LA PANDEMIA DEL COVID-19
El COVID-19 desató otro conflicto entre las potencias. EE.UU. asegura que fue creado en un laboratorio en Wuhan. China lo niega y llegó a manejar que fue culpa del Ejército estadounidense.
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Antes de la pandemia del nuevo coronavirus, Estados Unidos y China estaban embarcados en una guerra comercial. Habían iniciado conversaciones para llegar a un acuerdo, y cuando todo indicaba que estaban muy cerca, el COVID-19 alteró la agenda y desató “otra guerra”. Esta sobre dónde y cómo surgió el virus.
Estados Unidos asegura que fue creado en un laboratorio a pocos kilómetros de la ciudad china de Wuhan, donde se dieron los primeros casos. China lo niega y llegó a manejar que fue el Ejército estadounidense, en maniobras cerca de Wuhan, el que les introdujo el virus.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) terció en la polémica y aseguró que el virus tiene un “origen natural”, descartando la tesis del gobierno de Donald Trump. El principal asesor del presidente en este tema, Anthony Fauci, tampoco cree que el virus venga de un laboratorio chino.
Como sea, la pandemia del nuevo coronavirus sí vino a mostrar que Estados Unidos y China se están disputando quién tendrá la hegemonía del mundo en el siglo XXI. Así lo dijo ayer martes el elegido de Trump para dirigir los servicios de inteligencia, John Ratcliffe, para quien China es la mayor amenaza que tiene su país, y aseguró que el régimen comunista de Pekín está decidido a tomar el lugar de superpotencia que ostenta Estados Unidos.
Ratcliffe concurrió a una audiencia de confirmación en el Senado. “Veo a China como el mayor actor de amenazas en este momento”, dijo. “Miren con respecto al COVID-19 y el papel que juega China, la carrera hacia el 5G, cuestiones de ciberseguridad: todos los caminos conducen a China”, agregó.
En su presentación, citó el impulso geopolítico que ha tomado China a través de “Iniciativa del cinturón y nueva Ruta de la Seda”, sus programas para adquirir rápidamente tecnologías estratégicas y su “iniciativa de fusión militar-civil”, que mantiene al sector privado en línea con el gobierno.
“Todo estos son ruedas de la misma iniciativa y eso es para que China nos suplante como la superpotencia mundial”, afirmó Ratcliffe. Y añadió: “Es claro que no queremos que un régimen autoritario como el Partido Comunista Chino establezca estándares en el mercado mundial”.
El director nacional de Inteligencia supervisa 16 organismos, incluyendo la CIA, la Agencia de Seguridad Nacional y la división de contrainteligencia del FBI.
Natural o laboratorio.
En este contexto, Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas y principal asesor epidemiológico de la Casa Blanca, descartó que el nuevo coronavirus fuera creado en un laboratorio, lo que contradice la versión que defiende Trump.
“Si se mira la evolución del virus en murciélagos y qué hay ahora (la evidencia científica) tiende muy, muy fuertemente hacia que (el virus) no pudo ser artificialmente o deliberadamente manipulado”, opinó Fauci en una entrevista con National Geographic.
El experto agregó que “todo en la evolución en el tiempo indica en gran manera que (el coronavirus) evolucionó en la naturaleza y luego saltó entre especies”.
Estas declaraciones van en línea con los expertos de la OMS, que descartaron que el coronavirus causante de la COVID-19 surgiera en un laboratorio de China. “El coronavirus circula de forma ancestral entre los murciélagos, es algo que sabemos basándonos en la secuencia genética de este virus. Lo que necesitamos entender es cuál ha sido el animal que actuó como intermediario, es decir que fue infectado por los murciélagos y lo transmitió al humano”, sostuvo el lunes la jefa del Departamento de Enfermedades Emergentes de la OMS, María Van Kerkhove.
“No hemos recibido ningún dato ni prueba específica del gobierno estadounidense sobre el presunto origen del virus, por lo que para nosotros sigue siendo especulativo”, declaró por su lado Michael Ryan, director de emergencias de la OMS.
Sin embargo, Trump viene insistiendo en que el virus tiene origen en un laboratorio de Wuhan, e incluso amenazó a China con aplicarle nuevos aranceles.
A la defensa de esta teoría se sumó el secretario de Estado, Mike Pompeo, quien dijo el domingo que Estados Unidos tiene una “enorme cantidad de pruebas” que sostienen la afirmación del presidente Trump. “Puedo decirle que hay una cantidad significativa de pruebas de que esto vino de ese laboratorio en Wuhan”, afirmó Pompeo durante una entrevista con la cadena ABC News.
"Trampa".
Trump anunció ayer martes que Fauci se presentará el 12 de mayo ante un panel del Senado -de mayoría republicana- que examina la respuesta al coronavirus, pero no testificaría ante la Cámara de Representantes, de mayoría demócrata. “La Cámara Baja es una trampa. La Cámara Baja es un montón de gente que odia a Trump. Ellos pondrán a todos los que odian a Trump en el comité”, dijo el presidente.
La Casa Blanca confirmó ayer martes que planea desmantelar su equipo de respuesta al COVID-19.
