ARGENTINA
Los policías que lo esperaban en su casa lo vieron llegar vestido de River, con camiseta y bandera. Había ido a festejar al Obelisco tras la victoria del equipo.
La Policía detuvo este viernes a uno de los sospechosos de lanzar bombas molotov contra el edificio del Grupo Clarín. Se trata de un ciudadano de nacionalidad uruguaya de 44 años que vive en Lavalle y Bulnes, en el barrio porteño de Almagro. El hombre fue identificado a través de las cámaras de seguridad de la zona donde se llevó a cabo el ataque.
Los investigadores que vigilaban la casa del sospechoso se sorprendieron al notar que no estaba en su domicilio. La geolocalización de su teléfono celular, que tenían a su cargo los policías de la División Antiterrorismo de la Policía Federal les daba que circulaba hacia el centro en plena madrugada. Tenían una escucha directa, en vivo, de todo lo que dijera en ese celular.
Lo esperaron y lo vieron llegar vestido de River, con camiseta y bandera. Había ido a festejar al Obelisco y se mezcló con miles de simpatizantes, hinchas caracterizados y barrabravas que anoche se concentraron para celebrar que su equipo se consagró campeón.
Además, en las redes sociales del uruguayo la Policía encontró fotografías vinculadas con actividades anarquistas y una imagen donde aparece participando de un acto de La Cámpora, según dijo uno de los investigadores del caso a La Nación.
La Policía allanó su vivienda y encontró dos bidones de combustible, que los investigadores relacionaron con la fabricación de las bombas molotov arrojadas contra el edificio de Clarín el lunes a la noche, dijeron fuentes del caso al medio.
Anoche hubo una reunión de alto nivel de las autoridades judiciales que manejan el caso –el juez federal Luis Rodríguez, el secretario del juzgado y el fiscal de la causa, Gerardo Pollicita- con los investigadores policiales. Tenían que tomar la decisión de allanar o dejar que el sospechoso se siguiera moviendo y delatara a sus eventuales cómplices. La Policía quería demorar el procedimiento y “dejarlo madurar”; las autoridades judiciales, en cambio, prefirieron actuar de inmediato, ante la eventualidad de que el sospechoso se escapara.
Para proceder al operativo, tuvieron que esperarlo hasta que terminaron los festejos de River Plate. En ese momento, le pusieron las esposas. La Policía llegó al sospechoso a partir del registro de las cámaras de la Ciudad que permitieron tomar las imágenes de los rostros de las nueve personas que atacaron Clarín.
Las trataron con programas especiales para reconocimiento facial y cotejaron los rostros mediante un sistema de identificación biométrica con las bases de datos del Registro de las Personas, donde están las fotografías de todas las personas con DNI. Los policías de la Departamento de Investigaciones Unidad Antiterrorista (DUIA), trabajaron cuatro días, casi sin dormir, chequeando imágenes.
Eso permitió llegar a la identidad del sospechoso, ubicar su vivienda y tomar sus teléfonos celulares. Se iniciaron entonces 24 horas de vigilancia continua que terminaron anoche con el allanamiento. Ahora, la Policía va a trabajar con sus celulares para determinar su red de contactos, comunicaciones vía WhatsApp, fotografías almacenadas y el resto de la actividad que le permita dar con sus eventuales cómplices.
Además de los celulares y cuadernos con anotaciones relacionadas con el anarquismo, la Policía secuestró una moto y los bidones de nafta.
Los investigadores creen en el grupo de nueve personas había al menos dos o tres mujeres y que se movían en moto y bicicleta. De hecho, el sospechoso estaba registrado ante la AFIP como trabajador de una mensajería, donde contó con empleados. Trabajó como “motoquero”, informaron fuentes de la causa.
La Policía busca ahora otras personas a partir de las imágenes y una huella digital que fue levantada en la escena del hecho. Estaba en una botella de las que se usan para fabricar las bombas molotov que no explotó. Aún no se le pudo poner nombre a esa huella digital.
La llegada de los atacantes a Clarín
Algunos de los videos que trascendieron esta semana dan cuenta del recorrido que hicieron los atacantes hasta llegar al edificio de Clarín. Tras estar reunidos unos minutos en Parque Lezama, se dividieron en dos grupos: cinco de ellos caminaron 800 metros hasta la calle Ituzaingó, antes de llegar a Piedras. Los otros cuatro se desplazaron en dos motos.
Después de salir por la avenida Brasil, en contramano, el segundo grupo bajó por la avenida Paseo Colón, continuó por la Martín García hasta la calle Piedras y, aunque este último tramo no se ve porque no hay cámaras en esa cuadra, se deduce que habría hecho unos metros en contramano hasta llegar a Ituzaingó, donde estaba el resto de la banda.
El ataque, que no causó víctimas ni heridos, fue condenado por diversos referentes del Gobierno y de la oposición. Es investigado por la Justicia Federal, a cargo de Luis Rodríguez, con la intervención del fiscal Gerardo Pollicita, que caratuló el caso como intimidación pública.