ESTADOS UNIDOS
Los funcionarios del lugar limpian las esculturas, revisan las salas, juntan basura y reparan algunas roturas tras la avalancha de gente que acabó con cuatro muertos.
Luego del asalto al Capitolio estadounidense por parte de miles de seguidores de Donald Trump este miércoles, el lugar vuelve de a poco al orden. Los funcionarios limpian las esculturas, revisan las salas, juntan basura y reparan algunas roturas tras la avalancha de gente que acabó con cuatro muertos y varios heridos.
Cuando el sol despuntaba, la escena dejaba entrever las cicatrices de la batalla del día anterior, y todavía se podían ver arrugadas pancartas de apoyo a Trump y alguna pintada contra los demócratas y los medios de comunicación.
"Nunca, nunca había visto algo por el estilo. Bastante basura, todo desordenado, nada bonito", explicó a Efe Freddy, un limpiador, mientras trabajaba en la escalinata Este del Capitolio.
Dentro, en los pasillos del Capitolio, solo se veían los carros de los servicios de limpieza y a funcionarios haciendo inventario de los destrozos, entre ellos sillas y mesas rotas.
Ni rastro de los congresistas y senadores que tuvieron que ser evacuados en un primer momento ante la amenaza los asaltantes y que regresaron por la noche para culminar el proceso de certificación de los votos y declarar así oficialmente al demócrata Joe Biden como próximo presidente de EE.UU.
Afuera, en el silencio del amanecer, apenas se escuchaba a los pájaros madrugadores y los pasos apresurados de las tropas de soldados desplegados que comenzaban a retirarse tras haber permanecido en guardia durante la gélida noche.
En medio del caos del martes, la alcaldesa de Washington, Muriel Bowser, decretó el toque de queda entre las seis de la tarde y las seis de la mañana, y hoy anunció la extensión de la medida hasta el próximo 21 de enero, un día después que tome posesión Biden.