Contagios de la variante ómicron descienden en Sudáfrica tan rápido como subieron

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Un funcionario de la salud en un centro de test de COVID-19. Foto: EFE
EFE/EPA/MARTIN DIVISEK/Archivo
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CORONAVIRUS 

Que haya sido el primer país donde se detectó el nuevo linaje y que un mes y medio más tarde los casos muestren una tendencia a la baja es tomado con un prudente optimismo.

La curva de casos de COVID-19 en Sudáfrica, donde se identificó por primera vez la variante ómicron a mediados de noviembre y donde es mayoritaria, muestra una clara tendencia a la baja en los últimos días tras alcanzar un máximo de contagios diarios el 17 de diciembre, cuando se llegó a la cifra de 23.437 casos nuevos. A partir de entonces, el número de infecciones ha ido en descenso hasta llegar a poco más de 15.000 el pasado domingo. La clave está en la provincia de Gauteng, donde surgió la variante y epicentro de la enfermedad. “Todo apunta a que hemos superado el pico de las infecciones en Gauteng”, aseguraba la semana pasada a los medios Michelle Groome, responsable del Instituto Nacional de Enfermedades Transmisibles de Sudáfrica.

Por su parte, Marta Nunes, investigadora principal del departamento de análisis de vacunas y enfermedades infecciosas de la Universidad de Witwatersrand, en Johanesburgo, compartió el optimismo de la doctora Groome y aseguró a Associated Press: “La caída de nuevos casos a nivel nacional combinada con la caída sostenida de nuevos casos vista aquí en la provincia de Gauteng, que durante semanas ha sido el centro de esta ola, indica que hemos superado el pico”. En este sentido, manifestó que “fue una curva corta (...) y la buena noticia es que no fue muy grave en términos de hospitalizaciones y muertes”, dijo. “No es inesperado en epidemiología que un aumento muy pronunciado, como el que vimos en noviembre, sea seguido por una disminución pronunciada”, concluyó.

La curva de esta ola de coronavirus en Sudáfrica, donde la variante ómicron es dominante, se asemeja a una montaña con una gran pendiente, mucho más que en las olas anteriores, pero su bajada también está siendo muy brusca. Que Sudáfrica haya sido el primer país donde se detectó el nuevo linaje y que un mes y medio más tarde los casos muestren una tendencia a la baja es tomado con un prudente optimismo por la comunidad científica. Dicho descenso es más drástico todavía en la provincia de Gauteng, la más poblada de Sudáfrica, pues allí se encuentran su ciudad más habitada, Johanesburgo, y su capital, Pretoria, donde el 90% de los casos detectados pertenecen a la ómicron.

Los contagios cayeron en dicha provincia de 16.000 el 12 de diciembre a poco más de 3.000 diarios la semana pasada. Aunque estas cifras son muy positivas respecto a la evolución de la pandemia, los expertos mantienen la prudencia porque son conscientes de que el virus sigue circulando.

Ridhwaan Suliman, investigador del Consejo de Investigaciones Científicas e Industriales de Sudáfrica, aseguró a través de Twitter que los casos habían descendido en la última semana en el país en un 19%, aunque la positividad (porcentaje de positivos en las pruebas realizadas) seguía siendo alta, en torno a un 29%. Asimismo, aunque las hospitalizaciones aumentaron respecto a la semana anterior, tienden a ralentizarse.

Los datos procedentes de Sudáfrica también sugieren que la ómicron es entre un 70% y un 80% menos severa que la variante delta, según aseguró John Nkengasong, director de los Centros para el Control de Enfermedades (CDC) africanos, durante una rueda de prensa. Pero en este caso también se reclama prudencia. “Estos datos no deberían extrapolarse a todos los países, tenemos que interpretarlos con cautela”, dijo, revelando que factores como la media de edad de una población joven como la sudafricana podría desempeñar un papel relevante en los mismos.

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