AFP
El papa Francisco ofició ayer una multitudinaria misa al término de una corta visita a Marsella (sureste de Francia), desde donde llamó a Europa a la “responsabilidad” con los migrantes y denunció el “fanatismo de la indiferencia”.
A bordo de su papamóvil, el pontífice argentino fue acogido entre aplausos de los miles de fieles presentes -la organización esperaba casi 60.000- y gritos de “Papa Francesco”, a su llegada al Estadio Velódromo tras recorrer las calles de la ciudad mediterránea.
“Buenos días Marsella, buenos días Francia”, dijo el jesuita a los presentes, entre ellos el presidente francés, Emmanuel Macron, su esposa, Brigitte, y la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde.
La liturgia, en la que se leyeron plegarias en varias lenguas entre ellas español, armenio y árabe, concluyó un viaje de dos días a la segunda ciudad de Francia, con motivo de la clausura de los Encuentros Mediterráneos entre jóvenes y obispos de los países ribereños.
Ante este foro, el líder de 1.300 millones de católicos pidió “responsabilidad europea” para enfrentar el “fenómeno migratorio” tras denunciar la víspera el “fanatismo de la indiferencia” hacia los migrantes. “Quien arriesga su vida en el mar no invade, busca acogida”, reiteró.
Unos 8.500 migrantes llegaron días atrás a la pequeña isla italiana de Lampedusa tras cruzar el Mediterráneo, donde más de 28.000 desaparecieron desde 2014 en su intento de alcanzar Europa desde África, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Desde su elección como sumo pontífice en 2013, una de sus prioridades ha sido alertar sobre las tragedias de los migrantes, desde el Mediterráneo a Centroamérica o Venezuela, pasando por África, Oriente Medio, Europa o Estados Unidos, y pedir su acogida.
Sus nuevos llamados se producen en un contexto cada vez más hostil para estos exiliados en Europa. Ejemplo de ello, Francia advirtió, de boca de su ministro del Interior Gérald Darmanin, que “no acogerá” a ninguno de Lampedusa.
Macron
El papa Francisco y el presidente de Francia, Emmanuel Macron, mantuvieron ayer una breve reunión privada tras la clausura de los Encuentros Mediterráneos en Marsella.
A pesar de que Francisco había buscado expresamente no hacer de su viaje una visita de Estado a Francia, Macron y el pontífice tuvieron ayer la oportunidad de conversar durante 32 minutos a puerta cerrada, si bien la primera dama, Brigitte Macron, se unió a ellos posteriormente.
Macron y Francisco trataron cuestiones como la situación de África, la guerra de Ucrania y el conflicto en Nagorno Karabaj, indicaron fuentes del Elíseo.
Uno de los puntos espinosos que trataron fue un proyecto de ley sobre la eutanasia que prepara del gobierno francés. El texto se iba a presentar en el Consejo de Ministros del pasado jueves -un día antes de la llegada del Papa a Marsella-, pero se retrasó aduciendo necesidades del calendario de trabajo.
La prensa francesa, sin embargo, relacionó este aplazamiento con la visita del Papa, que en su discurso al cerrar los Encuentros Mediterráneos previno contra “la perspectiva falsamente digna de una muerte dulce”.