Hoy jueves cierra la campaña electoral en Venezuela para las elecciones del domingo. A estas alturas, dos palabras se mezclan: expectativa e incertidumbre.
¿Qué garantías de transparencia ofrece el régimen chavista, que controla todos los niveles del Estado en Venezuela? Hay múltiples denuncias de represión a la oposición.
¿Quién ganará las elecciones? Las encuestas adelantan que la oposición encabeza la intención de voto, pero el régimen no las da por buenas.
¿Qué actitud adoptará Nicolás Maduro una vez conocido el resultado? El principal referente de la izquierda regional, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, le reclamó que si pierde deber aceptar la derrota, cuando Maduro advirtió que una victoria de la oposición llevaría a un “baño de sangre”.
¿Qué harán las Fuerzas Armadas, sostén del régimen hasta ahora? “¡Chávez vive!”, gritan los militares venezolanos en su saludo oficial. “¡La Fuerza Armada Nacional Bolivariana me apoya, es chavista, es bolivariana, es revolucionaria!”, dice Maduro. Saque sus propias conclusiones.
Lo seguro es que Maduro irá por la reelección para un tercer mandato de seis años, y que la oposición, coaligada en la Plataforma Unitaria Democrática (PUD), lleva un candidato alternativo, el diplomático Edmundo González Urrutia, ante la inhabilitación de la líder y favorita de los votantes, María Corina Machado.
El régimen aplicó el dedazo sobre quiénes pueden actuar como observadores en estas elecciones. Vetó a la Unión Europea y elaboró una lista de personalidades a los que le permitirá la entrada, en su mayoría afines al chavismo. En esa lista figuraba Alberto Fernández, pero en las últimas horas Venezuela lo borró porque tenía “dudas sobre (su) imparcialidad”.
“El gobierno nacional venezolano me transmitió su voluntad de que no viajara y desistiera de cumplir con la tarea que me había sido encomendada por el Consejo Nacional Electoral”, escribió el expresidente argentino en la red X.
“La razón que se me dio es que, a juicio de aquel gobierno, declaraciones públicas realizadas por mí ante un medio nacional causaban molestias y generaban dudas sobre mi imparcialidad. Entendieron que la coincidencia con lo que había expresado un día antes el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, generaba una suerte de desestabilización del proceso electoral”, agregó.
“Ante la insólita demanda, creí conveniente no viajar y no dar lugar a que se me atribuya querer enturbiar una jornada electoral trascendental, cuando solo buscaba cumplir con la tarea propia de un veedor electoral”, subrayó.
Fernández había instado a Maduro a que aceptara los resultados. “Si es derrotado, lo que tiene que hacer es aceptar, como dijo Lula: el que gana, gana, y el que pierde, pierde”, señaló el expresidente argentino a la emisora Radio Con Vos.
El lunes, Lula aseguró que se había asustado por declaraciones de Maduro que auguraban “un baño de sangre” si él perdía las elecciones. “Quien pierde las elecciones toma un baño de votos, no de sangre”, afirmó Lula a agencias internacionales en Brasilia. “Maduro tiene que aprender: cuando ganas, te quedas; cuando pierdes, te vas. Y te preparas para disputar otra elección”, añadió.
Lula envió a Venezuela a su asesor en política exterior, Celso Amorim, para que observe las elecciones. Varios expresidentes también irán con el aval de Maduro, entre ellos el dominicano Leonel Fernández, el colombiano Ernesto Samper, el panameño Martín Torrijos y el español José Luis Rodríguez Zapatero.
Para agregar más expectativa e incertidumbre, el régimen ha acusado a la oposición de pretender sabotear las elecciones, y ayer miércoles el presidente del Consejo Nacional Electoral (CNE) de Venezuela, Elvis Amoroso, denunció una supuesta campaña mediática contra los comicios. Esta denuncia fue suscrita por el ministro de Defensa, Vladimir Padrino, y por el fiscal general, Tarek William Saab.
Esta semana, Maduro acusó a las agencias internacionales de noticias, así como a varios medios extranjeros, de “sicarios de la mentira”, y de querer “manchar” las elecciones.
La sospecha de un fraude para evitar el triunfo de la oposición está sobre la mesa. Ayer miércoles un conjunto de expresidentes iberoamericanos, que integran el Grupo Libertad y Democracia, alertó sobre este punto. “Cualquier intento de fraude debe ser castigado con las máximas sanciones, y se debe proceder a una judicialización internacional efectiva contra Nicolás Maduro y su círculo más cercano”, expresó Libertad y Democracia en un comunicado.
El grupo está conformado por el mandatario dominicano Luis Abinader, y los expresidentes José María Aznar y Mariano Rajoy de España, así como por los exmandatarios Mario Abdo Benítez, de Paraguay; Jeanine Áñez y Jorge Quiroga, de Bolivia; Felipe Calderón y Vicente Fox, de México; Iván Duque y Andrés Pastrana, de Colombia; Osvaldo Hurtado, Jamil Mahuad y Guillermo Lasso, de Ecuador; Rafael Calderón y Miguel Ángel Rodríguez, de Costa Rica; Mireya Moscoso, de Panamá; y Mauricio Macri, de Argentina.
La oportunidad de poder ganar estas elecciones presidenciales ha hecho, de acuerdo con el consultor político y director de Log Consultancy, Giulio Cellini, que el bloque mayoritario antichavista se vuelva a reunir y deje sus diferencias a un lado, al menos, por el momento. “Vista la oportunidad de que se produzca el cambio político, vista la oportunidad de que la elección pueda resultar exitosa para los intereses de la oposición, se han unido electoralmente; es una unidad electoral (...) todos coincidieron, por fin, en la ruta electoral”, dijo Cellini a EFE.
Así las cosas, el lunes otra Venezuela despertará. (Con información de AFP y EFE)
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