El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, acusó de anarquistas a los cientos de miles de manifestantes que llevan once semanas protestando contra su gobierno, en particular contra su reforma judicial, e instó a una mayor intervención de las fuerzas de seguridad.
“No aceptaremos la anarquía”, afirmó ayer Netanyahu en su reunión semanal de gabinete, al día siguiente de que alrededor de medio millón de israelíes se manifestaran en todo el país, según organizadores.
Según el primer ministro, Israel enfrenta “tres luchas”, poniendo al mismo nivel la amenaza nuclear iraní, el “terrorismo” palestino y la “anarquía” de los manifestantes, que llevan semanas cortando accesos de carreteras en sus protestas, que se han intensificado en las últimas semanas.
Ante esta situación, Netanyahu pidió a los jefes de los diferentes cuerpos de seguridad que adopten “una postura más dura” contra los manifestantes e instó a evitar los cortes de carreteras al comisario general de la Policía, Kobi Shabtai, que ha tenido varios encontronazos en las últimas semanas con el ministro de Seguridad Nacional, el extremista Itamar Ben Gvit, quien cree que la policía está actuando con excesiva cautela.
Netanyahu también pidió al Jefe de Estado Mayor, Herzi Halevi, que combata la “insubordinación” después de que cientos de reservistas de élite dejaran de ofrecerse como voluntarios, en protesta por la reforma judicial, cuyos detractores la ven como una amenaza para la democracia porque socava la independencia judicial.
“No hay lugar para negarse a servir en el discurso público”, afirmó Netanyahu, quien dijo no estar dispuesto a tolerar “tales fenómenos”.
El primer ministro también se dirigió a Agencia de Seguridad Israelí, o Shin Bet, para que tome “medidas enérgicas” contra la supuesta incitación contra él y sus socios de gobierno.
Reforma judicial
Israel se encuentra muy polarizado y dividido desde que el nuevo gobierno de Netanyahu, el más derechista y religioso de la historia del país, asumió a finales de diciembre y, seis días después, presentó su polémico plan de reforma judicial, al que la oposición y amplios sectores de la sociedad se oponen vehementemente.
La reforma judicial incluye la introducción de una cláusula de “anulación” que permite al parlamento anular una decisión de la Corte Suprema por mayoría simple.
Según sus detractores, pone en peligro el carácter democrático del Estado de Israel y podría ayudar a anular una posible condena de Netanyahu, juzgado por corrupción en varios casos.
También está en contra el presidente Isaac Herzog, quien la semana pasada presentó un proyecto de reforma alternativo, con la idea de contentar a todas las partes y reconciliar un país dividido, aunque la coalición de gobierno se apresuró a rechazar su propuesta al considerarla “unilateral y parcial”.
Netanyahu dijo que mantendrá una reunión con los líderes de la coalición para discutir algunos ajustes en la reforma judicial, después de que varios intentos de diálogo con la oposición no lograran frutos.
Biden
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, pidió ayer, domingo, al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, un “compromiso” sobre su controvertida reforma del sistema de justicia de Israel, dijo la Casa Blanca en un comunicado.
Durante una llamada telefónica a Netanyahu, Biden subrayó que la reforma debe respetar los valores democráticos fundamentales, dijo la presidencia estadounidense.
Los principios democráticos son una “marca registrada” de las relaciones entre Estados Unidos e Israel, dijo Biden.
Se trata de su primera declaración pública sobre este asunto. Biden “ofreció su apoyo a los esfuerzos en curso para encontrar un compromiso (...) de acuerdo con estos principios fundamentales”, señala el comunicado.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, le aseguró a Biden que “Israel seguirá siendo una democracia fuerte” con el plan de reforma judicial de su Gobierno.