El nuevo gobierno de Estados Unidos tendrá su mirada volcada a prioridades que poco y nada tendrán que ver con América Latina (salvo el problema migratorio vinculado fundamentalmente a México, entre otras excepciones).
Esa mirada hacia otro lado -que estará volcada a sus asuntos internos y a las dos guerras en curso- representará una “ventana abierta” para que otras potencias se acerquen más a esta región, como lo ha venido haciendo China en los últimos años.
Analistas consultados por El País afirman que las cosas podrán cambiar por estos lares, ante republicanos y demócratas ocupados en otros asuntos. “Una mayor ausencia de EE.UU. hará que esta región sea presa fácil de otras potencias. América Latina crece, consume y está despertando el interés de China, Turquía y otros países lejanos del mundo occidental”, dijo a El País Ronal Rodríguez, investigador de la Facultad de Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos de la Universidad del Rosario de Colombia.
“EE.UU. afirma que tiene interés en América Latina y el Caribe, pero limita casi todas sus relaciones a México”, agregó.
A su entender, el acercamiento de otras potencias a esta región, que iría en aumento, no será necesariamente “malo”, aunque dependerá del tipo de vínculos y acuerdos a los que se llegue, con la alerta de que algunos de esos países lejanos no son de signo democrático.
Al cierre de esta edición, la pulseada entre Donald Trump y Kamala Harris continuaba en el recuento a altas horas de la noche. En ese contexto, Rodríguez opinó que “la negativa de Donald Trump para profundizar sus relaciones con América Latina, deja una puerta abierta para que China expanda la Ruta de la Seda hacia acá”. “Y la agenda, en el caso de los demócratas, no es muy diferente en ese sentido”, apuntó.
El investigador igual dio la bienvenida a la política de Harris de trabajar más los temas de derechos humanos e igualdad social, que es lo que necesita el mundo y esta región donde “tristemente” -dijo- han aumentando los autoritarismos.
“A principios de siglo teníamos solamente a Cuba como dictadura y hoy hablamos también de Nicaragua, Venezuela, El Salvador. Incluso están haciendo fila Honduras y Bolivia, que parecen estar decantándose rápidamente en esa dirección”, enumeró.
Lo cierto es que muchos países de la región están negociando cada vez más con terceros actores y potencias extracontinentales. Y si EE.UU. no acuerda con ellos, la situación no es tan grave como algunas décadas atrás y ya no tienen problema en buscar aliados en otras regiones.
Cabe aclarar que Rodríguez también habla de que América Latina será “presa fácil” en las negociaciones comerciales internacionales, porque los mecanismos multilaterales se han ido perdiendo fuerza. A su juicio, la Organización de Estados Americanos (OEA) está desdibujada, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) se encuentra paralizada, Mercosur pasa por una crisis importante y la Comunidad Andina de Naciones (CAN) se convirtió en un “mercado menor”, entre otros bloques alicaídos.
La debilidad del multilateralismo le quita a los países condiciones para negociar mejor ante las nuevas realidades geopolíticas, independientemente de quién ocupe la Casa Blanca.
“Dependerá de cada país”
La política proteccionista -que embanderan los republicanos pero también los demócratas- marcará las relaciones de EE.UU. con esta región y el mundo.
Si bien analistas proyectan que no habrá mayores cambios en las relaciones económica y comercial del país del norte con esta región con la nueva administración, los vínculos mostrarán diferencias según el signo político. “Los gobiernos de derecha de Argentina y El Salvador tendrán mayor afinidad con una administración Trump, mientras que los de México y Brasil la tendrán con Harris, si es elegida presidenta”, dijo desde Chile a El País Marcela Ríos, directora para América Latina y el Caribe del Instituto Internacional para la Democracia y Asistencia Electoral (IDEA) Internacional.
La analista aclaró que esas afinidades no se traducirán necesariamente en más colaboración o intercambios comerciales, pero signarán la tónica ideológica prevalente en la dinámica regional.
En cuanto a Uruguay, en la medida en que no le genera problemas a EE.UU., tampoco estará mayormente en su radar.
