AFP, EFE/ Tiflis
El exfutbolista Mijeil Kavelashvili, de extrema derecha y apoyado por el partido de gobierno Sueño Georgiano, asumió ayer domingo como nuevo presidente de Georgia, agravando aún más la crisis política en este país luego de varias semanas de manifestaciones proeuropeas multitudinarias.
Este país del Cáucaso se encuentra en crisis desde las elecciones legislativas del 26 de octubre, ganadas por el partido Sueño Georgiano pero denunciadas como fraudulentas por la oposición prooccidental, que exige la realización de nuevos comicios.
Los partidarios de una rápida adhesión de esta exrepública soviética a la Unión Europea han organizado durante dos meses manifestaciones diarias para protestar contra el Ejecutivo, después de que este decidiera posponer los esfuerzos de integración europea hasta 2028.
Mijeil Kavelashvili, conocido por sus posturas ultraconservadoras y antioccidentales, tomó posesión en una ceremonia a puerta cerrada en el Parlamento, tras haber sido designado presidente el 14 de diciembre por un colegio electoral controlado por Sueño Georgiano.
“Nuestra historia muestra claramente que, después de innumerables luchas para defender nuestra patria y nuestras tradiciones, la paz siempre ha sido uno de los principales objetivos del pueblo georgiano”, declaró Kavelashvili en un discurso. Su bando político se presenta como un baluarte frente a Occidente, al que acusan de querer arrastrar a Tiflis a la guerra entre Ucrania y Rusia.
El recién investido presidente también llamó al respeto de “nuestras tradiciones, nuestros valores, nuestra identidad nacional, el carácter sagrado de la familia y de la fe”.
Minutos antes, la presidenta saliente, Salomé Zurabishvili, que había asegurado que no dejaría el palacio presidencial pese al resultado electoral, anunció que finalmente sí lo haría, aunque recalcó que continúa siendo la “presidenta legítima” del país y que seguiría luchando. “Dejaré el palacio presidencial para estar a su lado, llevando conmigo la legitimidad, la bandera y su confianza”, dijo ante una multitud de manifestantes.
Aunque sus prerrogativas fueran limitadas, la presidenta saliente constituyó un importante apoyo a los manifestantes y utilizó su influencia, sobre todo a nivel internacional, para redoblar la presión sobre Sueño Georgiano e intentar lograr unos nuevos comicios legislativos, algo a lo que el gobierno se niega en rotundo.
Por su parte, Sueño Georgiano niega cualquier fraude electoral y acusa a la oposición de intentar provocar una revolución, supuestamente financiada desde el extranjero.
Adhesión a la UE
La víspera, cuando miles de tiflisenses formaron una cadena humana contra la decisión del Gobierno de aplazar hasta 2028 el comienzo de las negociaciones para la adhesión a la Unión Europea, el alcalde de Tiflis, Kaja Kaladze amenazó a Zurabishvili con medidas legales si no abandonaba la residencia presidencial. “La apropiación de un edificio gubernamental es un delito que se castiga con penas de entre 3 y 15 años de prisión”, advirtió el edil.
Desde la residencia presidencial cientos de opositores se dirigieron hacia la sede del Parlamento, donde comenzaron a protestar con pitadas y a enseñar tarjetas rojas en alusión al pasado futbolístico de Kavelashvili.La oposición también lo acusa de lleva a cabo una política de aproximación a Rusia.
Marchas a favor de la integración en Europa
Miles de georgianos formaron ayer en Tiflis una cadena humana a favor de la integración del país en Europa. A la manifestación se sumó la presidenta de Georgia, Salomé Zurabishvili, cuyo mandato expira hoy domingo, quien, al igual que la oposición, no reconoce la validez de las elecciones parlamentarias de octubre pasado y demanda la celebración de nuevos comicios. Con vítores de “¡Gracias, Salomé!” fue recibida la llegada de la mandataria a la cadena humana, que se extiende por siete puentes del Kurá, el río que atraviesa la capital georgiana.
Cuando los periodistas le preguntaron sobre sus planes, respondió: “Pregúntenle a (Mijaíl) Kavelashvili”, el presidente georgiano elegido el pasado 14 de diciembre por un colegio de electores y cuya investidura tendrá lugar hoy en la sede del Parlamento.