LA LUCHA CONTRA EL VIRUS
La detención se produce aproximadamente un mes después de que el laboratorio AstraZeneca también suspendiera los ensayos de su vacuna experimental contra el coronavirus.
Entre el avance de la segunda ola de contagios en Europa, que llevó a retomar medidas de confinamientos o restricciones de actividades, y la pausa obliga en el desarrollo de una de las vacunas y de un fármaco en desarrollo contra el COVID-19, ayer martes no fue un buen día en el combate a la pandemia.
El laboratorio estadounidense Johnson & Johnson anunció que detuvo el estudio de su vacuna debido a una enfermedad inexplicable en un participante.
La detención se produce aproximadamente un mes después de que el laboratorio británico AstraZeneca también suspendiera los ensayos de su vacuna experimentalcontra el coronavirus, que utiliza una tecnología similar, debido a que un participante se enfermó. AstraZeneca desarrolla su vacuna en colaboración con la Universidad de Oxford, y retomó sus ensayos unos días después de la pausa.
Johnson & Johnson dijo que la enfermedad del participante está siendo revisada y evaluada por una junta independiente de supervisión de datos y seguridad, así como por los médicos clínicos y de seguridad de la compañía.
Mathai Mammen, jefe de investigación y desarrollo del Johnson & Johnson, dijo que llevará unos días recabar y evaluar la información sobre este caso. Agregó que debido a que el estudio es ciego, aún no sabía si la persona enferma había recibido la vacuna o un placebo.
William Schaffner, profesor de enfermedades infecciosas de la Facultad de Medicina de la Universidad de Vanderbilt, dijo que “todo el mundo está en alerta por lo que pasó con AstraZeneca” y añadió que podría llevar una semana reunir información sobre el caso del laboratorio de Estados Unidos.
El mes pasado, Johnson & Johnson dijo que su vacuna experimental produjo una fuerte respuesta inmunológica contra el coronavirus en un ensayo clínico de fase temprana a media, tras el cual la compañía inició un ensayo final (fase III) con 60.000 personas, cuyos resultados se esperaban para fines de año o principios de 2021.
Además de Estados Unidos, los ensayos de Johnson & Johnson se realizan en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México, Perú y Sudáfrica.
Johnson & Johnson es el décimo laboratorio a nivel global que realiza pruebas en fase III contra el COVID-19, y el cuarto en Estados Unidos.
La compañía recibió 1.450 millones de dólares del gobierno estadounidense, en el marco de una iniciativa para el desarrollo de una vacuna contra el virus.
Esta vacuna está basada en una sola dosis de un adenovirus que causa la gripe, modificado para que no se replique, ello combinado con una parte del nuevo coronavirus que usa para invadir las células humanas. Johnson & Johnson usó la misma tecnología para su vacuna contra el ébola que fue aprobada por la UE en julio.
Pese a la pausa en sus ensayos para una vacuna, Johnson & Johnson elevó ayer martes sus proyecciones de ganancias anuales por segunda vez en lo que va del 2020.
Las acciones de la compañía caían debido a la preocupación de los inversores por el futuro de la vacuna en desarrollo. En el tercer trimestre, las ventas subieron a 21.080 millones de dólares, desde 20.730 millones, ayudadas por la fortaleza de la mayor unidad de la compañía: el área farmacéutica.
También un fármaco.
Por su lado, el grupo farmacéutico estadounidense Eli Lilly anunció ayer martes la suspensión de un ensayo clínico de su tratamiento experimental con anticuerpos contra el COVID-19 por razones de seguridad no especificadas.
El tratamiento es similar al que recibió por el presidente Donald Trump, poco después de la aparición de sus síntomas de COVID-19.
Se trata de anticuerpos sintéticos inyectados por vía intravenosa, y fabricados específicamente para neutralizar el coronavirus responsable de la enfermedad, reemplazando de facto al sistema inmunológico.
Trump recibió anticuerpos fabricados por la compañía estadounidense Regeneron y elogió su efectividad después de su alta hospitalaria, prometiendo autorizarlos para todos los pacientes y distribuirlos de forma gratuita.
Las dos empresas solicitaron la semana pasada a la Agencia de Medicamentos de Estados Unidos (FDA) la aprobación urgente de sus tratamientos, pero ese organismo primero debe verificar su seguridad y la posibilidad de que generen efectos secundarios graves.
Las pruebas de Eli Lilly estaban diseñadas para probar la efectividad de la terapia en centenares de enfermos hospitalizados con COVID-19 en comparación con la administración de un placebo y del antiviral Remdesivir, utilizado ampliamente, pero también de manera experimental, ante infecciones del nuevo coronavirus.
La suspensión conlleva una pausa en la incorporación de nuevos pacientes a las pruebas para “extremar la precaución”.
El comunicado de Eli Lilly no indicó si los otros ensayos que actualmente prueban anticuerpos sintéticos estaban también suspendidos.
Sputnik V.
En medio de estos reveses en dos laboratorios estadounidenses, Rusia autorizó las pruebas clínicas de su vacuna Sputnik V en pacientes de COVID-19 mayores de 60 años.
Según el ministerio de Sanidad de Rusia, el objetivo de la investigación consiste en ampliar “las posibilidades de aplicación de la vacuna entre los grupos de mayor edad de la población, que afrontan un mayor riesgo”.
La vacuna rusa Sputnik V, que está basada en adenovirus humanos, se encuentra en la fase III de pruebas, después de haber recibido el registro en agosto pasado.
La fase I y II concluyeron sin efectos adversos importantes y con una respuesta inmune estable en el 100 % de los participantes, según el Fondo de Inversiones Directas de Rusia (FIDR).
Rusia espera vacunar contra el COVID-19 a entre el 70 y 80% de su población en un plazo de 9 a 12 meses, según afirmó a fines de septiembre Alexandr Ginzburg, director del Centro Gamaleya, creador de esta vacuna.
Antivacunas
Facebook prohibirá los anuncios publicitarios que desalienten a las personas a vacunarse, en el marco de una nueva campaña de información sobre inmunización contra la gripe. La red social ha estado bajo presión de legisladores y grupos de salud pública para que tome medidas enérgicas contra el contenido antivacunas y la desinformación en su plataforma.
El caso de un hombre joven en Estados Unidos infectado dos veces con COVID-19 muestra que aún queda mucho por aprender sobre las respuestas inmunitarias y también plantea dudas sobre la vacunación. Un joven de 25 años de Reno, Nevada, dio positivo en abril después de mostrar síntomas leves, luego se enfermó nuevamente a fines de mayo con un episodio más grave, según un informe publicado en la revista médica Lancet Infectious Diseases.
Hasta ahora se confirmaron cinco casos en el mundo: el primero, anunciado el 24 de agosto, se dio en Hong Kong, después en Bélgica, Holanda, Ecuador y este de Estados Unidos. Corea del Sur e Israel informaron otros casos, lo que elevaría a unos veinte las reinfecciones examinadas científicamente, una cifra irrisoria frente a los más de 37 millones de casos positivos diagnosticados en el mundo.
Una mujer holandesa de 89 años, falleció por los efectos de la segunda vez que enfermó de COVID-19, agravados por un cáncer de médula ósea, se convirtió en la primera muerte conocida por una reinfección.
“Cada vez está más claro que las reinfecciones son posibles, pero aún no podemos saber qué tan común será”, reconoció Simon Clarke, un experto en microbiología de la Universidad de Reading de Gran Bretaña.
“Si las personas pueden reinfectarse fácilmente, también podría tener implicaciones para los programas de vacunación, así como para nuestra comprensión de cuándo y cómo terminará la pandemia”, agregó.