El tramo final de la campaña
Jair Bolsonaro mantiene su discurso duro; Haddad va tras los votantes de Ciro Gomes.
El candidato ultraderechista Jair Bolsonaro y el izquierdista Fernando Haddad no tienen tiempo que perder. El domingo quedaron como los finalistas para la segunda vuelta del 28 de octubre que definirá quién será el próximo presidente de Brasil.
Bolsonaro reanudó su campaña en las redes sociales. "Reducir el número de ministerios, eliminar y privatizar (empresas) estatales, (...) descentralización del poder dando más fuerza económica a los estados y municipios", proclamó en Twitter el candidato del Partido Social Liberal (PSL), tras obtener 46,03% de los votos el domingo.
Haddad —suplente de Luiz Inácio Lula Da Silva inhabilitado por estar condenado a 12 años de prisión por corrupción y lavado de dinero—, recibió el 29,1% de los votos el domingo.
Ahora que la carrera se redujo a dos candidatos, algunos analistas ven a Haddad como el heredero natural de muchos votos de centro que estarán en disputa. Pero la magnitud de la victoria de Bolsonaro en primera vuelta (17 puntos de ventaja) ha dejado poco espacio de maniobra al candidato del PT.
Bolsonaro dijo que mantendrá su discurso de mano dura. "No puedo convertirme en un pequeño Jair Paz y amor. Sería traicionar quien soy. Tengo que seguir siendo la misma persona". Sus palabras fueron una crítica velada a Lula, quien en 2002 ganó la presidencia presentándose como el candidato "Paz y Amor".
Reflejando la confianza en que ganará el balotaje, Bolsonaro anunció que ya había iniciado conversaciones con otros legisladores en el Congreso para formar una coalición de gobierno. La noticia fortalecía las expectativas de reformas rápidas y pro mercado.
Haddad, en tanto, viajó a Curitiba para visitar en la cárcel a su líder Lula Da Silva. Los dos pasaron tres horas reunidos, en la celda de 15 metros cuadrados, diseñando la estrategia para la segunda vuelta.
"Voy a conversar con las fuerzas democráticas del país, representadas por algunas candidaturas" como la de Ciro Gomes (centroizquierda) —tercer lugar— y la de Guilherme Boulos (izquierda), así como con gobernadores, dijo Haddad al término del encuentro. "Tenemos interés en que las fuerzas democráticas estén unidas en torno a este proyecto" del PT, agregó.
Pero la tarea se anuncia titánica para Haddad, que logró salvar in extremis al PT de una debacle histórica.
Bolsonaro ya había obtenido el apoyo de los mercados y de las influyentes iglesias evangélicas, y de los grandes productores rurales. Su hasta ahora pequeño partido PSL, se convirtió el domingo en la segunda bancada de la Cámara de Diputados y entró por primera vez al Senado.
Ahora Bolsonaro tendrá que tratar de reducir sus elevados índices de rechazo —de 45%, según la encuestadora Datafolha— cosechados a lo largo de una carrera plagada de declaraciones misóginas, homófobas y racistas, además de su justificación de la tortura durante la dictadura militar (1964-1985).
Bolsonaro no ha hecho campaña en las calles desde que el 6 de septiembre recibió una puñalada durante un acto electoral, que lo puso al borde de la muerte. Su dominio en las redes sociales es, no obstante, incontestable.
"La elección es de ustedes: ser gobernados por alguien limpio o por un poste mandado por un preso por corrupción", escribió en relación a Haddad, al que las últimas encuestas del sábado daban en empate técnico en una segunda vuelta.
Una de las cartas más fuertes con las que pretende contar Haddad es el apoyo de Ciro Gomes, del Partido Democrático Trabalhista (PDT), que fue ministro de Lula y consiguió 12,5% de los votos el domingo.
Gomes dijo que "luchará para defender la democracia". Y cuando se le preguntó a quién apoyaría en el balotaje, se refirió al lema que han utilizado en las últimas semanas los manifestantes que se oponen a Bolsonaro: "Él no, ciertamente".
Ayer lunes el diario OGlobo informó que Gomes es partidario de un "apoyo crítico" a Haddad.
