España investiga como un atentado yihadista el ataque a varias iglesias con un muerto y cuatro heridos, uno de ellos sacerdote, por parte de un marroquí en situación irregular pendiente de expulsión a su país pero que no estaba fichado por la Policía por su radicalización.
“No estaba en el radar de ningún servicio nacional por radicalización” ni “en ninguna base de datos de los distintos países” en los que tuvo alguna residencia, dijo ayer jueves el ministro español del Interior, Fernando Grande-Marlaska, en Algeciras.
En esta ciudad del sur de España fue donde el miércoles Yassine Kanjaa, de 25 años, asesinó con un machete a un sacristán tras irrumpir en dos iglesias e intentar acceder a otra, gritando “muerte a los cristianos” y “Alá es grande” mientras portaba un machete y vestía una chilaba.
Su único antecedente policial en España es de junio de 2022, cuando se le abrió expediente de expulsión por entrada irregular.
El ministro añadió ante los medios que “no hay ninguna otra persona involucrada” mientras prosigue la investigación sobre lo que “puede ser de naturaleza terrorista”, aunque “todas las hipótesis siguen abiertas”.
Fuentes policiales informaron que el detenido tenía propaganda yihadista “rudimentaria”, descubierta en un registro de la casa donde residía, de la que salió con un Corán en la mano.
La Audiencia Nacional española le investiga por un delito de terrorismo de carácter yihadista.
El juez de la Audiencia Nacional Joaquín Gadea considera que Yassine Kanjaa actuó guiado por una “voluntad terrorista” que vincula en principio con el “salafismo yihadista”.
Amenaza yihadista
El ataque a las dos iglesias el miércoles reavivó en España la inquietud por la amenaza yihadista.
Carlos Igualada, director del Observatorio Internacional de Estudios sobre Terrorismo (OIET), cree que “son acciones puntuales y no va a haber una campaña de atentados como ocurrió años atrás”.
“Desde finales de 2017, el número de acciones terroristas en Europa ha bajado considerablemente y los ataques que se están produciendo son de escasa letalidad, con armas blancas en los que solo participa un terrorista”, añadió a AFP.
Lejos, pues, prosiguió Igualada, de “aquellos atentados como los de París, o los de Niza, o Berlín, o Bruselas, donde los muertos se contaban por decenas”.
“Todos los elementos que caracterizan e identifican la metodología yihadista se dan en este sujeto (el marroquí responsable de los ataques a las iglesias), hay indicios a priori bastante consolidados”, estimó Chema Gil, profesor del Centro Universitario ISEN de Cartagena y codirector del Observatorio Internacional de Seguridad, en declaraciones a la radio pública RNE.
Si es lo que se conoce como “un lobo solitario o no, lo tendrán que establecer los investigaciones”, añadió.
Atrás quedan los atentados contra varios trenes suburbanos de Madrid en 2004, los más sangrientos vividos en Europa, que dejaron 191 muertos y unos 2.000 heridos. O el de los últimos grandes atentados en España, en Cataluña en 2017, con 16 muertos y 140 heridos.
Si en 2004, la amenaza yihadista convivía con la de la organización armada vasca ETA, desde que ésta anunció el abandono de las armas en 2011 y su disolución siete años más tarde, la actividad policial se ha centrado sobre todo en el islamismo radical.
El último Plan de Prevención, Protección y Respuesta Antiterrorista, que orienta la estrategia en este aspecto, es de 2022, y en su presentación, el ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, citaba como un gran peligro, según un comunicado del gobierno, “los modernos procesos de radicalización hacia diferentes tipos de extremismos violentos, en particular los de carácter yihadista”.
En base a EFE y AFP