The New York Times
Claudine Gay permanecerá como rectora de la Universidad de Harvard, anunció ayer martes la junta directiva, a pesar del revuelo por sus respuestas evasivas en una audiencia en el Congreso sobre el antisemitismo en el campus.
Los miembros de la junta directiva, la Harvard Corporation, deliberaron hasta la noche del lunes antes de decidir no destituir a Gay, la primera presidenta negra de la universidad.
“Como miembros de la Corporación Harvard, hoy reafirmamos nuestro apoyo al liderazgo continuo de la rectora Gay en la Universidad de Harvard”, dice la declaración firmada por todos los miembros de la junta, excepto Gay. “Nuestras extensas deliberaciones afirman nuestra confianza en que la rectora Gay es el líder adecuado para ayudar a nuestra comunidad a sanar y abordar los gravísimos problemas sociales que enfrentamos”.
La declaración, sin embargo, reconoce que Gay había cometido errores, incluso en su reacción inicial al ataque de Hamas del 7 de octubre contra Israel. “Muchas personas han sufrido daños y dolor tremendos debido al brutal ataque terrorista de Hamás, y la declaración inicial de la Universidad debería haber sido una condena inmediata, directa e inequívoca”, dice el comunicado.
Gay ahora enfrenta el desafío de recuperar la confianza de la comunidad de Harvard, que se ha visto afectada por el conflicto en Gaza.
El apoyo a su gestión -asumió en julio pasado-, comenzó a erosionarse con su reticencia inicial a condenar los ataques de Hamás.
Después de las críticas de figuras influyentes como Lawrence H. Summers, ex secretario del Tesoro, Gay emitió condenas más enérgicas, pero eso no fue suficiente para calmar los temores de muchos estudiantes o ex alumnos judíos.
Después de su desastrosa comparecencia ante el Congreso el 5 de diciembre, donantes, exalumnos y estudiantes intensificaron una campaña de presión para destituirla, mientras sus partidarios se unieron para intentar salvar su puesto. Unos 700 miembros del cuerpo docente de Harvard y cientos de exalumnos más salieron en su defensa en varias cartas abiertas.
Una de las cartas, de profesores negros, calificaba los ataques contra la rectora como “engañosos y políticamente motivados”. La carta, que fue redactada y firmada por algunos de los profesores más destacados de Harvard, decía que a Gay “se le debería dar la oportunidad de cumplir su mandato para demostrar su visión de Harvard”.
Los críticos de Gay también insistieron en su caso. Uno de los más francos, William A. Ackman, un multimillonario gestor de fondos de cobertura y exalumno de Harvard, dijo en una entrevista a principios de esta semana que debería dimitir por el bien de la escuela: “No veo un escenario en el que ella sobreviva a largo plazo, ni siquiera a mediano plazo”.
Durante los últimos dos meses, Gay se ha esforzado en abordar las preocupaciones de los judíos. El 27 de octubre, en una cena de Shabat en Harvard Hillel, anunció la formación de un grupo asesor para ayudarla a “desarrollar una estrategia sólida para enfrentar el antisemitismo en el campus”. Y condenó la frase “del río al mar”, coreada por los manifestantes propalestinos y condenada por los judíos como antisemita.
“Nuestros estudiantes judíos han compartido relatos mordaces al sentirse aislados y atacados”, dijo. “Esto me conmueve hasta lo más profundo: como educadora, como madre, como ser humano. Harvard debe ser un lugar donde todos se sientan seguros y vistos. Es simplemente lo correcto”.
Pero a pesar de estos esfuerzos, su aparición en Washington con otras dos rectores universitarios, Liz Magill de la Universidad de Pensilvania y Sally Kornbluth del MIT, sacudió su gestión.
Durante la audiencia, la representante republicana Elise Stefanik lanzó a las rectoras preguntas que, el sábado, llevaron a la renuncia de Magill de Penn.
“En Harvard”, preguntó Stefanik a Gay, “¿llamar al genocidio de judíos viola las reglas de intimidación y acoso de Harvard? ¿Sí o no?”
Gay respondió: “Puede serlo, dependiendo del contexto”.
Presionado por Stefanik, Gay añadió unos momentos después: “La retórica antisemita, cuando se convierte en conducta que equivale a acoso, intimidación, es una conducta procesable, y tomamos medidas”.
Stefanik volvió a intentarlo: “Entonces, la respuesta es sí, que pedir el genocidio de judíos viola el código de conducta de Harvard, ¿correcto?”
Gay respondió: “Nuevamente, depende del contexto”.
El intercambio se disparó en las redes sociales y enfureció a muchas personas con estrechos vínculos con Harvard.
Gay intentó contener las consecuencias con una disculpa en una entrevista publicada el viernes en The Harvard Crimson, el periódico del campus.
“Cuando las palabras amplifican la angustia y el dolor, no sé cómo se puede sentir algo más que arrepentimiento”, dijo Gay al Crimson.
También le dijo al periódico que había quedado “atrapada” en el intercambio con Stefanik, pero que “debería haber tenido la presencia de ánimo” durante su testimonio para “volver a la verdad que me guía, que es que llamar a la violencia contra nuestra comunidad judía (amenazas a nuestros estudiantes judíos) no tiene lugar en Harvard y nunca quedará sin respuesta”.
“Cáncer” que arruinará la educación superior
El presidente del memorial de la Shoah en Israel comparó el antisemitismo en las universidades a un cáncer que arruinará la enseñanza superior en Estados Unidos “si las medidas necesarias no se toman ahora”.
“Se trata de un proceso canceroso”, declaró Dani Dayan en entrevista acordada a AFP el domingo en el instituto internacional para la memoria de la Shoah Yad Vashem.