LA CARRERA A LA CASA BLANCA
Grupos de activistas llamaron ayer a movilizaciones en distintas ciudades de Estados Unidos. La tensión se trasladó a las calles bajo una consigna: Count every vote (“Cuenten cada voto”).
Sin un resultado definitivo luego de las elecciones del martes, grupos de activistas llamaron ayer miércoles a movilizaciones en distintas ciudades de Estados Unidos. La tensión se trasladó a las calles bajo una consigna: Count every vote (“Cuenten cada voto”).
Es que las calles no han estado sordas a la polarización política, especialmente después de la agitación que Estados Unidos vivió durante semanas en medio de las protestas raciales.
La capital, Washington, donde centenares de personas aguardaron en los alrededores de la Casa Blanca hasta altas horas de la noche del martes por las primeras proyecciones de la votación, amaneció lista para marchar.
“Sin odio, sin miedo, cada voto cuenta aquí”, coreaba un nutrido grupo cuyo recorrido obligó a interrumpir el tránsito por distintas arterias.
Los partidarios de Joe Biden se congregaron en la noche del martes en la Plaza Black Lives Matter de Washington, al frente de la Casa Blanca, un lugar que se convirtió en un símbolo de la oposición a Donald Trump.
Este paseo fue rebautizado como Black Lives Matter (Las vidas negras importan) después de la ola de manifestaciones contra el racismo tras la muerte en mayo de George Floyd, un ciudadano negro asfixiado por un policía en Mineápolis.
Otras personas se congregaron en la plaza McPherson, ya que el lugar tradicional para estas reuniones, el jardín de Lafayette, frente a la Casa Blanca, está cerrado.
Los pocos partidarios de Trump que se atrevieron a acudir a esa zona fueron acallados por los seguidores de Biden.
A medianoche un grupo de activistas de extrema izquierda Antifa, todos vestidos de negro y portando paraguas del mismo color, lanzaron fuegos artificiales y marcharon por la zona gritando consignas contra la policía y encendieron algunos cubos de basura.
Un grupo de policías en bicicleta y en coches los escoltó, sin intervenir.
Portando pancartas de distintos tamaños, los mensajes eran contundentes: “Este es un acto de democracia”, “El pueblo ha hablado”, “No nos silenciarás”.
En medio del bullicioso recorrido, los gritos también recordaron las consignas que se escucharon en las semanas siguientes a la muerte, en mayo pasado, del afroamericano George Floyd a manos de un policía blanco. “Sin justicia no hay paz”, “Di su nombre” o “Defund the Police” (Retiren los fondos a la Policía), repetían.
Con la mayoría de las tiendas en la comercial 5ª avenida de Manhattan acorazadas con paneles de madera, Nueva York también fue escenario ayer miércoles de nuevas movilizaciones.
Hasta nueve manifestaciones con lemas como “Rechaza el fascismo” o “No dejemos que Trump robe las elecciones” fueron convocadas para la tarde en los distritos de Brooklyn, Manhattan y Queens.
Estas protestas han sido organizadas por grupos de izquierda que también lideraron las movilizaciones antirracistas los pasados meses de mayo y junio.
También en Los Ángeles, después de que el martes se dieran solo unas pequeñas protestas sin mayor eco ni incidentes reseñables, Black Lives Matter ha convocado para esta tarde una concentración en el centro de la ciudad californiana para decir adiós a la fiscal del condado angelino, Jackie Lacey
Lacey fue la primera mujer y la primera persona afroamericana en liderar la fiscalía del condado de Los Ángeles, pero ha sido muy criticada por activistas negros debido a su presunta inacción a la hora de investigar los casos sospechosos de brutalidad policial.
Y mientras Michigan se convirtió en el segundo estado, después de Wisconsin, donde la campaña de reelección de Trump ha presentado una demanda ante un tribunal para exigir que se detenga el recuento de votos, los manifestantes se preparaban para salir en las localidades de Ferndale, Brighton, Ann Arbor, Lansing y Grand Rapids.
“Sin agua con Obama y Trump”
En Detroit, la gran ciudad de Michigan y antiguo centro mundial de la industria automotriz, las redes sociales también convocaron a marchar. “Aquí hemos tenido muchos problemas -el 30% de la población vive en la pobreza-, que se mantienen. Los últimos cuatro años la gente no ha visto muchos cambios, si no tenía agua con Obama tampoco lo tiene ahora con Trump”, explica Raquel Castañeda-López, la primera concejala latina de distrito en la ciudad. Una cifra brutal sobre el declive de la ciudad: en los últimos 20 años ha perdido casi un 30% población. Detroit es, además, una ciudad dominada por las minorías, con más del 70% de la población afroamericana, un 10% blanca y un creciente número de inmigrantes yemeníes y bangladesíes.
Por otra parte, en previsión de cualquier alteración del orden público, la gobernadora de Oregón, Kate Brown, extendió hasta el viernes la vigencia en la ciudad de Portland de un plan para evitar actos de violencia y garantizar el derecho a la libertad de expresión mientras se desarrolla el conteo de votos.
Portland fue escenario en semanas pasadas de marchas organizadas por el grupo de extrema derecha “Proud Boys” (Chicos orgullosos, en inglés) -al que el presidente Donald Trump pidió en septiembre pasado que “diera un paso atrás y permaneciera preparado” ante posibles disturbios raciales- y activistas del movimiento Black Lives Matter (Las vidas negras importan), que lideraron las marchas contra el racismo este año.