Economista español residente en Londres, profesor de Economía Global y Finanzas, Lacalle estuvo en Montevideo este lunes en el marco de una gira por la región. Antes de brindar una conferencia organizada por el Centro de Estudios para el Desarrollo (CED) sobre “Oportunidades y riesgos para América Latina: ¿década perdida o revolución liberal?”, habló con El País. El economista español, autor de varios libros, defiende las medidas de shock del presidente argentino Javier Milei, se muestra favorable a la flexibilización del Mercosur, y ve con optimismo el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. Lo que sigue es un resumen de la entrevista.
-Usted se refiere al Grupo de Puebla como “el virus mortal de América Latina”. ¿Por qué?
-El Grupo de Puebla, el Foro de San Pablo, son el caballo de Troya del totalitarismo. Son unos foros que se supone de debate social y político, pero en realidad lo que se hace es avanzar hacia el modelo dictatorial de Cuba, de Nicaragua, de Venezuela. Además, con un objetivo muy claro, que es el de desmantelar completamente las democracias liberales de América Latina acabando con el poder judicial independiente y con el sistema de contrapesos. Y no lo hacen de manera escondida, lo hacen de manera completa y absolutamente abierta. No tengo nada, obviamente, contra un foro de debate, pero sí tengo un gran problema con un foro que lo que hace es blanquear dictaduras que son profundamente no solamente antidemocráticas sino antisociales.
-¿Cómo se explica que líderes democráticos de izquierda, con mucho peso en la región como Lula, integren esos grupos?
-Bueno, son importantes los matices, ¿no? Por ejemplo, que Lula diga que las actas de las elecciones de Venezuela se deben presentar y que la solución es que se repitan las elecciones, no que se reconozca al legítimo ganador de las elecciones, ese matiz no es pequeño, es muy importante. Pasa lo mismo con Zapatero en España. O sea, efectivamente son líderes democráticos en países democráticos que, digamos, le introducen un barniz de legitimidad a dictaduras absolutamente asesinas y completamente inaceptables. Me parece muy peligrosa que se haya generalizado la idea, entre los líderes democráticos de América Latina, de que la mejor manera de perpetuarse en el poder, por el bien de un proyecto a largo plazo socialista, es la destrucción de los contrapesos y de los sistemas democráticos.
-Usted pone como alternativas al Grupo de Puebla o del Foro San Pablo, a los modelos de Milei Argentina y Bukele en Salvador, y señala que la centro derecha ha caído en la “falacia gradualista”. ¿Usted es partidario de las políticas de shock como las de Milei?
-Desde luego, para la Argentina sí, porque Argentina no tiene un problema de pequeños matices o de reformas estructurales relativamente benignas. Argentina tiene un problema de una economía absolutamente devastada. El gradualismo se puede entender cuando tú tienes una economía que funciona, un sistema que funciona en el que se pueden mejorar cosas. Pero no es el caso de Argentina. Argentina tiene un problema de décadas de haber destruido todo lo que funciona en una economía, desde las importaciones a las exportaciones. En un país que tiene 11 tipos de cambio, no puede hablarse de gradualismo. Con respecto a Bukele, el caso de la seguridad era muy evidente. Yo los viajes que he hecho al Salvador en mi vida, he tenido que ir con unos guardaespaldas que daban miedo. Entonces, cuando el problema de seguridad de un país no es si ha aumentado un poco la tasa de criminalidad, sino que literalmente al salir a comprar te juegas la vida, entiendo que hay que tomar medidas absolutamente quirúrgicas, desde el respeto por supuesto a la legalidad y a los derechos de las personas. Pero los derechos de las personas empiezan por poder salir a la calle sin que te maten. Entonces, yo creo que la centroderecha en muchos países ha caído en el error de pensar que hay un consenso que alcanzar entre personas que quieren acabar con la democracia liberal y personas que quieren defenderla.
-¿Cuál es la solución, cómo se entienden estos dos extremos?