OEA y ONU
El resultado de las elecciones de EE.UU. es relevante para el cambio de ciclo en la Organización de Estados Americanos (OEA), en vistas de que su secretario general, Luis Almagro, terminará su gestión en 2025. Y en 2026, culminará el período del secretario general de las Naciones Unidas (ONU), António Guterres.
Hay que ver cómo se dan los apoyos en esas votaciones, en las que EE.UU. moverá la balanza. Esto será fundamental para visualizar también cómo quedan fortalecidos o no los organismos internacionales y el multilateralismo.
Migrantes y xenofobia
América Latina se verá impactada por los discursos xenófonos de Trump, de confirmarse en la Casa Blanca, dado que esos mensajes no se quedan en la retórica, sino que se traducen en hechos.
Un ejemplo de ello es el gobierno de Perú, que ha acusado a los migrantes -en este caso venezolanos- de los problemas económicos y sociales de su país. Panamá también está hablando de medidas contra la población migrante. “Hay gobiernos que, como escapatoria a su baja popularidad, se alimentan de los discursos descalificadores de ciertos líderes mundiales. Se sienten autorizados a utilizar la misma estigmatización”, advirtió Rodríguez.
Los analistas coincidieron en que, de ahora en más, la política migratoria de EE.UU. será de contención y no tanto de recepción o integración. Hay que recordar que Harris anunció que se distanciaría de la política de “movilidad segura” de Biden, aunque con un discurso no tan estridente como la del líder republicano.
Clivaje ideológico, social y educativo
Consultada sobre por qué éstas fueron las elecciones más reñidas de la historia reciente de EE.UU., Marcela Ríos respondió que se debe a la alta polarización en ese país.
“La sociedad estadounidense no sólo está dividida en lo ideológico, sino en términos territoriales, raciales, de género, educación. Es un país con realidades muy distintas”, agregó al directora de IDEA.
Asimismo, señaló que, según estudios de IDEA, esas divisiones y grietas han incidido en el deterioro democrático que sufre el país, lo que se hizo más evidente desde 2016 y con una expresión máxima en el ataque al Capitolio en 2021.
“EE.UU. ya no aparece entre los países más democráticos, en nuestros rankings. Hay mucha desconfianza en el proceso electoral por parte fundamentalmente de los republicanos”, afirmó.
El 47% de los estadounidenses dijo, en una encuesta de IDEA, que las elecciones presidenciales de 2020 “no fueron libres o justas”. Para comparar, en Uruguay, el 67% de la población respondió que las elecciones en este país son libres y justas ante una pregunta similar.
Según Ríos, EE.UU. igual cuenta con instituciones estructuralmente fuertes y su fortalecimiento democrático se dará en la medida en que sus líderes retomen ese camino.
Rechazo de resultados electorales en el mundo
En el 20% de las elecciones nacionales en el mundo, al menos un candidato o partido perdedor rechaza el resultado, según un estudio de IDEA Internacional. Asimismo, constata que la participación electoral mundial cayó 10 puntos porcentuales entre 2008 y 2023. No es el caso de EE.UU., donde si bien hay vulnerabilidades, la tasa de participación electoral suele ser bastante alta. Ese indicador está claramente a su favor, en especial considerando que allí el voto es voluntario.
Aunque el desempeño democrático de EE.UU. se ha recuperado en los últimos dos años, los intentos de asesinato del expresidente Trump pone de relieve los riesgos continuos.
Según el estudio de IDEA, las puntuaciones en “elecciones creíbles”, “libertades civiles” e igualdad política “ en EE.UU. aún no han regresado a sus altos niveles previos a 2016.
Las elecciones presidenciales de EE.UU. del pasado 5 de noviembre y lo que suceda en los próximos días, serán un termómetro para medir la situación del país en cuanto al manejo de la polarización de la sociedad y el grado de confianza en los procesos electorales por parte de la población y sus líderes.
En América Latina, son más los países que han experimentado descensos que avances en sus indicadores vinculados a la democracia en los últimos años. Donde se ha retrocedido más es en “estado de derecho”. Otras áreas con tendencias negativas se refieren a partidos políticos libres, Gobierno electo, Parlamento eficaz, libertades civiles (en especial libertad de prensa) e igualdad económica.