El problema del hambre en Latam no está en la producción, "sino en el desperdicio”, según jerarca de la FAO

Entrevista al sudirector general de la FAO y representante Regional para América Latina y El Caribe, Mario Lubetkin, tras informe que una mejora en niveles del hambre en la región, pero que no marca una tendencia.

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Mario Lubetkin, sudirector general de la FAO y representante Regional para América Latina y El Caribe
Mario Lubetkin, sudirector general de la FAO y representante Regional para América Latina y El Caribe.
Foto: Archivo/ El País

Los resultados del más reciente informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) no son alentadores.

Los números de este año marcan que no hubo una modificación sustancial del informe que la FAO presentó en 2022, por lo que la situación de hambre en el mundo sigue siendo grave. Alrededor de 738 millones de personas pasaban hambre en 2021 (esto es alrededor del 9,3% de la población), y la cifra ahora es 735, más o menos similar. Es decir, no hubo reversión de la tendencia frente al agravamiento que el covid determinó en el escenario mundial de hambre.

Si bien el covid fue superado en sus aspectos fundamentales, todavía no se ha llegado a los niveles de 2019, en cuanto a indicadores de hambre se refiere. Todavía unas 125 millones de personas deberían salir de esa situación para llegar a los valores previos a la pandemia.

En América Latina el panorama resulta un poco mejor, aunque dentro de un cuadro que sigue siendo grave. Esta región es la que mostró la disminución más significativa en las cifras de hambre en comparación a las demás partes del globo. Pasó del 7% de escenario de hambre en 2021 (cerca de 45 millones de personas) a 6,5% (43 millones).

Es la primera vez que en América Latina y el Caribe aparece un número que corta la tendencia negativa que se venía acumulando año a año, pero no llega a marcar una nueva tendencia dado que se requieren tres años consecutivos a la baja para eso.

El País conversó al respecto con Mario Lubetkin, sudirector general de la FAO y representante Regional de la FAO para América Latina y El Caribe. Desde Roma, Lubetkin da su punto de vista sobre los datos proporcionados por la organización.

- ¿A qué se debe ese freno del hambre que se ha dado en América Latina?

- Dentro de América Latina y el Caribe, la región que sale con un escenario mejor es América del Sur, dentro de la gravedad del tema. Esto ha sido así, en gran medida, por una evolución positiva de los mercados laborales que contrarrestaron el aumento de la inflación, y también han influido las políticas de protección social que los gobiernos de América del Sur han implementado, cada uno a su manera. Si miramos Mesoamérica o Centroamérica, allí no hubo una modificación sustancial de números comparado al 2022. En cambio, hay un empeoramiento de la situación en el Caribe, por el escenario incontrolable y aumento del hambre en Haití, que pesa en los números totales del Caribe.

- ¿Se han acentuado las diferencias en esta región?

- Sí, tenemos una región con evoluciones diferentes, mucho más marcadas que años anteriores. Eso tiene que llevar a una reflexión profunda, para ver cómo se logra un proceso más armónico y positivo en los próximos años. Creo que son desafíos muy grandes para la región.

-¿Qué está pasando con esta región que, siendo gran productora de alimentos, mantiene sus cifras de hambre?

-Es una de las grandes contradicciones. Hay que tomar en consideración que América Latina y el Caribe arrastra un proceso de desigualdad histórica en relación a escenarios socioeconómicos y, por lo tanto, a escenarios de seguridad alimentaria. También permanecen los efectos del covid, los efectos de la guerra en Ucrania y del cambio climático. O sea, es una combinación explosiva de realidades que puede explicar esta situación. América Latina tiene una capacidad de producción de alimentos para 1.300 millones de personas y tiene una población de poco más de la mitad de esa cifra. Esta es la región que más exporta en relación a la cantidad de su población, pero hay problemas estructurales. También está sucediendo a nivel global -y en América Latina- que solo el tercio de la producción alimentaria llega a destino. Hay un gran desperdicio. Se pierden muchísimos centenares de millones de dólares en alimentos en el camino por problemas de infraestructura, afectación climática, o políticas comerciales. El mayor problema está en los desperdicios, que son demasiado elevados. Por eso la FAO plantea la transformación de los sistemas agroalimentarios como mecanismo para generar sostenibilidad y estabilidad, pensando no solamente en el tema del hambre sino en la mejora de la malnutrición. Deben promoverse sistemas que garanticen el uso correcto de la tierra y la calidad de las semillas, el uso correcto del agua, el apoyo al agricultor familiar que tanto pesa en la parte productiva en las tierras, respaldo económico a estos productores y conexión entre producción local y desarrollo local.

-La Unión Europea está mirando más a América Latina como proveedora, ¿usted piensa que esta región tiene la capacidad de negociar bien los recursos que tiene?

-Hay dos citas que nos van a dar la respuesta a esa preocupación. Una es cómo se manejará esta región en la cumbre Celac-Unión Europea (UE), que se llevará a cabo en Bruselas. El documento conclusivo de esa cumbre será un termómetro de cómo los temas de la producción alimentaria van a pesar en las relaciones comerciales entre las dos regiones. Y el segundo termómetro interesante que mostrará la capacidad o no de negociación de América Latina será cómo terminen las negociaciones, que ya tienen demasiados años, entre la Unión Europea y el Mercosur, donde los temas de la seguridad alimentaria están presentes con mucha fuerza. Lo que digo es hay que leer con mucha atención las conclusiones de la cumbre de Bruselas y hay que seguir también con mucha atención esta fase de negociaciones entre la Unión Europea y el Mercosur.

-La guerra en Ucrania aumentó el precio mundial de los alimentos, ¿sigue sucediendo eso o se entró en una meseta?

-El primer informe que hicimos en la FAO a fines de marzo de 2022, pocas semanas después de que empezara la guerra, marcó un aumento de los productos alimentarios de 12 % o 13 %. Desde ese momento no hemos registrado otro aumento sustancial; algunos productos han ido aumentando un poco, otros han bajado, pero no mucho más. Lo que no ha pasado hasta ahora es la reabsorción del aumento que se registró apenas inició la guerra. Es decir, los productos tienen más o menos el mismo costo, pero el transporte, la infraestructura deficitaria o con problemas, los encarecen. No vemos una reversión de tendencia sustancial desde el comienzo de la guerra.

-¿Qué expectativas tiene la FAO en relación a la cumbre UE-Celac?

-Más que expectativas tenemos esperanza de que en el documento conclusivo de la cumbre, en el acuerdo de los casi 60 jefes de Estado y de gobierno, puedan hablar con mucha fuerza sobre la seguridad alimentaria y pensar en acciones comunes, porque es responsabilidad de todas las regiones lograr nuevas formas de acción común para reducir los niveles de hambre y de desnutrición, combinando con los temas ambientales y comerciales. Espero que el documento final, si se llega a un acuerdo, pueda ayudar en esa dirección.

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