Se espera que el equipo de respuesta, que incluye a respetados expertos en salud como Anthony Fauci y Deborah Birx, reduzca gradualmente sus operaciones en el próximo mes y finalmente las distribuya entre agencias del Gobierno, explicó el vicepresidente Mike Pence. “Estamos pensando en el festivo de Memorial Day (25 de mayo) o en principios de junio como la fecha en la que podríamos empezar la transición”, dijo Pence. El vicepresidente, que preside el equipo de respuesta, subrayó que, para finales de mayo o principios de junio, el Gobierno espera que el panorama sea “muy diferente” al actual, con el pico de casos ya superado.
Sin embargo, el anuncio llega solo un día después de que un modelo de predicción de la evolución de la pandemia en el que se fija a menudo la Casa Blanca actualizara sus cálculos para pronosticar que la crisis dejará más de 134.000 muertes en Estados Unidos para el 4 de agosto. Esa proyección, del Instituto de Métricas y Evaluaciones de Salud (IHME) de la Universidad de Washington, implica que el número de fallecimientos por COVID-19 casi llegaría a duplicarse en tres meses respecto a la cifra actual, de más de 70.000 muertes.
El propio presidente Donald Trump admitió el pasado domingo que la pandemia podría dejar 100.000 muertes.
Creado a finales de enero, el grupo de trabajo contra el coronavirus está compuesto por una veintena de altos cargos de distintas agencias del Gobierno. Las recomendaciones de ese grupo no siempre han gustado a Trump, impaciente por reactivar la economía, y Fauci ha contradicho en varias ocasiones al mandatario, la última ayer, cuando dijo que no hay “pruebas científicas” de que el coronavirus surgiera en un laboratorio chino.
No obstante, la desintegración del equipo de trabajo no equivale a un despido formal de Fauci, quien podrá seguir dirigiendo el Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas y Alergias, ni de Birx, quien antes de coordinar el grupo encabezaba los esfuerzos de Estados Unidos para acabar con el sida en el mundo.
Lo que se espera que continúe, según The New York Times, es un segundo grupo de trabajo dirigido por el yerno y asesor de Trump, Jared Kushner, que está centrado en supervisar el desarrollo de tratamientos terapéuticos del COVID-19.
Olivier Thibault, AFP
¿Cómo un organismo tan minúsculo como un virus pudo desmoronar la economía mundial, confinar megalópolis enteras y alterar la existencia de miles de millones de humanos?
Para el geógrafo Michel Lussault, el poder inconmensurable del nuevo coronavirus reside en la globalización. Lussault es profesor de la Escuela Normal Superior de Lyon, director de la Escuela Urbana de Lyon y autor del libro L’homme spatial (El Hombre Espacial).
-¿Por qué pandemias modernas más mortales que el COVID-19, como las gripes de 1957 y 1968, con más de un millón de muertos cada una, no provocaron semejante parálisis en el mundo?
-Porque lo que ha cambiado en los últimos 60 años es el propio mundo. Nos estamos dando cuenta de que lo que llamamos el mundo es un mismo espacio atravesado por comunicaciones y conexiones intensas. Hay una desproporción entre el tamaño y el campo de acción del virus, que trabaja a escalas infinitesimales, y el pánico y la parálisis globales que se apoderaron del mundo.
-¿Por qué semejante desproporción?
-La principal explicación tiene que ver con el hecho de que la globalización alteró por completo el planeta en los últimos 60 años. La razón de la evolución de este pequeño contagio local hacia una crisis global es lo que llamo la hiperespacialidad, es decir, la conexión entre todas las cosas y personas. Con mi celular, soy capaz de relacionarme con cualquier persona. Lo que es sorprendente es la rapidez de la pandemia. Se necesitó menos de un trimestre para que el mundo se detuviera. Tiene que ver con la hiperespacialidad: la movilidad de los chinos, de los europeos y de los estadounidenses por motivos económicos y turísticos. Hoy en día, un portador del virus puede recorrer miles de kilómetros y contaminar a decenas de personas. Con los sistemas de información continua y las redes sociales, cualquier noticia menor se convierte en planetaria. Inexorablemente, la puesta en escena y el seguimiento en tiempo real de la pandemia en todo el mundo amplifica considerablemente su impacto. Si quisiéramos hacer una metáfora podríamos decir que mediante la información continua y las redes sociales, el mundo vive una sobrerreacción inmunitaria.
-¿Cómo explicar que el virus sea capaz de tener efectos a escalas tan diferentes?
-En el momento en que uno enferma a escala corporal, queda confinado a escala local, en su casa. Su ciudad también queda confinada. Y el país. Europa se ve afectada. Y vemos cómo las relaciones internacionales se ven afectadas. Más de 4.000 millones de personas quedan confinadas y el planeta entero se ve implicado. Todo está integrado por esta pandemia, desde el mayor espacio hasta el más pequeño, donde el cuerpo se confronta con el virus. Este sincronismo es sorprendente y también aquí la información y las redes sociales desempeñan un papel. Para no entender lo que sucede en todas las escalas al mismo tiempo, la única solución es desconectarse de las redes de información y entrar en un doble confinamiento: me quedo en casa y corto toda relación con exterior.