XOSÉ HERMIDA / El País de Madrid
El Congreso dejará de apellidarse “de los Diputados” para quedarse en “Congreso”, a secas. Será una de las consecuencias más llamativas de la reescritura del Reglamento de la Cámara para adaptarlo al lenguaje inclusivo, cuyo primer trámite fue aprobado este martes por el pleno. La iniciativa presentada por PSOE y Sumar recibió el apoyo de los grupos de izquierda y nacionalistas periféricos que sostienen al Gobierno y el rechazo de las dos formaciones de la derecha, PP y Vox. Unos apelaron a la apuesta por el lenguaje inclusivo de organismos internacionales como la ONU y la Unión Europea. Y otros, al rechazo, en nombre de criterios filológicos, expresado en varias ocasiones, la última el pasado febrero, por la Real Academia Española (RAE).
La lengua, sus usos sociales y su influencia en la manera de ver el mundo se ha convertido en uno de los grandes temas del debate parlamentario en este accidentado inicio de la legislatura. Y también en un motivo más de fricción entre los bloques enfrentados en el Congreso, otra chispa para encender batallas culturales. Al comienzo de la legislatura fue la decisión de la presidenta del Congreso de permitir el uso sin restricciones de las lenguas cooficiales. Ahora, aunque con bastante menor vehemencia y sin tanta polvareda pública, el llamado lenguaje inclusivo para acabar con la preeminencia de las fórmulas masculinas.
Ya en febrero, la Mesa del Congreso dictó unas recomendaciones sobre el uso del lenguaje inclusivo en los documentos de la Cámara baja, entonces también con el apoyo del PP. Ese primer paso ya provocó un pronunciamiento de la RAE, que, entre otras cosas, criticó que los intentos de acabar con el empleo exclusivo del masculino genérico cuando se alude a personas de ambos sexos puede “acrecentar la distancia con el mundo real” del lenguaje que se usa en las instituciones.
Pero las dos formaciones del Gobierno han seguido adelante con sus planes y este martes presentaron su iniciativa conjunta para reformar el Reglamento del Congreso en el mismo sentido. Tras obtener la luz verde del pleno, seguirá ahora el trámite legislativo normal ya que el Reglamento tiene rango de ley.
Con un vestido en el que figuraba bien visible la leyenda “poder femenino”, la socialista Susana Ros se subió al estrado para defender una iniciativa que, subrayó, no es producto de “una moda pasajera, sino una prioridad en la búsqueda de una sociedad más justa y democrática”. Ros, en un argumento que luego repetirían otras oradoras, reseñó que el uso del genérico masculino reduce a la mujer “a una posición de insignificancia”. La representante del PSOE tuvo un recuerdo para las 21 diputadas y 6 senadoras que formaron parte de las Cortes constituyentes.
Esther Gil de Reboleño, de Sumar, también vicepresidenta tercera de la Cámara, reseñó otros datos: las mujeres son el 44% del hemiciclo y el 60% de los 666 empleados de la institución. Tras ella, llegó el desfile de aliados del Gobierno apoyando la iniciativa. Joseba Agirretxea, del PNV, fue muy gráfico al explicar que la pasada semana, en la votación de la ley de amnistía por llamamiento uno a uno de los miembros de la Cámara, la primera era una mujer y fue aludida como “diputado”. “Ha llegado el momento de cambiar estas cosas”, subrayó. Ione Belarra, de Unidas Podemos, recordó la reciente iniciativa del presidente argentino, Javier Milei, de prohibir el lenguaje inclusivo en su Administración. A los turnos a favor se sumaron Bel Pozueta, de EH Bildu, y Néstor Rego, del BNG.
La derecha hizo piña contra la medida, con diferentes tonos en las intervenciones del PP y de Vox, y la recriminación de este último grupo a los populares por haber aprobado recientemente las recomendaciones que han recibido el reproche de la RAE. Las objeciones de la Academia fueron precisamente uno de los argumentos invocados con más fuerza por la popular Marta González para fundamentar su rechazo a una iniciativa impulsada por un motivo “más político que gramatical”. González comparó la posición contraria al lenguaje inclusivo del presidente francés, Emmanuel Macron, con su implantación en la Constitución chavista venezolana. Y se preguntó si a partir de ahora se hará la misma adaptación en el resto del cuerpo legislativo.
La embestida más dura había llegado antes con Ignacio Gil Lázaro, de Vox, siempre pródigo en descalificaciones y que tampoco se quedó corto esta vez: una propuesta “falsa”, “hipócrita” y “excluyente”, una “patochada” propia de la “carcundia de la izquierda” que, según él, no repercutirá en nada que mejore la condición de la mujer. Gil Lázaro sostuvo además que la supresión de la coletilla “de los diputados” para denominar al Congreso supone una reforma encubierta de la Constitución, ya que esta alude a la Cámara legislativa con el nombre que ahora se pretende acortar.
La Mesa del Congreso también tomó otra decisión este martes para mejorar la presencia simbólica de la mujer en la Cámara. En el llamado Vestíbulo de la Reina, la sala a la que se accede tras ingresar al palacio de las Cortes por la Puerta de los Leones, cuelgan retratos de grandes políticos recientes, todos hombres. La Mesa ha dado de plazo a los grupos hasta el 11 de abril para que presenten propuestas de mujeres y conferir mayor pluralidad a la selección de figuras parlamentarias de relevancia con que se encuentran los recién llegados.