¿Cómo deja el mapa político argentino la victoria de la fórmula Fernández-Fernández?

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El presidente Mauricio Macri saluda a sus partidarios. Foto: Reuters

ELECCIONES EN ARGENTINA

El apoyo fue masivo para la fórmula Fernández-Cristina Kirchner, pero el rechazo fue menor del que se anunciaba para el binomio Macri-Pichetto.

Como se preveía, Alberto Fernández es el presidente electo gracias a un apoyo más que suficiente para imponerse en la primera vuelta y reponer a un peronismo unificado en el gobierno.

El apoyo fue masivo para la fórmula Fernández-Cristina Kirchner, pero el rechazo fue menor del que se anunciaba para el binomio Macri-Pichetto.

En definitiva, los resultados muestran un triunfo incuestionable. Y una derrota digna. Hubo victoria categórica del Frente de Todos pero no una catástrofe del macrismo, convertido en expresión cabal del no peronismo.

Lejos estuvo la diferencia de los más de 15 (y hasta 20 puntos) que esperaba y auguraba el Frente de Todos. También lejos del ballottage con el que se ilusionaba el macrismo más puro. Pero con un sistema político menos desequilibrado de lo que muchos temían, lo que se verificará en la representación legislativa. No hay hegemonía a la vista.

Tal vez por eso, la polarización no implica automáticamente una profundización de la grieta que divide al país desde hace una década y media.

La aceptación por parte de Fernández de la invitación a reunirse con Macri y su anunciada disposición a colaborar con la transición dan lugar a una inicial esperanza. No es poco después de todo lo que se han dicho públicamente y de lo mucho que se han denostado mutuamente en privado. Y de las diferencias que tienen y seguirán teniendo y continuarán enrostrándose.

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Elecciones en Argentina. Foto: Archivo

Fue una respuesta acorde al moderado discurso de admisión de la derrota por parte de Macri dio lugar a un incipiente optimismo para que las diferencias políticas dejen de traducirse en enemistades. Una nueva confirmación de que los resultados se interpretan y se perciben en función de las expectativas. El contraste con lo ocurrido después de las PASO es abrumador.

Cristina Kirchner no facilitó las cosas, pero tampoco las agravó al hablar ante sus exultantes militantes. Fue fiel a sí misma sin exagerar ni caricaturizarse. Puede ser un avance.

El resultado surgido de las urnas resultó la confirmación, además, de realidades sociales y económicas que se traducen en las urnas según espacios geográficos y demográficos claramente diferenciados.

El abrumador dominio del peronismo en el conurbano bonaerense, donde se concentra la mayor desigualdad y el mayor número absoluto de pobres e indigentes, volvió a ser determinante. No solo para la elección provincial, en la que se impuso cómodamente Axel Kicillof sobre María Eugenia Vidal.

Es el más crudo reflejo de la agudísima crisis económica que deja el gobierno de Macri. Un dato más que relevante para el futuro inmediato. Un espejo que adelanta en otros países de la región.

Los partidarios de Alberto y Cristina Fernández festejan y recuerdan a Néstor Kirchner. Foto: Reuters
Los partidarios de Alberto y Cristina Fernández festejan y recuerdan a Néstor Kirchner. Foto: Reuters

Igua, quedan ahora muchas incógnitas por develar. Y la madre de todas las dudas radica en si el gobierno de Alberto Fernández será una prolongación del ciclo kirchnerista renovado, después de un paréntesis de cuatro años, o si abre una nueva etapa superadora. Capaz de elevarse por sobre las antinomias, que no sólo marcaron la Argentina en lo que va del siglo XXI sino que le impidieron evitar las crisis cíclicas que mantienen en la pobreza a más del 25% de los argentinos desde hace 20 años.

La resolución de este enigma excede el análisis del rol que tendrá Cristina Kirchner o las señales que derivarán del perfil del gabinete del futuro gobierno. Los primeros indicios pueden parecer contradictorios. Anoche, Fernández no facilitó la tarea: eludió las precisiones y las revelaciones.

