OPINIÓN
Desde mi lugar, como antropólogo uruguayo radicado en París, lo único que queda claro es que éste es un tema muy sensible y con muchísimas aristas.
Cuando le pregunté a Abdel (24), inmigrante marroquí y musulmán, sobre la ley del 2004 que prohíbe el uso de símbolos religiosos conspicuos dentro de escuelas y centros de enseñanza, me respondió: “Para mí, libertad es: si querés usar el velo lo usas, si no querés no lo usás. No entiendo lo que es la libertad aquí”.
En un país con 5,7 millones de musulmanes (aproximadamente el 9% de la población francesa), el asesinato del profesor Samuel Paty por haber mostrado una caricatura de Mahoma durante una clase aviva el fuego de un contexto ya de por si tenso y pone sobre la mesa los debates sobre laicidad, tolerancia religiosa e inmigración y sobre cómo articular estas discusiones con los valores de libertad, igualdad y fraternidad.
Francia atraviesa un clima social y político tenso. A la aparición del Movimiento de los Chalecos Amarillos en octubre del 2018, reclamando por la pérdida de poder adquisitivo de las clases medias y populares, se sumó una prolongada huelga general de transporte entre diciembre del 2019 y febrero del 2020 contra la reforma de los sistemas de jubilaciones, propuesta por el gobierno de Emmanuel Macron, y el comienzo de una pandemia que no sólo todavía continua sino que ahora parece recrudecer Francia pasó esta semana el millón de personas contagiadas (1,04 millones en total) y registra 34.508 muertes. Solamente este viernes (23/10/20) se registraron 40.000 nuevos casos y 298 muertes., y que ha llevado al gobierno a adoptar medidas de confinamiento entre marzo y mayo de este año y, a partir de la semana pasada, de toque de queda entre las 21h y las 06h.
Para una población acostumbrada a la movilización y que no mira ni vive los acontecimientos políticos, sociales y económicos con indiferencia, el enfoque verticalista adoptado por el gobierno ha generado frustración entre los ciudadanos y críticas tanto desde la izquierda como de la derecha del espectro político. Para Adrien Quatennens, número dos del partido de izquierda La France Insoumise (LFI), Macron limita las pocas horas de libertad del pueblo francés y se preocupa por ofrecer pedazos de la industria francesa a sus amigos en lugar de apoyar a los trabajadores de la salud a cualquier costo, y se pregunta a sí mismo si el virus desaparece por la mañana. Para Eric Woerth, diputado y miembro del partido de derecha Les Républicains (LR), un confinamiento a medias implica un mayor apoyo a las empresas afectadas que impactará significativamente el presupuesto del 2021, que para él, ha nacido muerto.
En este contexto, el asesinato del profesor de Geografía e Historia, Samuel Paty, el viernes 16 de octubre, a manos de un joven de origen checheno, musulmán y con status de refugiado, tensa aún más la situación y revela lo complejo de un asunto que toca temas sensibles como lo son la libertad de expresión, la libertad de cátedra, el laicismo y la tolerancia religiosa, en un momento donde los discursos nacionalistas, anti-inmigración y anti-islam están al alza.
El domingo 18 de octubre, decenas de miles de personas se concentraron en la Place de la République para homenajear al profesor y manifestarse en contra del fundamentalismo islámico. También se hicieron presentes los líderes de los principales partidos políticos: Anne Hidalgo, alcaldesa de Paris (Partido Socialista), Jean-Castex, Primer Ministro (La République En Marche-LREM), Jean-Luc Mélenchon, diputado por el departamento Bouches-du-Rhônes (LFI), y Valérie Pécresse, presidente de la región de la Isla de Francia (ex-LR)
Desde el gobierno, la reacción ante el asesinato ha sido la de endurecer la retórica contra el islamismo (entendido como extremismo islámico), expulsar a más de 200 inmigrantes catalogados como “radicalizados”, vigilar asociaciones sociales y deportivas que puedan ser radicalizadas, y perseguir cualquier manifestación de apoyo o aliento a los atentados terroristas en redes sociales. El Ministro de Educación Nacional, Juventud y Deportes, Jean Michel Blanquer (LREM), ha acusado al “islamo-izquierdismo” de ser cómplices intelectuales de actos terroristas, de estar causando estragos y conducir a lo peor, en una clara alusión a las universidades, al partido LFI, principal rival en las elecciones del próximo año, y al sindicato de estudiantes de Francia (Unef). Desde el LFI, Loïc Prud’homme relacionó los dichos del ministro con los nazis, quienes llamaban a sus oponentes de judeo-bolcheviques. Desde el Sindicato de la Enseñanza Superior-Federación Sindical Única (Snesup-FSU), rechazan las acusaciones e insultos gratuitos del ministro y llaman a demostrar discernimiento, cabeza fría y a unirse para defender los valores y las instituciones de la república.
Desde mi lugar, como antropólogo uruguayo radicado en París, lo único que queda claro es que éste es un tema muy sensible y con muchísimas aristas, dónde no estar atentos a la hora de tomar postura puede significar o bien apoyar a nacionalismos reaccionarios o bien ser permisivos con actos de terrorismo. Por eso, siempre es de vital importancia percibir los matices, los grises, y evitar las lecturas simples, en blancos o negros, que llevan hacia la polarización de los discursos y a posturas dogmáticas y fundamentalistas.
*Licenciado en Sociología, UdelaR (Montevideo, Uruguay) Máster en Antropología y Estudios del Desarrollo, Radboud University (Nijmegen, Holanda)