PANDEMIA
Los ensayos incluyen a 2.000 voluntarios trabajadores de la salud de San Pablo y a otras 1.000 personas en Río de Janeiro.
Los estudios para desarrollar una vacuna contra el COVID-19 siguen avanzando a ritmo de vértigo, al punto que ya son varios los laboratorios que están entrando en la última fase de ensayos en humanos. Es el caso de la vacuna que están desarrollando la Universidad de Oxford y la farmacéutica británica AstraZeneca, uno de los proyectos que está más adelantado. Esta vacuna comenzó a ser probada en Brasil, donde los casos de coronavirus podrían superar los 10 millones debido a la elevada subnotificación.
Los ensayos incluyen a 2.000 voluntarios trabajadores de la salud de San Pablo y a otras 1.000 personas en Río de Janeiro, informó el patrocinador del proyecto, Lemann Foundation, en un comunicado.
Los investigaciones esperan lanzar la vacuna al mercado a fines de este año.
El alto nivel de infección del virus en el país, donde el número de casos podría ser hasta diez veces mayor que el registrado en las estadísticas oficiales, ha convertido a Brasil en uno de los primeros países en iniciar las pruebas en humanos para comprobar la inmunización contra el nuevo coronavirus.
Con más de 51.000 muertos y 1,1 millones de infectados confirmados oficialmente, Brasil es el segundo país del mundo con más casos y decesos por COVID-19, situándose tan solo por detrás de Estados Unidos.
Mientras la gran mayoría de países del mundo temen ya la llegada de una segunda ola del virus, el patógeno continúa expandiéndose por Brasil, principalmente por el centro-oeste y el sur del país.
La reapertura de la economía ha encendido las alertas entre los especialistas, quienes temen que en las próximas semanas pueda haber un rebrote en algunas de las zonas donde se había logrado contener el virus.
“Las medidas de flexibilización se tomaron de forma inoportuna porque la epidemia todavía está muy presente y esa flexibilización está haciendo que los casos vuelvan a aumentar en algunos puntos donde ya estaban bajando”, explicó a EFE el médico infectólogo Roberto Medronho.
Pese al creciente aumento de casos, las cifras recogidas por el Gobierno reflejan tan solo “la punta de un iceberg”, precisó Medronho, catedrático de Epidemiología de la Universidad Federal de Río de Janeiro.
“Hoy tenemos más de un millón de casos y puedo afirmar que es muy probable que los casos reales estén cerca de 10 millones. Estamos tan solo viendo la punta de un gran iceberg que está sumergido y no estamos evaluando”, agregó.
Su teoría fue reforzada por una investigación divulgada ayer martes por la alcaldía de San Pablo, la cual concluye que en la capital paulista podría haber ya más de 1,1 millones de infectados, la misma cifra registrada por el Gobierno en todo Brasil.
La investigación, basada en la realización de pruebas serológicas para detectar anticuerpos de COVID-19 en una parcela de la población, mostró que los contagios en San Pablo, la ciudad más populosa del país, con 12 millones de habitantes, son casi diez veces superiores a los 120.000 casos registrados oficialmente.
Aunque las autoridades garantizan que ya ha habido una estabilización de los casos en San Pablo, la situación podría empeorar en las próximas semanas como consecuencia de la flexibilización de las medidas de aislamiento social.
Según explicó el médico, la mayoría de países europeos decidió reabrir la economía cuando la tasa de contagios era inferior a 1, mientras que en Brasil muchos estados y municipios están reabriendo con una tasa de 1,8.
Otro estudio.
En el Reino Unido también han comenzado los estudios en humanos para una vacuna contra el COVID-19. Es la que desarrolla el Imperial College London, que ha sido probada por primera vez en una persona sana, informó ayer martes esta universidad.
“La vacuna se ha sometido a rigurosas pruebas de seguridad preclínicas y en estudios con animales se ha demostrado que es segura y produce signos alentadores de una respuesta inmune efectiva”, indicó la prestigiosa institución que lleva a cabo el estudio en la capital británica.
Estos ensayos son la primera prueba de una nueva tecnología que utiliza ARN sintético autoamplificado, que se considera que va a revolucionar el desarrollo de vacunas, ya que va a permitir a los científicos responder más rápidamente al surgimiento de nuevas enfermedades.
La persona que ha recibido esta primera dosis recibirá una segunda en cuatro semanas, mientras se espera que, en los próximos días, se administren las primeras cantidades a otros participantes. En total, está previsto que 300 personas sanas reciban dos dosis de la vacuna, tras lo que serán monitoreados de cerca por el equipo de expertos que comprobará continuamente su estado de salud y observará si producen anticuerpos contra el virus.
Esta investigación se está llevando a cabo con la financiación del Gobierno británico que ha destinado 50,3 millones de dólares y otros 6,1 millones de dólares recaudados en donaciones privadas. La doctora Katrina Pollock, del departamento de Enfermedades Infecciosas del Imperial College e investigadora principal del estudio, dijo que se ha alcanzado “un hito significativo” al administrar de forma segura “la primera dosis de una vacuna de ARN autoamplificador”.
Sudáfrica también probará la vacuna
Sudáfrica anunció ayer martes el comienzo de un ensayo en el país de la posible vacuna contra la COVID-19 desarrollada por la Universidad de Oxford, lo que supone la primera iniciativa de este tipo en el continente africano. Los ensayos comenzarán esta misma semana en la provincia de Gauteng, donde se encuentran Johannesburgo y Pretoria, dijo la institución responsable de la iniciativa, la Universidad de Witwatersrand, situada en Johannesburgo. El estudio incluirá a unos 2.000 habitantes de Sudáfrica, país que acaba de superar el umbral de los 100.000 casos de COVID-19 (con casi 2.000 fallecimientos) y que es, con diferencia, el más golpeado por la pandemia de toda África. Entre los participantes se incluirá a medio centenar de personas que conviven con VIH.
La vacuna en cuestión se denomina ChAdOx1 nCoV-19 y ha sido desarrollada por expertos del Instituto Jenner de la Universidad de Oxford junto a la farmacéutica británica AstraZeneca.