LA MARCHA DE LA PANDEMIA
Los países de la Unión Europea (UE) siguen debatiendo qué hacer con la vacuna desarrollada por el AstraZeneca y la Universidad de Oxford.
El ente regulador de medicamentos de Europa llegó a la conclusión de que los casos de coágulos en personas vacunadas contra el COVID-19 con AstraZeneca deben considerarse “efectos secundarios muy raros”, e insistió en que los beneficios son muy superiores a los riegos.
De todos modos, los países de la Unión Europea (UE) siguen debatiendo qué hacer con la vacuna desarrollada por el AstraZeneca y la Universidad de Oxford. La Comisión Europea (CE) pidió ayer miércoles a los 27 países de la UE que busquen una posición “lo más coordinada posible” sobre AstraZeneca, en una reunión en la que los ministros de Salud del bloque expusieron diferentes interpretaciones y pidieron más estudios sobre el impacto de la vacuna.
“Los Estados miembro de la UE compartieron diferentes interpretaciones sobre las conclusiones” de la Agencia Europea del Medicamento (EMA) sobre AstraZeneca, informó en un comunicado la presidencia portuguesa de la UE, que convocó una reunión extraordinaria de los ministros de Salud.
Italia y España anunciaron que reservarán la vacuna de AstraZeneca para los mayores de 60 años, franja de edad a la que se podrían ajustar otros países de la UE.
La EMA reconoció ayer miércoles por primera vez que la vacuna podía provocar, en algunas personas, problemas sanguíneos muy inhabituales. Hasta ahora no había establecido un vínculo de causalidad.
Este “posible vínculo” justifica, a su juicio, que el riesgo sea mencionado en el prospecto del medicamento.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) se mostró más prudente, estimando que el vínculo era “plausible” pero sin confirmar.
Los problemas observados no son trombos corrientes (formación de coágulos sanguíneos), como se informó en un principio, sino un fenómeno “muy atípico”, según la Agencia Francesa de Medicamentos (ANSM).
Se trata de “trombosis de las venas grandes, atípicas por su localización (cerebral en su mayoría, pero también digestiva), que pueden estar asociadas a una trombocitopenia (un déficit de plaquetas sanguíneas) o a problemas de coagulación”, como hemorragias, según la ANSM.
Esas trombosis se han producido “en las dos semanas siguientes a la vacunación”, explicó la EMA.
A mediados de marzo, el instituto médico Paul-Ehrlich (PEI), que asesora al gobierno alemán, dio cuenta de una “acumulación sorprendente de una forma específica de trombosis venosa cerebral muy inhabitual, asociada a un déficit de plaquetas sanguíneas”.
¿Cuál es el riesgo? Esa es la principal cuestión.
Según cifras de la EMA a fecha del 4 de abril, se han detectado 222 casos de trombosis atípicas tras 34 millones de inyecciones realizadas con AstraZeneca en los 30 países del Espacio Económico Europeo (UE, Islandia, Noruega, Liechtenstein).
El Reino Unido, que empleó en gran medida ese inmunizante en su campaña de vacunación, el balance hasta este miércoles es de 79 casos, de los cuales 19 acabaron en deceso, de un total de 20 millones de dosis administradas.
Pero, como sucede con todos los medicamentos, la clave está en ponderar los riesgos y los beneficios. “Los beneficios globales de la vacuna en la prevención pesan más que los riesgos de efectos secundarios”, insistió la EMA ayer miércoles.
De momento, la mayoría de casos sucedieron en “mujeres de menos de 60 años”.
Pero no se pueden extraer conclusiones, pues esto puede deberse a que esa vacuna se ha utilizado inicialmente, sobre todo, en jóvenes.
Además, el hecho de que sobre todo haya mujeres en los casos registrados puede deberse a que la vacuna se ha usado mucho en el personal sanitario, un sector en el que trabajan muchas mujeres.
“De momento, los exámenes no identificaron factores de riesgo específicos”, indicó la EMA.
En el Reino Unido, donde la vacuna se ha utilizado para franjas de la población más amplias, los casos detectados son 51 mujeres y 28 hombres, de edades comprendidas entre 18 y 79 años.
Después de la primera oleada de suspensiones, a mediados de marzo, algunos países decidieron dejar de utilizar la vacuna por debajo de una determinada edad.
El Reino Unido solo la utilizará con mayores de 30 años. Alemania y Holanda decidieron restringirla a los menores de 60 años, Canadá, Francia y Bélgica dejaron de usarla con menores de 55 años. Suecia y Finlandia, menores de 65 años.
Noruega y Dinamarca optaron por suspender el uso de la vacuna.
Las autoridades del Reino Unido difundieron ayer miércoles una estadística que demuestra que el COVID-19 supone un riesgo para la salud seis veces más grande que la vacuna de AstraZeneca, en edades comprendidas entre 20-29 años. Pero en la franja 60 a 69 años, el riesgo es 600 veces más importante.
Por su lado, la Universidad de Oxford dijo también ayer miércoles que la identificación de casos inusuales de trombos que podrían estar ligados a su vacuna mostró que los sistemas de seguridad funcionan, destacando que los reguladores europeos y británicos hallaron que sus beneficios superan a los riesgos.
Los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NIH, en inglés) anunciaron que iniciaron un estudio para analizar por qué una minoría de quienes han recibido las vacunas de Pfizer y Moderna han desarrollado reacciones alérgicas graves.
Hasta ahora, los casos documentados de reacciones alérgicas graves después de recibir esas vacunas han sido “raros”, pero han generado una “preocupación comprensible entre la población”, dijo en el comunicado el principal epidemiólogo del país, Anthony Fauci.
En el estudio participarán 3.400 adultos de entre 18 y 69 años, que se someterán a pruebas en hasta 35 centros académicos de investigación de alergias en Estados Unidos. Alrededor del 60% de los participantes tendrán un historial de reacciones alérgicas graves o un diagnóstico de una enfermedad de los mastocitos, como la mastocitosis, explicaron los NIH. La mastocitosis es una enfermedad rara que afecta fundamentalmente a la piel, aunque también puede provocar daños en la médula ósea, los huesos y el tubo digestivo.