AFP/EFE
Alexander Lukashenko fue “reelegido” ayer domingo para un séptimo mandato como presidente de Bielorrusia con el 87,6% de los votos, según primeros datos oficiales, en unas elecciones sin oposición que dieron la victoria al autócrata que gobierna con mano de hierro desde 1994.
Durante su mandato que ahora termina, el líder de 70 años sofocó por completo cualquier tipo de disidencia tras las protestas de 2020. La oposición en el exilio calificó las elecciones de ayer de “farsa”.
La semana pasada, al ser preguntado sobre las relaciones con EE.UU. tras la la investidura de Donald Trump, Lukashenko aseguró que con su llegada al poder los problemas los va a tener Europa y no Bielorrusia.
“Con la llegada de Trump, Bielorrusia no tendrá problemas, es Europa la que sí tendrá. Y ya han empezado. (...) él se lo dijo directamente y yo le apoyo en eso: si quieren luchar en Ucrania, entonces paguen, no el 2%, sino el 5%”, afirmó Lukashenko.
En opinión del mandatario, Washington pondrá a Bruselas en “tal postura” que le impedirá “levantarse durante muchas décadas o siglos”.
A la vez, al hablar de la guerra en Ucrania, aseguró que este año se vislumbrará una “luz al final del túnel” aunque no se trate del fin del conflicto.
Tras las votaciones de ayer la Unión Europea afirmó que pondrá nuevas sanciones contra el régimen de Lukashensko al considerarlas ilegítimas.
Por su parte, Lukashenko aseguró, después de votar en un colegio electoral de Minsk, que le da lo mismo que los países occidentales no reconozcan las elecciones presidenciales de este domingo. “Hay que tomarse las cosas con calma”, aseguró.
“Si las reconocen (las elecciones), lo agradeceremos. Y si no, pues eso ya está hecho”, insistió.
Sanciones
La Unión Europea (UE) se comprometió a seguir imponiendo sanciones contra el régimen de Lukashensko al considerar que las elecciones “simuladas” en Bielorrusia, no tienen “ninguna legitimidad”.
“La UE seguirá imponiendo medidas restrictivas y selectivas contra el régimen, al tiempo que apoya financieramente a la sociedad civil, a las fuerzas democráticas bielorrusas en el exilio y a la cultura bielorrusa”, afirmaron la jefa de la diplomacia europea, Kaja Kallas, y la comisaria de Ampliación de la UE, Marta Kos, en un comunicado conjunto.
Asimismo, la Unión Europea instó al régimen de Lukashensko “a que libere de inmediato e incondicionalmente a todos los presos políticos, más de mil de los cuales están detenidos arbitrariamente, incluido un empleado de la Delegación de la Unión Europea”.
Rusia
La implicación del régimen bielorruso en la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania y sus ataques híbridos contra sus vecinos son otros de los motivos por los cuáles la UE continuará imponiendo medidas restrictivas, recalcaron Kallas y Kos.
No obstante, una vez Bielorrusia emprenda “una transición democrática”, la UE “está dispuesta a ayudar al país a estabilizar su economía y reformar sus instituciones”, dijeron. Lukashenko aseguró ayer: “Las reconozcan o no las reconozcan (las elecciones) en la Unión Europea, es cuestión de gustos. Créanme, a mí me da absolutamente lo mismo. Lo importante es que las elecciones sean reconocidas por los bielorrusos”, dijo el mandatario a la prensa.
En una resolución adoptada el pasado miércoles, el Parlamento Europeo pidió a la UE, a sus Estados miembros y a la comunidad internacional que no reconozcan la legitimidad del considerado como el último dictador de Europa. Lukashenko ha declado que siente “orgulloso” de serlo.
Antecedentes
La del ayer fue la primera votación presidencial desde 2020, cuando Lukashenko reprimió las grandes protestas contra él tras una elección que los opositores y los países occidentales consideraron fraudulenta.
En febrero de 2022 permitió a Rusia utilizar su territorio para lanzar la invasión a Ucrania. “Tenemos una democracia brutal en Bielorrusia”, dijo Lukashenko a la prensa tras votar. “No presionamos a nadie y no silenciamos a nadie”, agregó, señalando que los presos encarcelados podían pedir ser perdonados pero “si tú no lo pides, quiere decir que estás bien. Tienes que pedirlo”.
Los principales adversarios políticos del gobernante están actualmente encarcelados o exiliados. La líder de la oposición exiliada en Polonia, Svetlana Tijanóvskaya, tachó la elección de “farsa” y calificó a Lukashenko de “criminal que se hizo con el poder”.
Lukashenko, de quien algunos sospechan que quiere delegar el poder a unos de sus tres hijos, desmintió el rumor. Su hijo más joven, Nikolai, “ni en su peor pesadilla soñaría” en convertirse en presidente y “ninguno de mis hijos podría”, aseguró a la prensa.
El viernes, en un discurso a sus seguidores, Lukashenko calificó lo que ocurrió en 2020 “como una vacuna” para no que vuelva a suceder.
“Todos nuestros opositores y enemigos deben entenderlo: no tengan esperanza, nunca se repetirá lo que tuvimos en 2020”, declaró en un estadio de la capital Minsk. En aquellas protestas, decenas de miles de personas salieron a la calle para denunciar unas elecciones amañadas.
Según la ONU, más de 300.000 bielorrusos, de una población de nueve millones, han huido por razones políticas, principalmente a Polonia.
Frente a esta represión, los países occidentales han impuesto una serie de sanciones a Bielorrusia, lo que ha llevado a Lukashenko a acelerar su acercamiento al Kremlin y abandonar su estrategia de equilibrio entre Moscú y Occidente que en momento tuvo.
Con el apoyo de su aliado, el presidente ruso Vladimir Putin, Lukashenko consiguió mantenerse en el poder por décadas mediante arrestos, violencia y duras penas de prisión contra opositores, periodistas, cooperantes o simplemente manifestantes a favor de la democracia.
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