NUEVA ORLEANS | EL PAIS DE MADRID
El Katrina se ensañó con Nueva Orleans y la vida en esa emblemática ciudad del sur de Estados Unidos después del paso del "peor desastre natural en la historia del país", como lo definió el presidente George W. Bush, está siendo una pesadilla aún mayor de la esperada: su devastador paso sólo ha dejado agua, muerte, destrucción y caos.
El martes, un día después de que Katrina castigara con toda su furia a Nueva Orleáns, dos diques cedieron y el agua se derramó por las calles, inundando a cerca del 80% de la ciudad, que se encuentra bajo el nivel del mar, y a miles y miles de casas. Se calcula que la gente no podrá volver a sus viviendas por mucho tiempo.
La gobernadora de Louisiana, Kathleen Blanco, anunciaba ayer que todo el mundo debía abandonar Nueva Orleans debido a las inundaciones provocadas por el mortífero huracán. "Hemos enviado autobuses a la ciudad, pero sacaremos a la gente incluso con botes, helicópteros o con lo que sea necesario", aseguraba a la prensa Blanco. De esta manera, Nueva Orleáns vivía su segunda evacuación tras la efectuada el pasado domingo ante la inminente llegada de Katrina.
Es que las inundaciones han dejado atrapadas a miles de personas. Las autoridades de Luisiana, Mississippi y Alabama temen que haya miles de muertos. Sólo en Mississippi, fuentes oficiales confirmaban ayer más de un centenar.
Y la crisis promete seguir agravándose ante el aumento de los niveles de inundación en Nueva Orleáns, mientras los equipos de rescate siguen buscando víctimas. El alcalde de Nueva Orleáns, Ray Nagin, anunciaba ayer dos cosas que que nadie quería oír: que pasarán de "12 a 16 semanas" antes de que los habitantes de la ciudad puedan volver a sus casas, y que el número de muertos sería tremendo. "Lo más probable es que sean miles", afirmó.
Las zonas afectadas de los Estados de Mississippi, Luisiana y Alabama estaban sin energía eléctrica, mientras el colapso de las redes de comunicación dejaba grandes zonas aisladas y las reservas de agua potable ya eran exiguas.
Ayer, las aguas del lago Pontchartrain se filtraban lentamente hacia la ya más que inundada Nueva Orleans, tras fracasar el martes los esfuerzos por reparar una grieta en un dique mientras no funcionaban los sistemas de bombeo.
En algunas zonas el nivel del agua ya era estable, pero en otras, "en las próximas 12 a 15 horas, el agua subirá, como en la orilla este de Nueva Orleans, a niveles, en algunos sectores de la ciudad que hoy están secos, de más de tres metros de agua", dijo el alcalde de la ciudad a CNN.
"El gran desafío que tenemos en este momento es sacar el agua de la ciudad", afirmó. La cadena de televisión WWL-TV informaba a primera hora de la mañana que por una grieta de 60 metros de largo en un canal de la calle 17 se estaba filtrando el agua del lago, sin que los equipos de emergencia pudieran hacer nada por evitarlo.
Por ejemplo, el histórico barrio francés se estaba cubriendo de agua según pasaban los minutos, pese a haber escapado a la furia de Katrina. Los equipos de rescate, tanto en lanchas como en helicópteros, luchaban a brazo partido por alcanzar a cientos de supervivientes que aguardaban desesperados en los techos de sus viviendas. Pero estos esfuerzos se veían dificultados por los cables de la luz, los escombros, y las cañerías rotas de gas.
Entre la devastación, los cientos de coches que flotan en el agua no hacen más que empeorar la situación al elevar su nivel.
Las más de 10.000 personas hacinadas dentro del estadio de los Saints de Nueva Orleáns, el Superdome, comenzaron ayer a ser evacuadas, en un convoy de 475 ómnibus. Antes de eso, en la mañana, un hombre se suicidaba dentro del estadio saltando desde las gradas al vacío.
Decenas de soldados de la Guardia Nacional se encargaban de mantener la calma dentro del recinto deportivo. La inmensa mayoría de los refugiados en el estadio son residentes de escasos recursos económicos que no pudieron salir de la ciudad al no poseer vehículos propios.
BUSH. Por su parte, el presidente George W. Bush dijo ayer que su gobierno adoptó con premura medidas para salvar vidas y proporcionar ayuda a innumerables víctimas del huracán Katrina, y reconoció que la recuperación "llevará años".
