Pais

Cecilia Denot, conocida en redes sociales como @gordameir, es licenciada en Relaciones Públicas y en Ciencia Política por la Universidad de La Matanza y tiene un máster en Relaciones Internacionales de la Universidad Torcuato Di Tella. Es docente en la Universidad de Buenos Aires, donde tiene una cátedra y un grupo de investigación sobre Medio Oriente y conflicto árabe-israelí. Colabora con el Observatorio de Antisemitismo de la Facultad de Derecho de la UBA y con StandWithUs, la ONG internacional de educación sobre Israel. A un año del conflicto entre Israel y Hamás, y con otro frente abierto contra Hezbolá en el Líbano, Denot observa una tensión en la sociedad israelí producto de un objetivo que tarda: recuperar a los rehenes que todavía están en la Franja de Gaza. La especialista en el conflicto opina que "por más que Israel pueda ganar en lo militar, si esa victoria militar viene sin una recuperación de los secuestrados, para muchos no va a ser una victoria".

—¿Cuál es la situación de Israel hoy, un año después del ataque terrorista de Hamás?

—Tenemos una situación a un año del ataque muy compleja. Por un lado, porque que todavía hay más de 100 rehenes en la Franja de Gaza, y compleja porque eso está generando una tensión dentro de la sociedad israelí, que también considera que está habiendo éxitos en términos militares. Recordemos que Israel se había propuesto dos objetivos iniciales en la guerra en Gaza, que eran recuperar a los rehenes y derrotar a Hamás. En lo que es derrotar a Hamás, está avanzando en la destrucción de los túneles, en la eliminación de su liderazgo, en el control de la frontera con Egipto, y la mayoría de los batallones de Hamás han sido derrotados. Hay un horizonte en el sentido. Pero al mismo tiempo, por la vía militar, Israel no ha podido recuperar muchos secuestrados vivos, solamente ocho. La mayor cantidad de secuestrados que ha recuperado el Ejército han sido cuerpos. Entonces se plantea este otro problema, que por la vía militar se puede derrotar a Hamás, pero se estaría dificultando el otro objetivo. Y para recuperar a los secuestrados, parecería que la forma más efectiva es un acuerdo de cese a fuego, como el que tuvo lugar a fines de noviembre, donde más de 100 secuestrados fueron recuperados con vida. Pero esas negociaciones no han prosperado por las condiciones que exige Hamás. Al mismo tiempo, porque Israel considera que muchas de las demandas que exige Hamás son una claudicación. Prácticamente le piden a Israel que pierda la guerra, que se retire de la frontera con Egipto. Ese tipo de acuerdo, con las condiciones que Hamás pide, no permitirían el otro objetivo que es la derrota de Hamás. Entonces, empieza a aparecer esta tensión entre estos objetivos, lo cual empieza también a generar tensión dentro de la sociedad israelí, ni hablar de los familiares de los secuestrados, que obviamente pretenden que se pague cualquier costo por la recuperación de sus seres queridos, y otra parte de la sociedad que considera que no, que hay que recuperarlos pero no a cualquier costo. Hoy estas tensiones empiezan a aparecer en la sociedad israelí, que empieza a estar muy desgastada, no solamente por una guerra que se extiende, sino también por todos los otros frentes que se abren.

—Como en el Líbano

—Con Hezbolá en el Líbano, más que nada con campañas vía ataques aéreos, pero también con algunas acciones militares terrestres en el sur del Líbano, desmantelando las infraestructuras de Hezbolá. Si bien la amenaza de Hamás ha sido debilitada y también el Hezbolá ha sido golpeado muy duro, creo que hoy Israel tiene como urgencia poder cerrar alguno de estos frentes, por lo menos poder cerrar el frente de Gaza. Y por más que Israel pueda ganar en lo militar, si esa victoria militar viene sin una recuperación de los secuestrados, para muchos no va a ser una victoria. Entonces el desafío que tiene Israel es poder cerrar ese frente con la mayor cantidad de secuestrados vivos posible.

Familia de rehenes se manifestaron en el primer aniversario del ataque de Hamás
Familia de rehenes se manifestaron en el primer aniversario del ataque de Hamás.
Foto: AFP.

