Roger Cohen / The New York Times
La victoria de Robert Fico, un ex primer ministro que adoptó una postura de campaña prorrusa, en las elecciones parlamentarias de Eslovaquia es una señal más de la erosión del apoyo a Ucrania en Occidente a medida que la guerra se prolonga y la línea del frente permanece en gran medida estática.
Eslovaquia es un país pequeño con históricas simpatías rusas, y la naturaleza del gobierno de coalición que Fico intentará formar no está clara. Quizás se incline más hacia el pragmatismo, como lo ha hecho la primera ministra de extrema derecha de Italia, Giorgia Meloni, desde su elección el año pasado. Aún así, el cambio en Eslovaquia es marcado: fue el primer país en entregar aviones de combate a Ucrania.
Los resultados de las elecciones se producen cuando la inquietud por los miles de millones de dólares en ayuda militar que Occidente ha proporcionado a Ucrania durante los últimos 19 meses se ha agudizado en Estados Unidos y la Unión Europea, con crecientes demandas de que el dinero se destine a prioridades internas.
Los republicanos de la Cámara de Representantes se negaron a reunirse con el presidente ucraniano Volodimir Zelenski en Washington el mes pasado, y han surgido tensiones entre Kiev y la Casa Blanca sobre la estrategia militar ucraniana. En Europa Central, que alguna vez fue el núcleo del feroz sentimiento antirruso entre los temerosos estados de primera línea que soportaron décadas de duro gobierno comunista como miembros reacios del bloque soviético, la guerra ahora se ve con mayores matices.
La victoria de Fico, que obtuvo alrededor del 23% de los votos sobre una plataforma que incluía detener todos los envíos de armas a Ucrania y culpar por la guerra por igual a Occidente y Kiev, es un ejemplo de ello.
Combinó conservadurismo social, nacionalismo, retórica anti-LGBTQ+ y promesas de generosas ayudas sociales en lo que resultó ser una agenda antiliberal eficaz, especialmente en ciudades pequeñas y zonas rurales.
“El desgaste de la guerra es más palpable en Europa Central que en Europa Occidental por ahora”, dijo Jacques Rupnik, profesor de la Universidad Sciences Po de París y experto en la región. “Eslovaquia demuestra que la amenaza a su puerta no significa necesariamente que apoye sinceramente a Ucrania”.
Una encuesta de Globsec realizada en marzo sobre la opinión pública en toda Europa central y oriental encontró que el 51% de los eslovacos creía que Occidente o Ucrania eran los “principales responsables” de la guerra. Fico, quien sirvió durante más de una década como primer ministro hasta 2018, aprovechó este sentimiento.
Adoptó parte de la retórica del primer ministro prorruso de Hungría, Viktor Orban, quien se ha resistido a la posición occidental de que la brutal invasión rusa a Ucrania fue una violación flagrante del derecho internacional a la que se debe resistir en nombre de la libertad, la democracia y la soberanía nacional.
“Fico se inspiró en Orban, pero no tiene las mismas raíces ideológicas profundas y es más pragmático”, dijo Ludek Sekyra, un empresario checo que preside la Fundación Sekyra, partidaria de causas liberales. “Ha sido experto en explotar el malestar por la gran afluencia de refugiados ucranianos, el resentimiento de los países pequeños hacia la Unión Europea y las simpatías rusas que no existen en la República Checa”.
Eslovaquia envió a su ministro de Asuntos Exteriores, Miroslav Wlachovsky, a la reunión de la UE en Kiev con el fin de demostrar su apoyo duradero a Ucrania.
La presencia de Wlachovsky parecía señalar la continuidad, al menos por ahora, de la posición de Eslovaquia con respecto a la guerra. No queda claro cuánto cambiará eso hasta que se forme un nuevo gobierno.
Las mareas están cambiado en esta parte de Europa. Incluso Polonia, un ferviente partidario de Ucrania que ha acogido a más de 1,5 millones de refugiados durante la guerra, decidió recientemente cerrar su frontera a las importaciones de cereales ucranianos a bajo precio.
En Europa Occidental, una encuesta reciente del Fondo Marshall Alemán encontró que el apoyo a la membresía de Ucrania en la UE era sólo del 52% en Francia y del 49% en Alemania. En Alemania, sólo el 45% de los encuestados estaba a favor de la membresía de Ucrania en la OTAN.