GLASGOW
La cumbre COP26, que se celebrará del 31 de octubre al 12 de noviembre en Reino Unido, abordará cómo la emisión del C02 volvió a subir en todo el mundo.
Naciones Unidas, en un informe de 2020, advirtió que las emisiones de CO2, que habían disminuido durante la pandemia por el cierre de fábricas en todo el mundo, ya alcanzaron los niveles previos a la pandemia.
Esta preocupante situación es la antesala de la cumbre climática COP26, que se celebrará del 31 de octubre al 12 de noviembre en Glasgow (Reino Unido), donde se evaluarán si hubo progresos desde el Acuerdo de París de 2015 y se buscará nuevos compromisos para intentar evitar que las temperaturas a final de siglo suban más de 1,5 °C respecto a los valores preindustriales.
Los grandes bloques del planeta llegan desde distintas realidades a esta gran conferencia climática.
Europa
La Unión Europea ha asumido el papel de líder global en la lucha climática, con la vista puesta en una carrera energética por sostenibilidad y hacia la energía renovable en la que espera ganar competitividad internacional: recortar emisiones en 55 % en 2030 respecto a 1990 y alcanzar la neutralidad climática en 2050.
Europa, que actualmente está diseñando la legislación para cumplir esos objetivos, apremia al resto de la comunidad internacional a que muestre más ambición climática y solidaridad financiera.
Aunque ya no forma parte de la Unión Europea, el Reino Unido, país anfitrión de la COP26, va por la misma línea que el bloque comunitario y aspira a alcanzar las “emisiones cero” en 2050, con una senda de reducción del 68% para 2030 y del 76% para 2035, así como descarbonizar el sistema eléctrico para 2035.
Estados Unidos
Tras la salida de Donald Trump de la Casa Blanca, el presidente Joe Biden ha devuelto a Estados Unidos al Acuerdo de París y ha hecho bandera de la lucha climática.
Biden quiere recortar las emisiones contaminantes hasta en 53% en 2030, respecto a 2005, llegar a “cero emisiones” a mitad de siglo y ha anunciado grandes inversiones para desarrollar sectores industriales sostenibles como la energía solar o el vehículo eléctrico.
China y los otros BRICS
Gran parte de la atención de la cumbre se centrará en China, primer emisor de CO2 del mundo desde 2006, cuyo presidente, Xi Jinping, no viajará a Glasgow.
Pekín espera alcanzar la neutralidad climática en 2060, pese a que cuenta con marcar su pico de emisiones en 2030. Recientemente China ha anunciado que dejará de invertir en plantas de carbón en el extranjero, gesto que se ha interpretado como una señal para los mercados internacionales.
En cuanto al resto de los BRICS, Brasil llegará a Glasgow sin su presidente, Jair Bolsonaro, y con el compromiso de acabar con la deforestación para 2030 y desprenderse del CO2 en 2050. Rusia, cuatro emisor del mundo y gran productor de combustibles fósiles, aspira a reducir en 79 % las emisiones de gases de efecto invernadero hasta 2050, respecto a 1990, y baraja la posibilidad de fijar la meta de cero emisiones en 2060. Su mandatario Vladimir Putin no asistirá a la cumbre. El primer ministro de India, Narendra Modi, cuyo país es el tercer emisor de dióxido de carbono, aún no ha confirmado asistencia. Sudáfrica, por su parte, ha revisado al alza sus objetivos para limitar sus emisiones de efecto invernadero a 510 millones de toneladas métricas en 2025 y a menos de 420 millones en 2030, frente a los 471,6 millones de toneladas en 2019.
Japón y otras economías desarrolladas
Japón se propone reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero en 46% para 2030, Corea del Sur aspira a la neutralidad climática en 2050 y Nueva Zelanda cuadruplicará su ayuda internacional contra la crisis climática. Caso aparte es el de Australia, país que produce carbón y gas y cuyo primer ministro, Scott Morrison, inicialmente no tenía pensado acudir a la cita climática. Finalmente irá, aunque pese a la creciente presión, no ha fijado una fecha para retirar el CO2 de su economía.
