Marcelo Nagy / EFE
El presidente de China, Xi Jinping, terminó ayer una gira europea en la que buscó profundizar su influencia en Serbia y Hungría, dos países con líderes ultranacionalistas y una relación ambigua con la UE, que pueden ser un ariete para aumentar su presencia económica en Europa.
Durante sus estancias en Serbia y Hungría, Xi firmó decenas de acuerdos de cooperación, incluyendo importantes inversiones en la infraestructura. El mismo Xi afirmó en Budapest, donde terminó su gira de cinco días, que cuenta con esos dos países para ampliar la cooperación con Europa Central y del Este.
Serbia y Hungría tienen Gobiernos que disponen de mayorías absolutas, un elevado control de los medios de comunicación y de las instituciones estatales y disputas con la Unión Europea, pese a que la primera aspira a ser miembro y la segunda lo es desde hace 20 años.
Hungría tiene continuos enfrentamientos con Bruselas por sus violaciones del Estado de derecho y Serbia acusa, más o menos veladamente a la UE, de querer imponerle su política exterior.
Los dos países, además, tienen buenas relaciones con Rusia y son contrarios a participar en las sanciones occidentales. Serbia es el país políticamente más cercano a Pekín, mientras que la Hungría del ultranacionalista Viktor Orbán es uno de los mejores aliados de Xi en la Unión Europea (UE).
“Hungría se ha convertido en el principal punto de entrada de China a los mercados comunitarios”, explica a EFE Edit Zgut Przybylska, profesora adjunta del Instituto de Filosofía y Sociología de la Academia Científica Polaca. Hungría es “el ariete de China que, en casos dados, ralentiza o veta los decretos comunitarios incómodos”, agrega esta experta, que es también investigadora del Instituto de Democracia de la Universidad Centroeuropea. “Hemos firmado 18 acuerdos, celebramos más de una docena de reuniones y acordamos nuevos planes para seguir desarrollando nuestra asociación estratégica. ¡Esto es lo que yo llamo conectividad!”, dijo Orbán en X.
Con todo, la UE sigue siendo de lejos el principal socio comercial de Hungría y el país ha recibido de Bruselas 60.000 millones de euros de fondos comunitarios en los últimos 20 años.
“Hungría es un país relativamente pequeño y tampoco es importante desde el punto de vista económico o geopolítico, pero para China es un actor importante” ya que no considera al gigante asiático como una amenaza, tal y como lo hace la UE, opina Ágnes Szunomár, experta en China a la televisión privada ATV. Varios analistas han apuntado a que en los acuerdos firmados ayer hay un desequilibrio que favorece a China y que difícilmente se detectan los intereses económicos húngaros. En este aspecto, Szunomár agrega que por parte húngara “podría tratarse también de intereses políticos, de búsqueda de aliados fuera de la UE, lo que ya es una característica de la política exterior húngara”.
El Gobierno de Orbán, en el poder desde 2010, anunció en 2012 la llamada “apertura hacia el Este”, principalmente hacia China y Rusia, bajo el argumento de convertirse en un puente entre Occidente y Oriente.
Orbán anunció ayer que “existe un gran potencial para ampliar la cooperación entre Hungría y China en todo el espectro de la industria nuclear”, que suministrará la próxima década entre el 60% y 70% de la energía al país. Las fábricas de baterías para vehículos eléctricos que China planea construir en Hungría necesitarán mucha energía, que podría ser abastecida con futuros proyectos nucleares, recogen varios medios locales.