PREOCUPACIÓN
Se trata de un período de incertidumbre por el suministro debido al comienzo de los trabajos de mantenimiento en el gasoducto Nord Stream 1.
Europa entró ayer lunes en un periodo de gran incertidumbre a propósito de las importaciones degas ruso, que debido a la guerra en Ucrania se redujeron drásticamente en las últimas semanas y pronto podrían cortarse por completo.
El gigante ruso Gazprom comenzó ayer lunes los trabajos de mantenimiento en el gasoducto Nord Stream 1, que transporta una gran parte del gas que aún suministra a Alemania y a otros países de Europa occidental.
El cierre durante 10 días de dos tuberías, anunciado desde hace tiempo, debería haber sido en teoría una formalidad técnica. Pero en el contexto de la guerra en Ucrania y la sanciones a Rusia, nadie puede predecir lo que vendrá.
Como una advertencia, Gazprom redujo por otra parte ayer lunes sus envíos de gas a Italia y Austria, en un tercio y 70% respectivamente, indicaron las empresas energéticas italiana Eni y austriaca OMV. Los dos países son abastecidos en parte por el gasoducto TAG, que pasa por Ucrania, pero también por Nord Stream 1.
“Hay numerosos escenarios en los que podríamos vernos sumergidos en una situación de emergencia”, advirtió ayer el presidente de la Agencia Federal de Redes alemana, Klaus Müller, en la televisión ZDF.
“Putin va a cerrarnos el grifo del gas... pero ¿lo volverá a abrir un día?”, preguntaba el domingo el diario Bild, el más leído de Alemania.
“Estamos enfrentados a una situación sin precedentes, todo es posible”, reconoció el fin de semana el ministro de Economía alemán, Robert Habeck, en la radio pública. “Es posible que el gas vuelva a fluir, incluso en mayor cantidad que antes. Es posible que no llegue nada más y debemos prepararnos para lo peor, como siempre”, añadió.
Desde el comienzo de la guerra, Alemania cerró otro gasoducto ruso que debía entrar en funcionamiento -Nord Stream 2- y está haciendo esfuerzos para reducir su dependencia.
Pero esa dependencia sigue siendo importante: el 35% de sus importaciones de gas provienen de Rusia, contra el 55% antes de la guerra. Y más del 50% de la calefacción de los hogares recurre al gas.
Una paralización permanente del Nord Stream 1 no castigaría solo a la primera economía europea.
Según la página web de Nord Stream, el gas que llega a Alemania, a la localidad de Lubmin, sigue transportándose también a Bélgica, Dinamarca, Francia, Gran Bretaña, Países Bajos y otros países.
Una interrupción prolongada del suministro agravaría entonces la crisis energética en la que ya se debate Europa, con precios en alza y el temor de un invierno muy difícil.
En Alemania, las autoridades analizan ya planes de racionamiento.
La industria química alemana es particularmente vulnerable porque depende fuertemente del gas. La Asociación de la Industria Química (VCI) afirma prepararse para “lo peor”.
La importante empresa BASF, con sede en Ludwigshafen, está pensando en imponer el paro parcial a una parte de los trabajadores si comienza a faltar el gas ruso.
“Si no llega más gas ruso (...) tenemos reservas actualmente para un mes o dos”, explicó Klaus Muller.
La cámara baja alemana, el Bundestag, ya adoptó el jueves su propio plan de ahorro energético: se acabó la calefacción por encima de 20 grados en invierno, y no habrá agua caliente en los lavabos individuales.
Críticas a Canadá
En este contexto, el principal partido de la oposición en Canadá, la comunidad ucraniana en el país y Ucrania acusaron al gobierno canadiense de claudicar ante Rusia tras la entrega de turbinas para el gaseoducto Nord Stream 1.
Este lunes, el principal grupo de la oposición en el Parlamento canadiense, el Partido Conservador, acusó al Gobierno del primer ministro Justin Trudeau de ignorar sus propias sanciones contra Rusia al permitir la entrega de las turbinas a Alemania. Al mismo tiempo, la poderosa comunidad ucraniana en Canadá, la segunda mayor diáspora ucraniana en el mundo tras la de Rusia con más de 1,3 millones de personas, expresó su “profunda decepción” con la decisión del Gobierno canadiense. (AFP, EFE)
Fin de las políticas de ayudas fiscales
Los ministros de Economía de la eurozona, el Eurogrupo, creen que ha llegado el momento de dejar atrás la estrategia de amplias ayudas fiscales con que respondieron a la pandemia y la guerra en Ucrania. “En las condiciones actuales, hay consenso en que apoyar en general la demanda no está justificado y que nuestro foco debería estar en proteger a los más vulnerables”, dijo el presidente del Eurogrupo, Paschal Donohoe, tras una reunión en la que abordaron la orientación de la política fiscal de cara a elaborar los presupuestos nacionales de 2023. La invasión rusa de Ucrania ha elevado los precios de la energía y las materias primas, impulsando la inflación en la eurozona hasta el 8,6% en junio y rebajando las perspectivas de crecimiento, lo que aumenta los riesgos para una economía de la eurozona sobre la que también pesan la pandemia y la volatilidad de los mercados financieros.