Incendios en Los Ángeles: presos bomberos apagan fuego por US$ 27 al día y reducción de condenas

Visten un traje naranja, de un tono diferente al de la plantilla habitual, y no usan agua ni mangueras para apagar las llamas, sino que lo hacen con “herramientas manuales”.

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Presos bomberos trabajan en la extinción de los incendios en Los Ángeles
Presos bomberos trabajan en la extinción de los incendios en Los Ángeles
Foto: X/ CA Corrections

María Porcel, El País Madrid
Las mangueras no dan abasto. La ciudad deLos Ángeles vive los peores incendios de su historia, que ya arrasan más de 160 kilómetros cuadrados y se han cobrado, por el momento, 24 vidas. De ahí que California haya desplegado a más de 8.000 bomberos venidos de todo el Estado, así como de muchos otros (Colorado, Oregón, Idaho, Utah, Arizona...). Pero a esos se les suma otro cuerpo: unos 900 presos participan en tareas de extinción. La población reclusa que ayuda en las labores de extinción trabaja en turnos de 24 horas (con descansos de otras 24) y cobra US$ 27 por jornada. El salario está lejos de los 85.000 dólares anuales que gana, como mínimo, un bombero angelino, aunque tiene otros beneficios, como en sus condenas.

El trabajo de los reclusos a la hora de actuar en incendios es cada vez más frecuente; de hecho, ahora mismo, uno de cada seis bomberos que trabajan en la extinción de Palisades y de Eaton, los dos peores incendios que asolan la ciudad californiana, son presos carcelarios. En general, suponen el 30% de las fuerzas contra el fuego del Estado, según Los Angeles Times: el aumento de los desastres naturales debido al cambio climático los saca cada más a las calles.

Pero no todos los presos pueden ser bomberos. Para empezar, tienen que querer. Ellos mismos deben presentarse como voluntarios para entrar en el programa. Además, han de pasar una selección física y mental. Pero, aun así, de las casi 100.000 personas que viven en las prisiones de California (94.600 en otoño de 2024, según su Instituto de Políticas Públicas), cada año alrededor de mil se presentan para ser bomberos. El Estado, el más poblado, tiene una tasa de 309 personas encarceladas por cada 100.000 habitantes, algo inferior a la media nacional, de 355, según la organización The Sentencing Project.

Según el Departamento de Rehabilitación y Correcciones de California (CDCR, por sus siglas en inglés), que gestiona las prisiones, los presos que busquen ser bomberos deben tener un estatus llamado “de mínima custodia”, es decir, la clasificación de seguridad más baja (y, por tanto, poca peligrosidad), algo que se logra con buen comportamiento en prisión y participando en rehabilitación. No deben quedarles más de ocho años de pena y no pueden haber sido encarcelados por violación, acoso sexual o provocar incendios. Tampoco pueden haber intentado escapar de prisión ni tener un alto perfil mediático.

Si cumplen todos los requisitos, los presos pasan por una de las 35 academias de formación que tiene CDCR en colaboración con Cal Fire (el departamento de bomberos del Estado) en todo California. Estos llamados “campamentos de fuego” están en 25 condados, y hay dos para mujeres presas. Los trabajadores de prisiones estatales supervisan esos campamentos, con una formación de cuatro días de clases teóricas y otros cuatro de trabajo de campo. Los reclusos aprenden “a dar respuesta a todo tipo de emergencias, como fuegos, riadas y otros desastres naturales y causados por el hombre”, segúnla web de CDCR: “Las patrullas también mantienen parques y ayudan a embolsar arena en las operaciones de lucha contra inundaciones y reforestación”. Después, ya en acción, visten un traje naranja, de un tono diferente al de la plantilla habitual, y no usan agua ni mangueras para apagar las llamas, sino que lo hacen con “herramientas manuales”.

Desde ese departamento, también explican los beneficios que consiguen los presos. Están los monetarios, aunque son mínimos: ganan entre US$ 5,8 y US$ 10,24 al día, que paga CDCR; si están en una emergencia en activo, sumarían un dólar más por hora (un extra que asumen los bomberos californianos y que es independientemente de la categoría). Por tanto, cuando trabajan en turnos de 24 horas, los de la categoría más baja cobran US$ 26,90 al día; más el mismo salario en su jornada de 24 horas de descanso. Los bomberos de Los Ángeles ganan entre US$ 85.315 y US$ 124.549 dólares anuales (entre US$ 5.000 y 7.000 netos mensuales) y tienen casi un mes de vacaciones al año. Hasta Kim Kardashian en sus redes sociales ha pedido que esa paga a los presos aumente.