En su entorno nadie duda de que él decidirá quiénes serán sus ministros y colaboradores más importantes. Pero al mismo tiempo todo indica que ese gabinete será elegido con la premisa de no incomodar a quien lo ungió como candidato. Es decir, será el equipo que Alberto quiera evitando nombres que ella pudiera objetar. Una forma de evitar conflictos que la empoderen aún más. Es tiempo de construir poder no de empezar a compartirlo.

La expresidenta convertida en vicepresidenta electa no resignó en las últimas semanas de campaña y en las primeras horas triunfales ni resignará, seguramente, por un buen tiempo el protagonismo público después de lo que para ella es una amplia reivindicación.

En su visión de sí misma, que es la que importa, implica un reconocimiento que va desde una nueva consideración popular sobre su integridad moral hasta su habilidad político-electoral. Ambas habían sido seriamente puestas en cuestión desde 2011 hasta fines de 2017, cuando perdió la elección para senadores nacionales por Buenos Aires.

La mención a sus hijos Máximo y Florencia no fue causal en su discurso de la victoria. Va por su autoreivindicación.

Familia: la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner junto a sus hijos Máximo y Florencia. Foto: AFP
Familia: la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner junto a sus hijos Máximo y Florencia. Foto: AFP (Archivo)

Cristina Kirchner tiene, además, un motivo adicional para celebrar: el triunfo de Kicillof lo vive como propio, sin desmerecer los méritos de un candidato que creyó en sí mismo cuando nadie lo imaginaba apenas sucedida la derrota kirchnerista en 2015. Lo explicitó.

El nuevo gobernador boanerense y La Cámpora son sus herederos políticos. La expresidenta lo dejó en claro en el último acto de la campaña cuando contrapuso su visión y su acción política con la de otros del Frente de Todos, especialmente Sergio Massa y el resto del Frente renovador, que en los primeros años macristas prestó su colaboración legislativa.

En el palco triunfal Massa no fue mencionado. Su lenguaje corporal se veía más a tono con esos desplantes que con el ánimo celebratorio del resto.

Será todo esto parte de lo que deberá amalgamar Alberto Fernández para construir su propio gobierno. Tal vez no sea un desafío menor, aunque parezca nimio en medio de las enormes dificultades económicas, política y sociales que deberá afrontar.

Su liderazgo político y sus cualidades para gobernar empezarán a ponerse en juego desde hoy. A partir de hoy Macri, aún como Presidente, también empezará a delinear su perfil y su rol como futuro opositor. No es poca la responsabilidad que tiene y tendrá. Su declamado apego a la institucionalidad está puesta a prueba.

Por eso, la polarización puede ser una oportunidad. La reposición de la grieta, en cambio, una seria amenaza. Para el futuro. De todos. Mucho dependerá del diálogo que empezará hoy.

“Tenemos que cuidar lo que hicimos”, dijo Macri

A las 22:25 y cuando ya la tendencia marcada desde que se conoció desde el comienzo se hizo inevitable, el presidente Mauricio Macri reconoció su derrota y felicitó a Alberto Fernández por su elección como presidente de Argentina, en su primer discurso tras conocerse el resultado de la votación.

“Felicité al presidente electo Alberto Fernández. Acabo de hablar con él por la gran elección que han hecho. Lo invité a desayunar mañana (hoy lunes) a la Casa Rosada porque tiene que empezar un periodo de transición ordenada que lleve tranquilidad a los argentinos”, indicó Macri ante sus seguidores en su comando de campaña de Buenos Aires.

“Acá lo único importante es el futuro y la tranquilidad de los argentinos”, sostuvo Macri.

Con semblante tranquilo, el presidente prometió hacer una oposición sana y constructiva y llamó a defender los valores del diálogo.

“Todos creemos en el diálogo, la verdad, el respeto por el otro, la honestidad, la decencia, la paz y la libertad. Estamos comprometidos en cuidar nuestra democracia y nuestra república”, destacó Macri.

El presidente agradeció a todos los que lo ayudaron “estos años” y dijo que “tenemos que cuidar lo que hicimos. Hicimos cosas muy valiosas. Y no hablo solo de la infraestructura, o de la mejora en la educación o la lucha contra el narcotráfico. Hablo de otra forma de relacionarnos, otra cultura del poder”.

“Hemos conseguido consolidar la libertad y la democracia”, agregó.

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