El expresidente Fernando Henrique Cardoso, referente del Partido de la Social Democracia de Brasil (PSDB), cuyo candidato Geraldo Alckmin fue el cuarto más votado en la primera vuelta con sólo un 4,76% de los votos, es otro de los líderes cotizados por los que disputarán el balotaje. Ayer Cardoso negó que vaya a apoyar al candidato del PT. "Las redes divulgaron que apoyaré a Haddad. Es mentira", afirmó en un mensaje en Twitter.
"Ni el PT ni Bolsonaro manifestaron compromiso con lo que creo. ¿Por qué tendría que pronunciarme sobre candidaturas que son contra o no se definen sobre temas por los que tengo aprecio para el país y el pueblo?", se preguntó Cardoso, al dar a entender que puede permanecer neutro, aunque ayer se especulaba que podría pronunciarse en estos días.
La senadora Ana Amelia Lemos, compañera de fórmula de Alckmin pero que pertenece al Partido Progresista (PP) de Río Grande do Sul, sí anunció ayer su apoyo a Bolsonaro para la segunda vuelta.
Mercados reaccionaron al alza
Los mercados brasileños celebraron ayer lunes el resultado de la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Brasil, que dejó al ultraderechista Jair Bolsonaro con una "clara ventaja" para ganar el balotaje el 28 de noviembre.
El índice Ibovespa de la bolsa de San Pablo cerró con una ganancia de 4,57%. Y el dólar se cotizó a 3,766 reales, frente a 3,858 al cierre del viernes.
Algunas acciones de empresas pasibles de privatización en un potencial gobierno de Bolsonaro subieron con fuerza. Eletrobras registró un alza de 17,3% y Petrobrás 11,02%. La confianza de los mercados reposa en el anuncio de Bolsonaro de que, si gana, nombrará al liberal Paulo Guedes al frente de un "superministerio" que uniría las carteras de Hacienda, Industria y Comercio, de Planificación y la secretaría encargada de Asociaciones e Inversiones del Estado. Aunque la "fragmentación" del Congreso representa un desafío para las reformas fiscales y, en particular, del deficitario sistema de pensiones, la victoria de Bolsonaro lo dejó en "clara ventaja" y "aumentó las chances de una reforma promercado", resumió la consultora Capital Economics en un informe.
El asesor liberal de Bolsonaro
Pocas cosas definen mejor las concepciones de Paulo Guedes, gurú económico de Jair Bolsonaro y probable ministro de Hacienda, como su visión del Estado: cuanto más chico, mejor.
Formado en Brasil pero moldeado en la cuna del liberalismo económico moderno, la Universidad de Chicago, donde hizo su maestría y su doctorado, Guedes, de 69 años, fue siempre un activo promotor de su credo: apertura económica, reducción de impuestos y simplificación de la estructura fiscal.
Tal vez por eso su acercamiento a Bolsonaro, un proteccionista de todas las horas, llamó la atención. Bolsonaro solucionó el tema con una voltereta: "De verdad, no entiendo de economía", dijo al diario O Globo.
Guedes se perfila como un "superministro", que debería unir bajo su mando las carteras de Hacienda, Industria y Comercio, Planificación y la secretaría de Asociaciones e Inversiones del Estado.
Sus desafíos: reducir el déficit fiscal y revertir el ascenso de la deuda pública, que pasó del 58% del PIB en 2013 a 77,3% en la actualidad, y que sin reformas podría llegar a 140% en 2030, según el Banco Mundial.
Guedes trae una receta de su manual de Chicago bajo el brazo: "Reducir la deuda pública en un 20% mediante privatizaciones, concesiones" y la venta de propiedades estatales, según el programa de Bolsonaro. Guedes también es partidario de una transición del actual sistema de jubilaciones hacia un régimen de capitalización o cotizaciones individuales.
La convivencia Guedes-Bolsonaro ya tuvo tiranteces.
En septiembre, el asesor puso los pelos de punta a los empresarios al decir que podría resucitar un impuesto a las transacciones financieras. Bolsonaro tuvo que salir a apagar el incendio. "El presidente seré yo. Hablé con él. Me dijo que fue un error. Él quiere disminuir la cantidad de impuestos", explicó. E insistió: "Tendremos un ministro, sí, pero por encima de él, hay un comandante en jefe que se llama Jair Bolsonaro". AFP.