AFP, El País de Madrid
España celebra el próximo domingo unas elecciones legislativas que, según las encuestas, deberían devolver el poder al Partido Popular (PP) y reforzar el dominio de los partidos de derecha en la Unión Europea.
La semana pasada la incipiente remontada de los socialistas parecía tomar cuerpo, y la encuesta de 40dB. para el diario madrileño El País y la cadena SER los situaba a poco más de un punto del PP, su mejor resultado desde las elecciones autonómicas y municipales de mayo. Pero tras un debate desastroso para el presidente socialista Pedro Sánchez, se ha desdibujado ese panorama. La última entrega de la encuesta diaria de 40dB. sitúa al PP de Alberto Núñez Feijóo con una cómoda ventaja de 4,5 puntos y al conjunto de la derecha con 174 escaños, solo dos menos que la mayoría absoluta y una garantía casi total para formar Gobierno.
Convocadas por Sánchez tras la debacle de la izquierda en las municipales del 28 de mayo, las elecciones anticipadas del domingo podrían integrar además al gobierno al partido de extrema derecha Vox.
Una situación que confirmaría “un proceso continuo y paulatino de normalización de la extrema derecha a nivel europeo”, dijo el historiador Steven Forti, profesor en la Universidad Autónoma de Barcelona.
De ahí que haya mucho en juego tanto para Sánchez, en el poder desde 2018 y al frente de una coalición minoritaria con el partido de izquierda radical Podemos desde 2020, como para la izquierda europea.
Desde las municipales, el triunfo del PP en las elecciones del 23 de julio parece inevitable. La única duda es si tendrá necesidad de aliarse con Vox para alcanzar la mayoría absoluta de 176 diputados.
La dinámica de la derecha se vio frenada cuando el PP tuvo que negociar con Vox pactos de gobierno en algunas regiones conquistadas a la izquierda.
Como esperaba Sánchez, el PP y su líder no salieron indemnes de estas negociaciones, con el rechazo de Vox a hablar de “violencia de género” o su negación del cambio climático. Unas posiciones extremas que no son las del PP, pero que le han permitido a Sánchez hacer campaña llamando a no votar por los conservadores porque eso significaría llevar a Vox al gobierno.
Su objetivo es doble: disuadir al elector centrista de votar por el PP y movilizar al medio millón de votantes de izquierda que se quedó en casa el 28 de mayo. Pero las escasas esperanzas de Sánchez de una “remontada” se vieron frustradas tras su pobre actuación frente al Feijóo en el único debate televisado entre ambos del 10 de julio, que provocó un repunte del PP en los sondeos. Sánchez hace gala de su balance económico, que en el contexto europeo es bastante positivo, pero el problema para él es que la percepción de los españoles sobre la propia situación económica sigue siendo muy negativa.