Elisabetta Piqué - LA NACIÓN /GDA
En el 19no día de guerra entre Israel y Hamas, más allá de los llamados a un cese del fuego de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) para que pudiera llegar la cada vez más urgente ayuda humanitaria para dos millones de personas extenuadas en la Franja de Gaza, la diplomacia internacional parecía haber precipitado un agujero negro de dimensiones desconocidas.
Unas declaraciones del secretario general de Naciones Unidas, António Guterres -que se atrevió a decir que el brutal ataque de Hamás no surgió de la nada-, causaron indignación en Israel. Pero no fue lo único. También cayeron como una bomba los fuertes dichos de líderes de países hasta hace poco considerados amigos, como Turquía y Jordania.
Después del escándalo causado por Guterres, generó otro tsunami en Israel el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, que si bien el 7 de octubre había condenado el asalto sorpresa de Hamás -que causó 1400 muertos y desató una guerra de consecuencias impredecibles-, negó que fuera un grupo terrorista.
“Hamas no es una organización terrorista, es un grupo de liberación, mujahidín, que libra una batalla para proteger sus tierras y a su pueblo”, dijo el mandatario en Ankara, en un discurso ante legisladores de su partido, en la que usó una palabra árabe que designa a quienes luchan por su fe.
Erdogan, que se sumó al coro de líderes que reclaman un alto el fuego inmediato entre las fuerzas israelíes y del grupo palestino, dijo que los países musulmanes deben actuar juntos para garantizar una paz duradera en la región. Al margen de suspender la visita que tenía prevista a Israel, también arremetió contra las potencias occidentales que respaldaron las represalias de Israel contra Hamás. “Las lágrimas occidentales derramadas por Israel son una manifestación de fraude”, disparó.
Israel -cuya ofensiva sobre el enclave palestino ya provocó por lo menos 6546 muertos- rechazó enseguida la salida de Erdogan. ”Hamás es una despreciable organización terrorista, peor que Estado Islámico [EI], que intencional y brutalmente mató a bebés, chicos, mujeres y ancianos, capturó a civiles como rehenes y usa a su propia gente como escudos humanos”, retrucó el vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores israelí, Lior Haiat. “El intento del presidente turco de defender a la organización terrorista y sus provocativas palabras no cambiarán el horror que todo el mundo ha visto y el hecho inequívoco: Hamás=EI”, agregó.
Mientras seguía demorada una ofensiva terrestre para “borrar a Hamás de la faz de la tierra”, no sólo por divisiones internas, sino también porque Israel acordó con Estados Unidos que la incursión comenzará sólo cuando llegue la luz verde de la Casa Blanca-, también causó zozobra una foto que llegó desde el Líbano.
En la imagen se vio al líder del grupo chiita libanés Hezbolá, Hassan Nasrallah, reunido con el jefe de la Jihad Islámica Palestina, Ziad Nahleh, y el vicejefe de Hamás, Saleh al-Arouri. Según un comunicado de Hezbolá, en la reunión los tres líderes de un virtual eje de resistencia palestina, discutieron los últimos eventos en Gaza, así como los continuos enfrentamientos que causaron gran alerta, evacuaciones e, incluso, muertes en el sur del Líbano y el norte de Israel. Y acordaron que seguirían monitoreando en forma regular y diaria la evolución de la situación.
La foto de la reunión escenificó ese temor a una escalada regional que se palpita aquí desde el 7 de octubre: a la derecha se encontraba sentado Nasrallah, el líder de Hezbolá, el hombre más fuerte, el que manda, y a la izquierda sus dos secuaces. En una escenografía de lo más emblemática, en el fondo, colgados sobre una pared, se destacaban los retratos de los líderes supremos iraníes que siempre idearon, financiaron y organizaron todo: Ruhollah Khomeini y el actual líder supremo, Ali Khamenei.
En una andanada de posteos en X, Khamenei acusó a Estados Unidos de ser cómplice de los “crímenes que se están cometiendo en Gaza”. “La sangre de los chicos oprimidos de Gaza está en las manos de Estados Unidos”, afirmó, al denunciar, por otro lado, que los mandatarios de ese país, Reino Unido, Francia y Alemania “están viajando a los territorios ocupados, uno después del otro, porque ven que el régimen sionista se está desmoronando”.
“Palestina saldrá victoriosa”, sentenció, en una frase que dejó en claro que, más allá de las advertencias del presidente Joe Biden y demás líderes occidentales a Irán de no atacar a Israel y de no entrometerse, la situación podría degenerar en cualquier momento.
No por nada tras un encuentro que tuvo en Amán con el presidente francés, Emmanuel Macron, el rey Abdullah II, de Jordania, llamó a presionar a Israel para que le ponga fin a la guerra en Gaza, que podría en caso contrario provocar una “explosión” en la región. Horas más tarde, el mandatario francés hizo saber que “sería un error” cualquier invasión terrestre “masiva” de Israel.
En tanto, la esposa de Abdullah II, la reina Rania, que es de origen palestino, fue más allá y criticó duramente esa “doble moral” de los medios y de la comunidad internacional en cuanto a las muertes israelíes y palestinas. En una entrevista con la cadena CNN, la reina acusó tanto a periodistas como a líderes occidentales como Biden por “adaptarse rápidamente a la narrativa israelí”, diferenciando las condenas a las atrocidades de Hamás con lo que ella percibe como el “silencio” del mundo en cuanto a las muertes de civiles debido a la represalia israelí.
En tanto, en otra jornada incandescente y presionado por una opinión pública enojada y traumatizada, el primer ministro Benjamin Netanyahu apareció brevemente en cadena para tratar de calmar los ánimos. Por primera vez, pareció hacerse cargo del ataque del 7 de octubre -algo que la gente reclamaba a viva voz- al asegurar que “todos van a tener que responder por el ataque, yo incluido”.
Prometió, por otro lado, que iba a hacer “todo lo posible” para liberar a los más de 200 rehenes de 25 nacionalidades. El premier también confirmó que las FDI se están preparando para una invasión terrestre de Gaza para aniquilar a Hamás, cuyo timing, dijo, “será alcanzado por consenso”. Una frase que certificó los rumores de una fuerte interna en torno a una incursión terrestre considerada necesaria, pero seguramente llena de riesgos, que divide también al resto del mundo.
“Ya hemos eliminado a miles de terroristas de Hamás y esto es sólo el comienzo. Al mismo tiempo, nos estamos preparando para una incursión terrestre. No detallaré cuándo, cómo ni cuántas, ni las consideraciones generales que estamos teniendo en cuenta, la mayoría de las cuales son desconocidas para el público, y así es como debe ser para salvaguardar mejor las vidas de nuestros soldados”, señaló Netanyahu. “Estamos alentando a los civiles y ayudándolos a armarse para defenderse. Lo estamos haciendo de forma controlada”, añadió.