"Nos encaramos a uno de los peores desastres naturales en la historia de nuestra nación", dijo el mandatario en una conferencia de prensa horas después de haber visitado el área.
"Será una recuperación difícil; el retorno a la normalidad tomará tiempo. Tomará años", agregó.
E incluyó que el impacto del huracán podría extenderse más allá de los cuatro estados costeros más castigados. "Nuestros ciudadanos deben comprender que esta tormenta interrumpió la capacidad para producir y distribuir gasolina", afirmó el mandatario.
Policía no puede impedir el pillaje
NUEVA ORLEANS
La policía miraba con impotencia cómo ayer en toda la ciudad grupos de personas saqueaban comercios llevándose alimentos, ropa o electrodomésticos, pero también armas y hasta municiones.
Así anoche, y pese a que había sido declarada la ley marcial en la ciudad, bandas de empapados hombres armados recorrían Nueva Orleans en busca de un botín.
"No nos gustan para nada los saqueos, pero lo primero son las misiones de búsqueda y rescate", dijo ayer la gobernadora Kathleen Blanco. Agregó que pidió a la Casa Blanca que envíe más personal para que colabore en las operaciones de evacuación y rescate, lo que permitiría a la Guardia Nacional poner coto a los saqueadores.
Es que el pillaje se dio anoche a lo largo y ancho de la desierta y en gran parte semisumergida ciudad.
En el barrio de Carrolltown, que se encuentra a mayor altitud que el resto, los saqueadores utilizaron una carretilla mecánica para abatir las persianas metálicas de los comercios y romper los vidrios de la farmacia Rite-Aid, que fue completamente saqueada. Allí se escuchaban numerosos disparos ayer.
Las autoridades dijeron que un agente policial recibió un disparo en la cabeza y que un saqueador fue herido en un tiroteo. Se cree que el agente podrá sobrevivir.
El diario The Times-Picayune afirmaba además que la sección de armas de los almacenes Wal-Mart, en el distrito Lower Garden, fue completamente vaciada por los saqueadores.
En la calle Canal de Nueva Orleans, docenas de saqueadores abrieron las puertas de acero de joyerías y tiendas de ropa y se apoderaron de mercancías. En Biloxi, Misisipí, la gente robaba dinero de las máquinas tragamonedas de los casinos y saqueaba otros negocios.
"El saqueo está descontrolado, el Barrio Francés ha sido atacado", dijo la concejal Jackie Clarkson. "Estamos utilizando a los pocos y agotados agentes policiales que tenemos para controlar los saqueos cuando debían ser usados para la búsqueda y rescate de gente que está todavía en los tejados". AP
ESCENAS
Cientos de personas caminaban ayer sin rumbo por la carretera interestatal, empujando carros de comercios, percheros y cualquier cosa que sirviese para transportar sus pertenencias.
En las pocas carreteras transitables, la gente hacía gestos y mostraba bidones de agua vacíos, pidiéndole auxilio a los autos que pasaban. Daba la impresión de que cientos de personas habían pasado la noche en una carretera semidestruida.
La mayoría de los refugiados, entre 15.000 y 20.000 personas, se encuentran en el estadio Superdome, donde se siente mucho calor, falta el aire, los inodoros no funcionan y no hay dónde bañarse.
El Pentágono, en tanto, comenzó a montar uno de los operativos de búsqueda y rescate más grandes en la historia de Estados Unidos, enviando cuatro barcos de la marina con agua potable y otras provisiones al Golfo de México, junto con una embarcación-hospital, helicópteros y equipos de rescate de agua.
"El desafío es una pesadilla de la ingeniería", expresó la gobernadora Kathleen Blanco a la cadena de televisión ABC. "La Guardia Nacional ha estado arrojando bolsas de arena, pero es como arrojarlas en un agujero negro".
A la ciudad llegaron en caravana decenas de embarcaciones de pescadores para ayudar a sacar a los residentes de las zonas inundadas.
"Otro de los temas que me preocupa es tener cadáveres en el agua. En algún momento los cadáveres van a comenzar a crear una enfermedad grave", manifestó el alcalde de Nueva Orleans.
La ciudad de 480.000 habitantes —de los que el 80% se habría evacuado antes de que llegara la tormenta— tampoco tenía agua potable, y la electricidad no volverá por varias semanas.