Los beneficios para los presos bomberos

Los principales beneficios no son pecuniarios: los reclusos reciben certificados de capacitación de emergencias, que les pueden proporcionar trabajos al salir. Además, hay algunos programas en condados como Ventura (al norte de Los Ángeles) gracias a los que antiguos presos pueden unirse de manera gratuita a una formación de año y medio que les prepara como profesionales. Pero, sobre todo, lo que consiguen es tiempo. La mayor parte de ellos conmuta penas por ese trabajo: los bomberos reciben dos días por cada uno trabajado, mientras que el personal de administración (alrededor de 115 en estos los incendios de Los Ángeles) logra un día menos de prisión por día de trabajo. La ley AB 2147, aprobada por el gobernador Gavin Newsom en 2020, también permite a los presos condenados por delitos no violentos pedir ante los tribunales la eliminación de sus antecedentes, lo que les permitiría conseguir trabajos profesionales como bomberos tras la liberación.

Sin embargo, muchos quienes critican esta dura labor —que arrancó en 1915 y que se lleva a cabo en al menos 14 Estados—, para empezar, por sus condiciones. Un informe de la Unión de Libertades Civiles de EE UU elaborado por lafacultad de Derecho de la Universidad de Chicagoen 2022 calculó que, durante cinco años, cuatro presos con tareas de bomberos murieron en su labor, y más de 1.000 fueron heridos, criticando la falta de formación y de experiencia de este tipo de trabajadores. Tienen cuatro veces más posibilidades de sufrir heridas que los bomberos de plantilla.

Bomberos presos de California trabajando en la extinción de incendios
Bomberos presos de California trabajando en la extinción de incendios
Foto: X/CA Corrections

Por su parte, el instituto de justicia Vera, una organización con medio siglo de historia y sede en Nueva York que lucha por los derechos de la población carcelaria, lamenta que “los bomberos profesionales de California se formen durante tres años, y los presos durante apenas tres semanas”. También afirman que cuando son liberados “se enfrentan a grandes barreras para convertirse en profesionales”; pese a esa ley de 2020, en el primer par de años de aplicación “solo una docena de personas se benefició de estas oportunidades”. Para ellos, además, el sueldo es tan escaso que solo le hace bien a la Administración: “Incluso en los Estados que sí ofrecen remuneración, como California, los salarios ofrecidos suelen ser escandalosamente bajos. Cada año, los Estados logran alrededor de US$ 11.000 millones en bienes y servicios gracias al trabajo de personas encarceladas a las que se paga poco o nada, a menudo en condiciones inseguras. El 64% de las personas que trabajan entre rejas dicen temer por su seguridad, y el 70% afirman no haber recibido formación formal”, afirman, recogiendo datos de ese informe de la Universidad de Chicago.

En octubre de 2021, Matthew Hahn, un hombre que pasó nueve años en la cárcel y fue bombero en el norte de California, donde luchó contra Dixie, uno de los incendios más graves de la historia del Estado (lo que le ayudó a conmutar casi dos años de pena), escribió un artículo en primera persona en el diarioThe Washington Post. Se titulaba: “Mandarnos a luchar contra el fuego es abusivo, pero lo preferimos a estar en la cárcel”. En 2024, murieron 34 presos en las cárceles de California. En la carta, Hahn contaba que en su tiempo entre rejas “nunca” conoció a otro prisionero que no quisiera formarse como bombero; es una oportunidad para sentirse útiles y respetados, socializar,comer mejor y llevar una vida relativamente normal, afirma en su texto. “Es comprensible que los campamentos de bomberos se consideren un terreno éticamente peligroso”, escribe. “Sí, la decisión de participar se toma en gran medida bajo coacción, dada la alternativa. Sí, a los bomberos encarcelados se les pagan unos céntimos por una tarea inestimable. Y sí, es difícil, aunque no imposible, que los participantes se conviertan en bomberos al salir de prisión. A pesar de ello, los campamentos de bomberos siguen siendo los lugares más humanos para cumplir condena en el sistema penitenciario de California”.

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