“¡¿Cuánto me dijiste que está?, pero la puta!”, exclama un alto funcionario del gobierno argentino, sin disimular el nerviosismo y al enterarse de la cotización del dólar. En ese momento llegaba a los $480. Y no paraba de subir. El funcionario esperaba, al igual que algunos pocos ministros y secretarios, la llegada del presidente Alberto Fernández al salón Blanco, luego del encuentro privado con el presidente de Rumania, Klaus Iohannis. En el Gobierno domina la desorientación.
Los nervios fueron moneda corriente durante otra jornada aciaga para el Gobierno, con el dólar por las nubes y pocas soluciones a mano. “(Sergio) Massa está desesperado negociando el desembolso del FMI, pero va a conseguir la plata”, comentaba ilusionado otro referente con despacho en la Casa Rosada. Pocos minutos después, el Presidente ratificaba, con muestras visibles de enojo, la continuidad de Miguel Angel Pesce como titular del Banco Central, y anunciaba represalias contra las “prácticas permanentes de la derecha argentina”, a la que atribuía la corrida. Otra más.
“Sergio está pensando en algo, pero cada vez con menos margen”, dice otro funcionario que, de todos modos, le pone una ficha al ministro de Economía.
Después de las 13, Massa finalmente encabezó la respuesta mediática y anunció que utilizará “todas las herramientas del Estado para ordenar” la situación del dólar, incluidas “causas penales como vehículo de investigación y esclarecimiento de algunos comportamientos y a la UIF y a la CNV para el análisis de operaciones vinculadas al lavado de dinero”. Lo escribió en Twitter. Sin conferencia de prensa.
Cerca del presidente aseguraron que el diálogo con Massa era “permanente” en esas horas de tensión. Pero nadie podían precisar si, además de las amenazas contra “los que nos están operando”, había en el mazo alguna carta más para jugar en materia
Fernández había llegado, pasadas las 11, a la Casa Rosada, y acompañó al presidente rumano por las escaleras hacia su despacho. El diálogo entre ambos, que duró una hora, tuvo como tema central la invasión de Rusia a Ucrania. Rumania, como miembro de la OTAN, rechaza la agresión rusa en los foros internacionales.
Durante la conferencia, cerca del presidente, admitieron que el primer mandatario abordaría la suba del dólar. El lunes, a pesar del récord financiero, Fernández dio una extensa entrevista a Nacional rock sin mencionar el dólar. Luego de escuchar con rostro serio a su colega rumano, y en la última de las cuatro preguntas reservadas para la prensa, Fernández la emprendió contra los que “instalan rumores a la mañana, operan todo el día, y se llevan su ganancia por la tarde”. Acusó allí a la oposición de “pedir que nos corten los créditos” y prometió “educarlos”, en un anticipo de los tuits de Massa.
De todos modos, y como parte del protocolo, Fernández y la primera dama, Fabiola Yañez, se tomaron más de una hora más para almorzar con Iohannis y la esposa, antes de despedirlos y volver a encerrarse en su despacho. El dólar, a esa hora, orillaba los $490, pero con tendencia bajista luego de los mensajes de Massa, en los que también aclaraba que, previo aviso al FMI, intervendría de modo más directo en el mercado cambiario.
En el gabinete, en tanto, la desinformación corría de manera paralela al desánimo. “No habla de economía”, dijeron cerca de un alto funcionario que responde al primer mandatario. “Sergio no me contestó”, se quejó otro miembro del Gobierno, ansioso por conocer las eventuales salidas del atolladero económico y político en el que está sumido el oficialismo. En el salón Blanco, acompañando al presidente, estuvieron entre otros la ministra de Desarrollo Social, Victoria Tolosa Paz; la secretaria de Asuntos Estratégicos, Mercedes Marcó del Pont, y la secretaria de Cambio Climático, Cecilia Nicolini. No abundaron las sonrisas y tampoco hubo comentarios sobre la crisis.
“No tenemos dólares para combatir la corrida”, se sinceraba otro integrante del Gobierno, en un reconocimiento de las escasas armas con las que, a pesar de los esfuerzos de Massa y Pesce, cuenta el Gobierno para hacerle frente al temporal cambiario. “Me parece que nos vamos a un dólar oficial de 300″, arriesgaba otro funcionario, aunque de segunda línea, en una muestra del pesimismo oficialista. El común denominador era la desorientación.
Por Jaime Rosemberg
LA NACIÓN (GDA)
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