Con información de EFE
El sur de Grecia, incluida su capital, Atenas, vio sus cielos teñidos de naranja debido a nubes de polvo del desierto del Sahara, en uno de los peores episodios de este tipo desde 2018.
El cielo sobre la capital griega, donde se sitúa la Acrópolis y el Partenón, se tiñó por completo de naranja el pasado martes 23 de abril y la visibilidad sigue siendo limitada este miércoles 24.
Las autoridades han instado a los griegos con afecciones respiratorias a limitar el tiempo que pasan al aire libre, usar mascarillas protectoras y evitar hacer ejercicio físico hasta que se despejen las nubes de polvo del Sahara.
El portal IQAir, que mide en tiempo real la calidad del aire de ciudades del mundo, indicó que el aire de Atenas tenía una concentración elevada de PM10 (partículas de menos de 10 micrómetros) sobre el mediodía de la jornada de este miércoles 24. Esto hace que tenga un índice de calidad de aire (ICA) de 104 —cuanto más alto, peor—, que hace que sea categorizado como "perjudicial para grupos sensibles".
Los fuertes vientos del sur arrastraron el polvo del desierto hacia la zona meridional del país, aunque las nubes anaranjadas han llegado este miércoles incluso hasta la ciudad de Salónica, en el norte del país.
Según el Observatorio Nacional de Atenas, se trata de uno de los episodios más graves de concentraciones de polvo y arena del Sahara desde marzo de 2018, cuando las nubes se situaron sobre la isla de Creta. Las autoridades han advertido también sobre el aumento de las concentraciones de micropartículas de contaminación por ese fenómeno.
No obstante, algunos atenienses decidieron subir a algunas de las colinas de Atenas para disfrutar desde lo alto de la vista del tono anaranjado que envuelve la capital.
Según el servicio meteorológico nacional (EMY), se prevé que los cielos se despejen en la jornada de este miércoles 24 a medida que los vientos cambien y muevan el polvo.
El Sahara libera entre 60 y 200 millones de toneladas de polvo mineral al año. La mayor parte del polvo desciende rápidamente a la tierra, pero algunas de las partículas pequeñas pueden viajar grandes distancias, llegando a veces a Europa.
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