Nate Cohn - The New York Times
Ya terminaron las primarias presidenciales republicanas? No del todo, pero es una pregunta razonable, después de que las primeras primarias del país en New Hampshire arrojaran una clara victoria para Donald Trump el martes por la noche. Y si su definición de “terminado” es si Trump está ahora en camino de ganar sin una competencia seria, la respuesta probablemente sea “sí”.

Una vez realizado casi todo el recuento, obtuvo el 55% de los votos. Su única rival restante, Nikki Haley, ganó el 44%.

El margen de la victoria de 11 puntos de Trump no es extraordinariamente impresionante por sí solo. De hecho, ganó por un margen menor de lo que sugerían muchas encuestas preelectorales.

Lo que hace que la victoria de Trump sea tan importante -y lo que plantea la pregunta de si la carrera ha terminado- es que New Hampshire fue la mejor oportunidad para Haley. Podría decirse que fue su mejor oportunidad de ganar un Estado, punto.

Si no pudo ganar aquí, tal vez no pueda ganar en ningún otro lugar, ni siquiera en su estado natal de Carolina del Sur. E incluso si ganara en su estado natal, todavía enfrentaría un camino desalentador hacia delante.

Trump lidera las encuestas nacionales por más de 50 puntos porcentuales, cuando faltan solo seis semanas para el supermartes, momento en que se premiará a casi la mitad de todos los delegados a la convención republicana. Sin un cambio enorme, se aseguraría la nominación a mediados de marzo.

¿Por qué New Hampshire era una oportunidad tan excelente para ella?

New Hampshire fue el único Estado donde las encuestas la mostraban a una distancia sorprendente. Ella estaba detrás por apenas 15 puntos en el Estado, en comparación con su déficit de más de 50 puntos a nivel nacional.

El Estado tiene un largo historial de respaldo a candidatos republicanos moderados y tradicionales, incluidos John McCain y Mitt Romney. Trump ganó en el Estado con el 35% de los votos en 2016, pero principalmente porque el voto moderado estaba dividido.

A Haley le va mejor entre los graduados universitarios y los moderados, y el electorado de New Hampshire está lleno de esos votantes. El Estado ocupa el octavo lugar en la proporción de la población con educación universitaria y, a diferencia de muchos Estados, a los votantes no afiliados se les permite participar en las primarias republicanas.

A diferencia de la mayoría de los Estados, la élite política de New Hampshire no se unió detrás de Trump. Haley incluso contó con el apoyo del popular gobernador republicano del Estado, Chris Sununu.

Las primeras elecciones primarias del país en New Hampshire reciben mucha más atención de los medios que las contiendas posteriores. Ofrecía la posibilidad, aunque sea remota, de que una victoria pudiera cambiar su suerte en otros lugares.

Si Haley hubiera ganado en New Hampshire, habría existido la posibilidad de aprovechar el impulso hacia Estados posteriores y ampliar su atractivo. Ya no. En cambio, es Trump quien tiene el impulso. Ha ganado en todo el país en las encuestas realizadas desde las asambleas electorales de Iowa. Incluso funcionarios republicanos escépticos que eran vistos como los aliados más probables de Haley, como Tim Scott o Marco Rubio, han apoyado al expresidente en los últimos días.

Ya sea que la carrera haya “terminado” o no, el resultado de New Hampshire coloca a Trump en un camino cómodo hacia la nominación. Las reglas del Partido Republicano para otorgar delegados, que permiten a los Estados otorgar todos sus delegados al ganador, podrían permitirle obtener la nominación a principios de marzo. Las impugnaciones legales de Trump añaden un giro adicional: si es declarado culpable de un delito, tal vez pierda la nominación en la convención. Pero según las reglas habituales de las elecciones primarias, simplemente no hay mucho tiempo para que cambie la carrera. Si no es así, Trump podría fácilmente arrasar en los 50 Estados.