Países pobres
Los Países Menos Desarrollados (bloque que reúne a 46 Estados de África, Asia-Pacífico y el Caribe), quieren que la COP26 aporte una respuesta “justa y ambiciosa” al cambio climático y reclaman un incremento de la trasferencia de fondos de las economías ricas a las pobres.
“Los países desarrollados no están cumpliendo su compromiso actual de entregar 100.000 millones de dólares por año”, recuerdan, al tiempo que subrayan que sus habitantes son los que “sufren de manera desproporcionada los impactos del cambio climático a pesar de que son los que menos contribuyen al calentamiento global”.
Piden a los miembros del G20 que mejoren sus planes de reducción de emisiones para descarbonizar la economía hacia 2050, que agilicen y simplifiquen los procedimientos para acceder a fondos y que aporten asistencia técnica a los países en desarrollo. Solicitan además que se establezca un nuevo objetivo financiero para antes de 2025, basado en la ciencia y que cubran mitigación, adaptación, pérdidas y daños.
A título comparativo, el ciudadano medio de Luxemburgo, con una renta per cápita de 115.873,6 dólares, generó en 2018 unas 15,3 toneladas métricas de CO2, según el Banco Mundial, mientras que un ciudadano de Burindi, con una renta per cápita de 247 dólares, generó en el mismo año 0,1 toneladas.
Qué son estas cumbres y hacia dónde van
Conocidas como cumbres del clima, las Conferencias de las Partes (COP), cuya 26ta. edición se celebrará en la ciudad escocesa de Glasgow, constituyen el foro político de más alto nivel para hacer frente a la crisis climática.
El presidente designado de la COP26, Alok Sharma, ha explicado que “el principal objetivo de la COP26 es “limitar el ascenso térmico a 1,5 grados” y, para ello, “los datos científicos indican que tendremos que producir menos carbono del que sacamos de la atmósfera”, algo que se conoce como “cero neto”, para la segunda mitad del siglo.
Para cumplir los objetivos, los países desarrollados deberán recaudar como mínimo 100.000 millones de dólares en financiación para el clima todos los años. Solo a través del multilateralismo entre gobiernos, empresas y la sociedad civil se podrán cumplir los objetivos climáticos de forma más rápida.
Los 1,5 grados
Con 2 grados de calentamiento global el impacto para las personas y la naturaleza sería grave. Casi todos los arrecifes de coral de aguas cálidas desaparecerían y el hielo marino del Ártico se derretiría por completo, con un impacto devastador para la vida silvestre y las comunidades que de ella dependen por el ascenso del nivel del mar.
En cambio, si el ascenso se limitase a 1,5 grados, el impacto sería grave, pero menos severo. Habría menos riesgo de falta de agua y alimentos y se reducirían las especies en peligro de extinción.
La amenaza a la salud humana como consecuencia de la contaminación atmosférica, las enfermedades, la desnutrición y la exposición al calor extremo, también sería menor.
Plan de Israel para enfrentar el problema
El Gobierno israelí aprobó ayer la creación de un plan nacional para hacer frente al cambio climático, con vistas a reducir emisiones de carbono, y centrado en la innovación tecnológica. El primer ministro, Naftali Benet, declaró esta lucha como “un nuevo interés de seguridad nacional”.
El plan prevé la creación de un equipo interministerial para “acelerar las tecnologías climáticas” a través de la eliminación de obstáculos burocráticos en materia de investigación, desarrollo e implementación.
La ministra de Energía, Karin Elharar, instó a las empresas emergentes a poner énfasis en las energías renovables. El Ejecutivo recibió también el plan “100 elementos de acción”, que incluye acciones para enfrentar la crisis climática, apoyar la industria, el comercio y la racionalización energética.
El transporte limpio y bajo en carbono, además de la electrificación del transporte público, así como fomentar la innovación tecnológica, son parte de las acciones del programa.