Esta semana el Ministro de Relaciones Exteriores, James Cleverly, visitó la región para renovar la relación del Reino Unido con América Latina y el Caribe, enfocándose en clima, valores comunes y los lazos compartidos entre nuestra gente.
En Chile, el Canciller pronunció un discurso en el que expuso cómo ve la colaboración futura del Reino Unido con la región y lanzó oficialmente las celebraciones por el bicentenario de las relaciones británico-latinoamericanas en varias embajadas en el continente.
Me enorgullece que el entonces Ministro de Relaciones Exteriores británico George Canning jugó un rol importante en apoyar la independencia de los nuevos Estados de la región, incluyendo la de Uruguay a través de Lord Ponsonby. De hecho, las relaciones con Uruguay tienen hitos anteriores. Fue en 1817 cuando José Artigas y el Teniente de Navío británico Edgard Frankland firmaron el primer Acuerdo de Libre Comercio de la entonces Banda Oriental.
Doscientos años después de ese periodo revolucionario, las placas tectónicas del mundo están cambiando una vez más.
Como mi Canciller mencionó, nuestra posición es clara: el respeto por la soberanía, la integridad territorial, la autodeterminación y los derechos humanos debe prevalecer, junto a la democracia, el estado de derecho y la democracia saludable. Sabemos que estos valores son también los de Uruguay.
El apoyo de Uruguay y de otros países latinoamericanos a Ucrania en las Naciones Unidas y la protección de su derecho a la autodefensa en contra de la agresión rusa lo ha dejado claro. Y mi canciller remarcó que dado nuestro compromiso con el derecho a la autodeterminación, el Reino Unido continuará apoyando a la población de las Islas Falkland y su derecho de decidir sobre su futuro.
Pero proteger la autodeterminación y democracia no son los únicos retos. Vivimos en un mundo de amenazas que crecen rápidamente y el cambio climático es el ejemplo más urgente. Por años el Reino Unido y América Latina han sido ambiciosos en tomar acciones para frenar este riesgo.
Compartimos el deseo de desarrollar soluciones en minerales críticos, hidrógeno verde e infraestructura sustentable. La visita del Presidente Luis Lacalle Pou junto a integrantes de su gobierno a Londres -hace exactamente un año- generó nuevas oportunidades para el trabajo conjunto en ésa y otras áreas. Muchas ya se han concretado. Uruguay emitió un bono indexado a indicadores de cambio climático que es pionero en el mundo, a través de la Bolsa de Valores de Londres.
Hemos colaborado y colaboraremos aún más para liderar la revolución de vehículos eléctricos, impulsar la seguridad energética y alimentaria, y proteger a las poblaciones de choques geopolíticos como los provocados por la invasión rusa a Ucrania.
Las relaciones interpersonales con la región también se han profundizado en los últimos años. El español es el segundo idioma extranjero más popular en los colegios británicos. Hemos recibido a miles de becarios Chevening en nuestras universidades, incluyendo a más de 200 uruguayos en los últimos 40 años. Programas del British Council alcanzaron a más de 100 millones de personas en las Américas el año pasado, incluyendo a más de 27.000 niños uruguayos de escuelas públicas que cada año aprenden inglés a través de Ceibal
Aunque el comercio e inversiones británicos con América Latina se recuperaron con fuerza después de la pandemia, reconocemos que aún hay mucho por hacer en esta área, ya que Latinoamérica representa solo el 2% de importaciones y 2,5% de exportaciones británicas a nivel mundial. Sin embargo, las cifras recientes son auspiciosas. El aumento del intercambio de mercaderías con América Latina fue de 45% y entre Reino Unido y Uruguay creció aún más: un impresionante 188% el año pasado. En octubre una delegación británica mantuvo la primera reunión del diálogo comercial bilateral en la cancillería uruguaya. Y el inminente acceso del Reino Unido al CPTPP, uniéndose a México, Perú y Chile es un avance positivo, al que esperamos que pronto también se sume Uruguay.
Estos ejemplos, junto con otros, demuestran cómo las asociaciones entre el Reino Unido y América Latina pueden crear una diferencia real, no solo a nuestra seguridad y prosperidad, sino a la de todo el mundo.
Como dijo mi canciller, debemos tener ambición en nuestra futura relación. Como representante de un aliado histórico y presente de América Latina trabajaré aún más de cerca con Uruguay para potenciarla.