-Bueno, yo no creo que un extremo sea el que defiende la libertad y la seguridad, y el otro el que no. Para mí no son extremos. Uno es lo bueno y el otro es lo equivocado, no lo equivocado sino lo dañino. Para mí la importancia ahí es simplemente no caer en el error de que hay que llegar a un consenso entre una mala política y la buena, porque el consenso entre una mala política y la buena es el empeoramiento de la sociedad en general. Hay que ser muy conscientes de que hay políticas que son malas. Politizar la justicia es una mala política, no se puede llegar a un consenso en eso. Mantener un sistema en el que las bandas de asesinos controlan las calles, no hay un consenso en eso. Tampoco en mantener un sistema en el que los ciudadanos tienen que sufrir más de 11 tipos de cambio, todos falsos. Ahí no hay un consenso al que llegar. No se puede llegar a un consenso sobre un déficit que luego se monetiza y que empobrece a todo el mundo. Entonces, yo creo que es simplemente la convicción. Y lo voy a poner desde el otro lado: si usted tuviese esta entrevista con cualquiera de los miembros del grupo de Puebla dirían que consensuar con lo que yo estoy diciendo es inaceptable. Entonces, por qué estamos blanqueando a unas personas que están negando la posibilidad de que yo exista y yo piense, por qué vamos a llegar a un consenso con ellos.
-¿Cómo está viendo la evolución de la economía argentina y las medidas de ajuste que ha tomado Milei?
-Yo creo que lo más importante de Milei es que no le ha mentido a la gente. Milei llegó a la Presidencia diciendo que la situación de Argentina es absolutamente catastrófica y que no vamos a solucionar las cosas de un día para otro. Hay que tomar medidas duras y eso tiene efectos a corto plazo, pero yo acabo de venir de Mendoza y me impresiona que todo el mundo con el que he hablado entiende perfectamente que son las medidas que hay que tomar para empezar a salir. El consenso entre los economistas es que Argentina crecerá el año que viene entre un 7% y un 8%. Eso es muy positivo. Si, además, va a crecer con inflación negativa, es decir, devolviéndole el poder adquisitivo a los ciudadanos, Argentina va a enriquecerse muy rápidamente. Yo creo que esos son factores importantes. Lo importante es no mentirle a la gente.
-Con Milei se ha replanteado la flexibilidad del Mercosur, un viejo reclamo de Uruguay. ¿Cómo lo ve?
-Yo creo que es la única manera de que el Mercosur salga adelante, porque el gran problema del Mercosur, recordemos, no está aquí en América Latina, está en Europa. Entonces, flexibilizar el Mercosur es una manera de desbrasilizar América Latina.
-La llegada de Donald Trump ha generado gran expectativa. ¿Qué espera de Trump para América Latina?
-Lo que espero de Trump, y en particular de Marco Rubio, es que la equidistancia entre las democracias liberales y las narcodictaduras, la de Venezuela en particular, se acabe, se acabe radicalmente. La posición con Venezuela no puede ser de diplomacia mientras están encarcelando a chavales de 16, 18 años y asesinando a gente. Eso no puede ser.
-Eso en el campo político. ¿Y en lo comercial?
-En el comercial yo creo que va a ser muy positivo para América Latina en general.
-¿Cree que Trump llegará a cumplir su amenaza de poner aranceles del 25% a México y Canadá?
-Yo creo que Trump es un negociador. Y es un negociador que quiere lo mejor para México y lo mejor para Estados Unidos. No lo mejor para la mitad, sino lo mejor para los dos. Y lo mejor para los dos no puede venir de un tratado en el que no se incluya la seguridad, en el que no se incluya que México tome acción con respecto a la inmigración ilegal, que es tráfico de personas, prostitución, unas cosas absolutamente aberrantes, tráfico de armas y tráfico de drogas. Si México en colaboración con Estados Unidos pone medidas para acabar y desde luego para reducir de manera significativa ese gigantesco problema, no va a haber aranceles.
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