ESTADOS UNIDOS-IRÁN
El comandante Soleimaní fue asesinado por Estados Unidos el 3 de enero. Miles de iraníes se reunieron para despedirlo.
Cientos de miles de personas se congregaron hoy en el centro de Teherán para rendir tributo al comandante Qasem Soleimaní, asesinado por Estados Unidos el pasado viernes, en un funeral que contará con la presencia del líder supremo, Alí Jameneí.
Desde primera hora de la mañana del lunes, los iraníes se acercaron andando hacia la zona de la Universidad de Teherán y de la cercana plaza Enghelab, donde dieron comienzo las honras fúnebres, entre gritos de "Muerte a EE. UU." y "Muerte a Israel".
Las asistentes al cortejo fúnebre portan fotografías de Soleimaní, banderas iraníes y estandartes negros de luto, así como pancartas con lemas contra Estados Unidos.
Debido a la multitud que se esperaba, la policía se desplegó horas antes en la zona para aplicar limitaciones de tráfico y pedir a los residentes que retiraran sus vehículos de las calles.
Las autoridades han aumentado las medidas de seguridad en la capital iraní, que es sobrevolada por helicópteros desde ayer por la tarde.
El líder supremo será el encargado de dirigir un rezo multitudinario en honor a Soleimaní, que era el comandante de la Fuerza Quds de la Guardia Revolucionaria.
Los jefes de los poderes ejecutivo, judicial y legislativo, miembros del Gobierno, diputados y altos comandantes militares asisten a la ceremonia.
Los restos de Soleimaní y del vicepresidente de la milicia chií iraquí Multitud Popular, Abu Mahdi al Mohandes, que falleció en el mismo ataque estadounidense, llegaron ayer a Irán.
La víspera se celebraron multitudinarios cortejos fúnebres en la ciudad de Ahvaz, en el suroeste del país y fronteriza con Irak, y en la ciudad santa de Mashad (noreste), sede del mausoleo de octavo imán de los chiíes Reza.
Las exequias continuarán mañana en la ciudad natal de Soleimaní, Kerman, en el sur del país.
Soleimaní era el encargado de las operaciones fuera de Irán de los Guardianes de la Revolución, por lo que era habitual su presencia en Irak y en Siria para supervisar a las milicias respaldadas por Teherán en ambos países árabes.
Las autoridades iraníes han prometido vengar su muerte y consideran que el asesinato marca un punto de inflexión y llevará a la retirada de las tropas estadounidenses de la región, aunque Washington comenzó a enviar cientos de soldados más.
Ante las posibles represalias de Irán, el presidente estadounidense, Donald Trump, advirtió ayer de que puede que en ese caso EE. UU. responda de "una manera desproporcionada".