Greg Jaffe / The New York Times
El secretario de Defensa, Pete Hegseth, ordenó el cierre de la Oficina de Evaluación Neta, una oficina pequeña, a menudo secreta y a veces opaca, que durante más de 50 años ha ayudado a los líderes más importantes del Pentágono a pensar en el futuro de la guerra.
La oficina cuesta alrededor de 10 a 20 millones de dólares al año -una fracción del presupuesto anual de 850 mil millones de dólares del Pentágono- pero su trabajo y su personal, compuesto por alrededor de una docena de civiles y oficiales militares, a menudo ha tenido un impacto descomunal en cómo el Pentágono se prepara para posibles conflictos.
Durante la mayor parte de su historia, la Oficina de Evaluación estuvo dirigida por Andy Marshall, su fundador, quien fue pionero en un enfoque innovador y un tanto misterioso para comparar las fuerzas estadounidenses con la de sus enemigos potenciales. La oficina también desarrolló métodos ingeniosos para combatir a los adversarios. Jim Baker, coronel retirado de la Fuerza Aérea, sucedió a Marshall en 2015.
La influencia de la oficina dependía a menudo de las prioridades del secretario de Defensa y de su relación personal con su director.

Más recientemente, la oficina se centró en desarrollar conceptos para una posible guerra con China. Impulsó un concepto denominado Batalla Aeronaval, que preveía una “campaña cegadora” inicial con bombarderos y submarinos estadounidenses furtivos que neutralizarían el radar de vigilancia de largo alcance de China, seguida de un asalto naval de mayor envergadura.
Thomas Mahnken, ex estratega de alto rango del Pentágono, cuestionó la decisión de desmantelar una oficina enfocada en preparar al ejército estadounidense en un momento en que China parece estar volviéndose más fuerte y más agresiva. “Estamos en un período que se parece mucho a la Guerra Fría, y estamos eliminando una oficina que durante décadas ayudó a los principales líderes a navegar ese conflicto”, dijo Mahnken, quien dirige el Centro de Evaluaciones Estratégicas y Presupuestarias, un grupo de expertos en defensa con sede en Washington.
El senador Jack Reed, calificó de manera similar el cierre de la oficina como “poco realista” y agregó que “socavaría nuestra capacidad de prepararnos para futuros conflictos”.
Los críticos de la oficina, como el senador Chuck Grassley, republicano por Iowa, han denunciado que no ha recibido suficiente escrutinio en los últimos años. Grassley criticó duramente al grupo de expertos interno del Pentágono, calificándolo de “despilfarrador e ineficaz”.
Otros críticos han dicho que con demasiada frecuencia ha ignorado las guerras que el Pentágono estaba realmente librando en Irak y Afganistán en favor de amenazas futuras y potencialmente lejanas.

La misión principal de la oficina es comparar o evaluar a los bandos opuestos en un posible conflicto, generalmente el ejército estadounidense y su adversario más capaz o avanzado. A lo largo de décadas, la Oficina de Evaluación realizó miles de simulacros de guerra, a menudo en colaboración con las fuerzas armadas o centros de investigación. Y produjo innumerables estudios.
“Muchos eran altamente clasificados”, escribió Eliot Cohen, exfuncionario del Departamento de Estado y politólogo, en The Atlantic en 2019. “Algunos eran bien conocidos (como su emblemática evaluación del enfrentamiento en Europa Central durante la Guerra Fría) y otros solo se destinaron a uno o dos consumidores”.
La Oficina de Evaluación a menudo se centraba en investigaciones de alto riesgo que otros en el Pentágono probablemente no llevarían a cabo. Como resultado, su trabajo a veces no producía resultados tangibles ni inmediatos para las fuerzas armadas.
El Pentágono dijo que todo el personal de la oficina sería asignado a “roles de misión crítica” en el Departamento de Defensa, pero no especificó cuáles podrían ser esos puestos.