EL VIRUS EN EUROPA

El mundo siente que una vacuna contra el COVID-19 es posible para el primer trimestre de 2021, pero la fuerza con que la pandemia ha vuelto a desplegarse en algunos países como España, muestra que esta será una guerra larga en la que se irán abriendo y cerrando frentes de batalla.

España registró 3.715 nuevos contagios por coronavirus, la cifra más alta desde que terminó el confinamiento a finales de mayo, que eleva a 370.867 el total de infectados desde el inicio de la pandemia y a 28.797 los fallecidos, 131 en una semana, según los datos del Ministerio de Sanidad.

De las nuevas infecciones, 1.535, el 41%, fueron en Madrid, región que registró además 25 de los fallecidos, y en segundo lugar, aunque muy lejos, se sitúa el País Vasco, con 472 casos, casi los mismos que Aragón, que informó de 466 contagios y de 53 defunciones.

Ante esta situación, el Gobierno del socialista Pedro Sánchez hizo un llamamiento a aplicar “con máximo rigor” las medidas adicionales de prevención, como el cierre de locales nocturno o la prohibición de fumar en la calle a menos de dos metros de otra persona.

La situación en la región de Madrid es la que más preocupa a las autoridades sanitarias, ya que ha doblado el número de contagios respecto al martes. Esa comunidad suma ya 63 brotes notificados.

Cataluña también registró un rebrote de casos, a pesar de la mejoría experimentada en las últimos días. Igual que en Madrid, sube también en Cataluña el número de hospitalizados e ingresados en la UCI.

El presidente autonómico catalán, Quim Torra, amenazó con tomar medidas “más drásticas”, si no se ataja la propagación del virus.

Las autoridades sanitarias siguen insistiendo en que los nuevos diagnósticos de coronavirus afectan sobre todo a personas jóvenes y muchas de ellas tras haber participado en actos de ocio nocturno.

A pesar de estas advertencias se siguen sucediendo las reuniones en la calle para beber alcohol, conocidas en España como “botellones”.

Este rebrote de casos en España se da solo dos semanas del inicio del año escolar.

En plena carrera mundial para encontrar la vacuna contra el COVID-19, Australia lanzó ayer miércoles el debate sobre si los países tendrán que hacerla obligatoria.

“Siempre hay excepciones a la vacuna, por razones médicas, pero debería ser las únicas”, declaró el primer ministro australiano, Scott Morrison, a una radio de Melbourne. Vacunarse debería “ser obligatorio”, estimó.

Adelantándose a posibles movimientos antivacuna, Morrison afirmó que había demasiadas cosas en juego para dejar que la enfermedad siga propagándose. “Estamos hablando de una pandemia que ha destruido la economía mundial y causado cientos de miles de muertes”, dijo.

Por su lado, el principal asesor médico de la Casa Blanca Anthony Fauci dijo ayer miércoles que la aplicación de la vacuna no será obligatoria en Estados Unidos, aunque podría serlo por normas locales para los niños.

“No podemos forzar o intentar obligar a las personas a que se vacunen, nunca lo hemos hecho”, dijo Fauci, miembro del grupo que asesora durante la emergencia sanitaria a la Casa Blanca, en una charla por video con la Universidad George Washington.

Frente a un virus que ya se ha cobrado más de 781.000 vidas y contagiado a más de 22 millones de personas, el hallazgo de una vacuna o un tratamiento eficaz es la esperanza a la que se aferra el planeta.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se están desarrollando 168 posibles vacunas, pero hasta ahora ninguna está lista para ser comercializada.

En Estados Unidos, el país con más muertos por el virus en el mundo (171.800 fallecidos), el laboratorio Moderna cuenta con uno de los proyectos más avanzados, en fase III de los ensayos clínicos en seres humanos, la última etapa antes de la comercialización.

Paralelamente, una vacuna china será próximamente probada en Pakistán y Arabia Saudita, en su tercera fase de ensayos clínicos. Desarrollada por el laboratorio chino CanSinoBio y el Instituto de biotecnología de Pekín, ya ha sido probada en China, Rusia, Chile y Argentina.

Aquí en la región, Brasil se está transformando en un referente de ensayos clínicos contra el COVID-19, después del anuncio de la autorización para probar una cuarta vacuna.

Brasil, el segundo país del mundo más golpeado por la pandemia con casi 3,5 millones de contagios y cerca de 110.000 decesos, aprobó el martes los ensayos clínicos finales de la vacuna experimental de la firma Johnson & Johnson, el cuarto proyecto que recibe luz verde en el país para ser probado, antes de su aprobación definitiva.

A las pruebas de esta vacuna se suman otros tres experimentos de fórmulas en Brasil: la vacuna desarrollada por el Reino Unido, otra por China y una tercera fruto de una alianza entre compañías de Alemania y Estados Unidos.

Por primera vez en cuatro meses, Brasil parece tener una tasa de trasmisión de coronavirus bajo control. De acuerdo con los cálculos del Imperial College de Londres, la tasa de contagio esta semana se ubicó en 0,98, lo que significa que cada 100 personas infectadas trasmiten el patógeno a otros 98 individuos.

También está en fase III la vacuna desarrollada por el laboratorio AstraZeneca y la Universidad de Oxford, que será producida en Argentina y México para los países de América Latina. Ya hay 17 países interesados en recibir esta vacuna, entre ellos Uruguay, prevista para el primer trimestre de 2021.

México mostró además su interés a Rusia para acoger ensayos de la fase III a la vacuna Sputnik V con la intención de contar con ella “a la brevedad posible”, dijo ayer miércoles el canciller mexicano, Marcelo Ebrard.

La OMS dijo hace unos días que no ha recibido suficiente información sobre la vacuna rusa para evaluarla y que los planes para producirla no deben llevarse a cabo hasta que se completen las fases II y III de los ensayos para garantizar su seguridad y eficacia.

El gobierno de México ha firmado además convenios con un laboratorio de Estados Unidos y dos de China para acoger ensayos clínicos de la fase III del protocolo para la vacuna del COVID-19, dijo Ebrard la semana pasada.