—Hay un debate, por lo menos en la diáspora, sobre ser críticos con el gobierno de Israel y sus decisiones militares. Muchos prefieren no contribuir a las divisiones desde afuera mientras se libra una guerra. ¿Cuál es tu postura?

—Siempre es legítimo criticar a un gobierno. Es un país democrático. Hay una parte importante de la sociedad israelí que ya antes del 7 de octubre protestaba todas las semanas por la agenda de reforma judicial que el gobierno buscaba impulsar. Y el 7 de octubre mismo hubo dos actos en Israel: uno organizado por el gobierno y otro paralelo que organizaron las familias de secuestrados, las familias de víctimas que no se identifican con el gobierno. Eso también te demuestra no solamente que la sociedad israelí está dividida, sino también que la sociedad israelí es una sociedad que critica activamente a su gobierno. Entiendo también la postura también en la diáspora, sobre todo por todo el discurso de odio o el antisemitismo que empezó a aparecer después del 7 de octubre. Yo considero que a nivel estratégico militar, el gobierno está teniendo decisiones acertadas, pero también a nivel doméstico tiene decisiones con las que no coincido. Y al mismo tiempo, gran parte de las familias de los secuestrados que se sienten abandonadas por el gobierno en este momento, considera que el gobierno ha puesto condiciones en las negociaciones que no corresponden. Todas estas posturas son completamente legítimas. Desde mi punto de vista, mientras la discusión esté en los términos de que no se cuestione el derecho de Israel a existir, y que no se cuestione su derecho a defenderse, todo es criticable.

—Sos activa en redes sociales, donde el antisemitismo está a la orden del día. En ese marco, ¿cómo viviste puntualmente este 7 de octubre?

—Cada vez que hay una escalada en el conflicto hay coletazos de antisemitismo en el mundo. Eso pasó históricamente. Incluso a veces hay ataques incluso contra comunidades musulmanas. Eso también es producto de esta visión tan dicotómica. Israel es presentado en esta narrativa como el mal absoluto, como la representación máxima del colonialismo, del imperialismo, de un Estado que está cometiendo todos estos crímenes terribles desde hace 76 años. Y cada vez más gente tiene instalada esta idea del conflicto que es sumamente reduccionista y simplista, entonces, todo lo que pasa en el conflicto, lo lee en este prisma, y con esa lectura, el 7 de octubre no aparece como un acto brutal de terrorismo, sino como un acto casi de resistencia contra este estado “maligno” que nos está oprimiendo. Eso es un problema y no lo ves no solo en redes sociales, sino en declaraciones de políticos de primera línea. Y en redes, volvemos a lo mismo: podés discutir el gobierno, la política, las medidas que lleva adelante Israel para cuidar a la población civil, si son efectivas, si no son efectivas; hay mil cosas que podemos discutir, pero si la base no está, que es el hecho de que vos pensás que yo ni siquiera tengo derecho a estar ahí, no hay discusión posible. Eso me parece que es lo más complicado, porque este es un conflicto que no se va a resolver si ambas partes no se sientan a discutir un acuerdo de paz. Históricamente, el liderazgo palestino no ha querido sentarse a discutir la paz con Israel, no ha reconocido el derecho de Israel a existir, ha reclamado siempre, de alguna manera o de otra, todo el territorio. Y lo que deberíamos hacer es generar incentivos para que esa discusión aparezca, cosa que en un contexto como el actual, ya es extremadamente difícil porque en ambos lados de la frontera crece cada vez más la desconfianza hacia el otro. Y si nosotros, actores externos, que no estamos viviendo el conflicto directamente, en lugar de amplificar voces que busquen la paz, terminamos fomentando discursos de negación del otro, de no reconocer el derecho del otro de estar ahí, de no reconocer el derecho del otro a defenderse, acabamos en una situación en la que un montón de gente, termina celebrando que un grupo de fundamentalistas religiosos invada otro país y prenda fuego personas, viole mujeres, asesine jóvenes. Eso no debería ni siquiera ser una discusión.

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