CRUZARON CERCA DE 115 MIL CUBANOS
En los últimos siete meses, cerca de 115.000 cubanos cruzaron de manera ilegal por México.
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"Ay, mi hijo, esto es un drama, todo el que puede se va”, suelta una señora que espera su turno frente al Consulado de México en La Habanapara solicitar un visado. Igual que todos los días laborables, un grupo numeroso de personas hace cola aquí después de haber pedido cita hace meses a través de la página web de la sede diplomática.
En la pantalla de su móvil, un joven mira un vídeo de compatriotas suyos cruzando a nado el río Bravo al ritmo del reguetón de El campeón, de moda en la isla. Dice que uno de los autores de la canción, llamado el Kimiko, acaba de llegar a Estados Unidos por la frontera mexicana. “Ya él se bautizó”, comenta en la cola, cuando un funcionario llama al próximo por su nombre.
Como es prácticamente imposible conseguir cita en el consulado para una fecha cercana, algunos pagan cientos de dólares a no saben quién para que les adelanten la entrevista, sin garantía alguna de obtener el permiso de entrada.
La “gestión”, fruto del desespero, se la han inventado unos espabilados y habitualmente acaba en timo. De eso habla azorada esta buena mujer mientras espera, confesando que si le conceden el viaje de turismo no piensa regresar: “Mis dos hijos se fueron hace un año con sus mujeres por Centroamérica. Ya están en Miami, donde acaba de nacer mi primer nieto. Mi madre y mi hermana salieron después del Periodo Especial, así que me he quedado sola”.
Miles, decenas de miles de personas como los familiares de esta señora, se han marchado del país en los últimos tiempos por diferentes vías. Pero ahora es distinto. Lo que se está viviendo es una verdadera estampida, se van los jóvenes, familias enteras, algunas de las cuales hasta han vendido la casa para costearse el viaje. Las autoridades aseguran que son muchos más los que se quedan y que Estados Unidos manipula el asunto para dar una imagen de que en Cuba no se puede vivir. Pero el goteo no cesa.
“La actual crisis migratoria cubana -a la que no sé por qué no se le ha calificado como tal- me produce una enorme tristeza, porque es como una ola que crece y, por lo que percibo, seguirá creciendo, nos seguirá empobreciendo”, afirma el escritor cubano Leonardo Padura, autor de Como polvo en el viento, la gran novela del exilio posterior a la revolución, quien en estos momentos presenta el libro en España.
Los datos del Departamento de Aduanas y Protección de Fronteras de Estados Unidos son elocuentes. En siete meses, desde octubre de 2021 hasta abril de este año, cerca de 115.000 cubanos entraron a territorio estadounidense de forma irregular por la frontera mexicana, tres veces más que durante el pasado año fiscal (entre el 1 de octubre de 2020 y el 30 de septiembre de 2021, cuando 38.500 cubanos llegaron a Estados Unidos por la misma vía).
Los viajes se han incrementado exponencialmente desde que Nicaragua anunció en noviembre que los ciudadanos cubanos en adelante no necesitarían visado para entrar al país centroamericano.
Miles de personas han salido desde entonces de la isla rumbo a Managua, primera escala de un viaje que implica caer en manos de coyotes y polleros, cruzar fronteras y pagar sobornos a los funcionarios corruptos hasta llegar a los Estados del norte de México, una aventura de riesgo que puede suponer a los emigrantes un desembolso de entre 8.000 y 10.000 dólares para alcanzar su destino.
En diciembre, 7.983 cubanos entraron a Estados Unidos por la frontera sur. En enero fueron 9.700, casi el doble en febrero, 32.000 el pasado mes de marzo y un récord de 35.000 en abril, la misma cantidad de personas que abandonaron la isla durante la crisis de las balsas de 1994.
“Es un Mariel silencioso. Estamos hablando de que en los últimos meses entraron por México casi la misma cantidad de emigrantes que durante todo el éxodo de 1980, cuando se fueron 125.000 personas. Y la tendencia va a seguir”, destaca un sociólogo cubano, que indica que en esta estadística no entran los que emigraron a otros países, por ejemplo a España, o los que tratan de irse por mar pese al riesgo de ser deportados por los guardacostas estadounidenses -cerca de 1.000 balseros fueron interceptados en los últimos cuatro meses, más que en todo el año fiscal anterior.
Según las autoridades cubanas, desde enero hasta la fecha han sido repatriados a la isla más de 1.300 cubanos desde México, Estados Unidos y Bahamas, cuando en todo 2021 las deportaciones fueron 1.500. México ha tenido que habilitar un vuelo semanal (y a veces dos) para devolver a los emigrantes ilegales.
Las causas del actual éxodo son diversas, aunque quizás la principal sea el deterioro galopante de las condiciones de vida y el calvario en que se ha convertido la sobrevivencia en Cuba.
“Más que todo hay un desánimo general, una falta de esperanza absoluta en que la situación vaya a mejorar”, dice otro chico que hace cola para comprar un pasaje en la oficina de la aerolínea Copa, que vuela a Centroamérica.
“La gente ya no da más”, afirma, “los jóvenes no tienen aliciente para quedarse, y se van los mejores, los universitarios, los más preparados, y hasta personas con buena posición…”.
Lo confirma un diplomático europeo, que cuenta que en su embajada acaban de irse a Estados Unidos dos empleados que tenían una remuneración de cerca de 1.000 dólares mensuales, muy superior a cualquier salario en la isla: “Cuando les pregunté por qué se marchaban, uno me contestó: ‘vida solo hay una”.
Dos países paralelos, el del régimen y “el de la calle”
Leonardo Padura -que nunca ha querido irse de Cuba- tiene un observatorio privilegiado en el humilde barrio habanero de Mantilla. El escritor (premio Princesa de Asturias de las Letras 2015) vive cerca de una tienda en la que a diario se forman tremendas colas para conseguir los más modestos productos de primera necesidad. “Veo cada mediodía y cada noche que puedo los noticieros de la televisión cubana y escucho hablar de un país. Pero salgo a las calles de mi barrio, o de cualquier barrio de La Habana, y veo y me hablan de un país diferente, como paralelo. Ese país de la calle es un país agobiado, al borde de la desesperación por la falta de casi todo”, señala.
Dice que ha visto personas pasar toda la noche frente a un establecimiento para comprar lo que sea y a la mañana siguiente venderlo. “Oigo a casi todo el mundo quejarse de que el dinero no le alcanza ni para empezar”, así que, opina el escritor, “a nadie debería extrañarle entonces que haya tanta gente, de cualquier edad y condición buscando la forma de irse de ese país real, de largarse hacia cualquier parte, por cualquier vía”. Marcharse, observa, se ha convertido en “la única opción para muchos y quizás en la válvula de escape para la presión social. Y entiendo perfectamente que las personas tomen esa decisión, porque el discurso de los noticieros no los alivia de sus problemas y porque vida, ya se sabe, hay una sola”.
Como Padura, el cineasta Fernando Pérez, autor de películas de culto como Suite Habana o La vida es silbar, ve en la crisis y en ese divorcio entre la calle y el mundo oficial la causa de muchos males. “No soy economista, pero nos hemos demorado tanto tiempo en tomar algunas decisiones, que ahora es el peor momento y no dan respuesta. El discurso oficial va por un lado y la realidad por otro. Eso es muy dañino. La gente necesita respuestas, necesita diálogo. ¿Cómo mantener un diálogo? ¿A nivel de oposición? Yo no quiero ser opositor, pero ¿cómo voy a seguirte, si lo que me dices no tiene que ver con mi realidad?”, dijo en una reciente entrevista al medio digital Oncuba.