LEGISLACIÓN
La ley fue aprobada por 121 votos a favor y 5 abstenciones en la Cámara Baja, ratificando la aprobación previa que el Senado.
Chile se convirtió en el primer país del mundo que contempla los neuroderechos, al aprobar ayer jueves una ley que han seguido con lupa académicos, organismos internacionales y grandes compañías tecnológicas.
Esta iniciativa, aprobada en la Cámara de Diputados en su segundo y último trámite, define por primera vez en la historia la identidad mental como un derecho no manipulable y protegerlo ante los inminentes avances de la neurociencia y la inteligencia artificial.
“Se trata de la primera ley del mundo sobre neuroderechos y es el primer paso de un ecosistema legislativo que permitirá regular la inteligencia artificial y las neurotecnologías”, celebró Guido Girardi, el senador opositor que promovió la iniciativa.
Una vez promulgada la ley, el desarrollo científico y tecnológico en Chile deberá estar al servicio de las personas y se llevará a cabo con respeto a la vida y la integridad física y psíquica, resguardado la actividad cerebral y su información de los avances de la inteligencia artificial.
La ley forma parte de una agenda impulsada por la izquierda, pero apoyada por todo el espectro político chileno, que llegó al país en 2019 de la mano del neurobiólogo español Rafael Yuste, catedrático de la Universidad de Columbia (Estados Unidos) y portavoz del Grupo Morningside.
Este colectivo, compuesto por prestigiosos académicos, lleva años recorriendo el mundo con el objetivo de advertir a los Gobiernos de la necesidad de proteger la integridad mental ante posibles amenazas de las grandes tecnológicas.
Con la aprobación de esta ley, Chile se puso a la cabeza en materia de neuroderechos en todo el mundo, incluso por delante de Estados Unidos, donde el Grupo Morningside también presentó la iniciativa recientemente al entorno del presidente Joe Biden.
La ley fue aprobada por 121 votos a favor y 5 abstenciones en la Cámara Baja, ratificando la aprobación previa que el Senado.
Chile busca adelantarse a realidades que hasta ahora apenas han sido pensadas en el mundo de las películas de cienciaficción, donde la neurotecnología y el ser humano cruzan sus caminos.
Es una jugada visionaria para cuando se hagan realidad las historias futuristas y distópicas de películas como El origen (2010), donde se cambia la conducta humana a través de la implantación de ideas en el cerebro, o Matrix (1999), en la que el protagonista aprende conocimientos inmediatos con la instalación de un programa en su cerebro.
La ley “establece que el desarrollo científico y tecnológico estará al servicio de las personas y que se llevará a cabo con respeto a la vida y a la integridad física y psíquica”, informó la Cámara Baja en un comunicado.
“Regulará los requisitos, condiciones y restricciones para su utilización en las personas. La norma deberá resguardar, especialmente, la actividad cerebral, así como la información proveniente de ella”.
En paralelo, el Parlamento también discute un proyecto de ley para garantizar otros cinco aspectos: el derecho a la privacidad mental, a la identidad personal, al libre albedrío de pensamiento, al acceso equitativo a las tecnologías que aumenten las capacidades humanas y a la protección contra la discriminación.
Para muchos expertos, los rápidos avances de las grandes empresas tecnológicas como Facebook, IBM o Neuralink (del magnate Elon Musk) en materia de neurotecnología e inteligencia artificial entrañan oportunidades científicas, pero también posibles riesgos ante la posibilidad de alterar cognitivamente la mente humana.